ENSEÑAR A MEDITAR A LOS NIÑOS
Estructura de este espacio Web
Advertencia
Edad de los niños
De cinco a ocho años
De nueve a doce años
De trece a catorce años
Final de la adolescencia
Consciencia in crescendo
¿Por qué elegir la meditación?
Lo que la meditación no es
Lo que sí es la meditación
Beneficios de la meditación
¿Por qué la meditación con niños?
¿Por qué es aconsejable que mediten los
adolescentes?
Tu función en la enseñanza de la meditación
Meditación para la atención
Significado de la consciencia
Importancia de la sencillez
Conclusión de las sesiones
Más sobre la enseñanza de la meditación
Atención a la respiración
Fundamentos de la meditación de la
respiración
*
Ejercicio: atención a la respiración
Redescubrimiento del estado natural
Meditación mántrica
La meditación y
las emociones
Sobre las emociones
El manejo del miedo
El manejo de la ira
El manejo de la tristeza
Meditación y emociones
Meditación para
la relajación y la consciencia física
Tensión física
Importancia de la consciencia
corporal
Consciencia corporal y consciencia en
general
*
Ejercicio: moviéndonos con consciencia
Autoconsciencia
*
Ejercicio:
"autorrecuerdo"
*
Ejercicio:
"autorrecuerdo" global
Naturaleza de las cosas
*
Ejercicio: ¿cuándo dejan las cosas de ser cosas?
Preguntarse a uno mismo
*
Ejercicio: autopregunta |
Este es un espacio Web para adultos que explica cómo introducir a los niños
en la meditación. La idea de enseñar a meditar a los niños es bastante nueva
en el mundo occidental, aunque en Oriente hace muchísimo tiempo que la
meditación constituye una parte esencial de los primeros niveles de la
educación escolar, cuando inculcan a los niños una serie de técnicas que les
serán beneficiosas a lo largo de toda la vida.
Así pues, espacio va dirigido a todos aquellos adultos que deseen enseñar
a meditar a los niños, incluyendo a los padres, profesores, líderes de
asociaciones juveniles, asistentes sociales, psicólogos, asistentes
eclesiásticos, abuelos, tíos, tías y cualquiera que esté en contacto con
niños por la profesión que desempeña y que quiera ayudarles a aprovechar al
máximo las extraordinarias posibilidades de su mente.
Los niños son seres muy impresionables y muy abiertos a la dirección e
influencia de los adultos. Aun así, cualquier intento de introducirles en la
meditación se debe hacer con suma prudencia y sensibilidad, y no sólo les
tiene que capacitar para meditar, sino también para apreciar, por sí mismos,
la utilidad de la meditación. Esa capacidad de evaluación es la que les
permitirá decidir si estas técnicas les resultan o no positivas. De entre
todas las actividades, la meditación quizá sea una de las pocas en que el
éxito depende principalmente de la participación voluntaria. Por otro lado,
dado que cada cual tiene que trabajar con su propia mente, los niños deben
tener el derecho de aceptarlo o rechazarlo según su criterio.
Este espacio pretende ayudar a introducir a los niños en la meditación de
una forma fácil, eficaz y con la actitud correcta. No es, ni mucho menos,
prescriptivo, sino que proporciona una amplia gama de técnicas y
conocimientos. Cada cual podrá elegir, con plena libertad, los que sean más
apropiados para sus hijos y sus circunstancias.
En la mayoría de los casos que citamos en este espacio hablamos de los
niños como un grupo, pero casi todo lo que decimos resulta igualmente
aplicable a los padres y a otras personas que trabajen con un solo niño.
Como ya hemos indicado, esta espacio está destinado tanto a los padres
(familias biparentales o monopa-rentales) como a los maestros y profesores
que trabajen con grandes colectivos.
Tenemos muy presentes tres objetivos generales:
1) Que seas capaz de transmitir el valor intrínseco de enseñar a meditar a
los niños.
2) Que facilites los conocimientos básicos necesarios para trabajar con
niños desde, aproximadamente, los siete años hasta los dieciocho, y ofrecer
un abanico, lo más amplio posible, de ejercicios prácticos para que puedas
seleccionar los más adecuados para llevar a buen término tu labor docente.
No todos los ejercicios se adaptan a todas las situaciones, y lo que
funciona bien en un grupo reducido de niños puede que no sea útil con una
clase muy numerosa. Serás tú quien mejor juzgue cuándo debes utilizar los
ejercicios tal cual se proponen y cuándo hay que adaptarlos de una u otra
forma para que se ajusten al contexto en el que trabaja. La edad de los
niños es otra variable muy importante; hablaremos de ella más adelante.
La cualidad imprescindible del profesor es, en realidad, doble: estar
interesado en la enseñanza y sentir un profundo afecto por los niños. Por
más que te esfuerces en conseguirlo, nadie que carezca de esta doble
cualidad puede enseñar satisfactoriamente a los niños, y eso es válido tanto
si se trata de meditación como de matemáticas o cualquier otra disciplina.
Un buen profesor no ordena ni obliga a los niños a hacer las cosas, sino que
trabaja con ellos y sabe que, con un conocimiento sensible y cooperativo de
sus necesidades y de sus vulnerabilidades, se consiguen excelentes
resultados ahí donde los gritos y el exceso de autoritarismo suelen
fracasar. El buen profesor también es consciente de que no basta con enseñar
algo al niño, sino que lo ideal es conseguir que éste se interese al máximo
por lo que está aprendiendo. De este modo, es más fácil que lo siga
apreciando durante el resto de su vida y que entienda y valore, en su justa
medida, la verdadera utilidad de los conocimientos que posee.
A pesar de todo, no hay que extraer la falsa conclusión de que enseñar a
meditar requiere un desmesurado esfuerzo por parte del profesor, sino que,
en realidad, la meditación es una de las disciplinas más agradables de
impartir. Tanto si se trabaja con niños o adultos, es muy reconfortante
observar cómo un grupo de personas encuentran la serenidad y la paz en sí
mismos, afrontando los retos, las dificultades y los placeres de la vida con
una energía y entusiasmo renovados.
Confiamos en que disfrutes enseñando a meditar a los niños. Si es así, es
muy probable que ellos también se lo pasen en grande aprendiéndolo.
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