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Ejercicio:
autopregunta.
Explica a
los niños que el método de la autopregunta consiste en utilizar una
pregunta como núcleo de la meditación, repitiéndola en cada expulsión de
aire, al igual que con un mantra. La selección de las preguntas es algo
que compete única y exclusivamente a cada niño, aunque, en general, deben
hacer referencia a su propia persona, a su propio ser, y no a hechos o
sucesos externos. Quizá deseen preguntar cómo podrían ayudar más a los
demás, o ser más apreciados, o trabajar más duro, o fijarse metas a largo
plazo, o dónde reside la felicidad, o (en el nivel más profundo) "quién
soy". Es muy importante que comprendan que la diferencia que existe entre
esto y la forma usual en la que solemos plantearnos preguntas consiste en
que:
• La mente se halla en un estado meditativo atento y concentrado.
• Se formula una sola cuestión, evitando que la mente se desvíe de ella.
• No se intenta responder a la pregunta conscientemente; en realidad, los
intentos conscientes de respuesta son distracciones que hay que evitar.
• El meditador espera la respuesta pacientemente, sin urgencia ni
ansiedad; es evidente que desea obtenerla, pero si no lo consigue, no pasa
nada. La importancia reside en la pregunta en sí misma, y en el
reconocimiento, por parte del meditador, de que merece la pena preguntar.
Explícales que si obtienen una respuesta, deberán retenerla, pero no
explorarla. En este caso, pueden optar por seguir planteando la misma
pregunta o por concentrarse de nuevo en la respiración o en cualquier otro
núcleo de meditación que les haya propuesto. Al concluir la meditación es
cuando tienen que trasladar la respuesta a la mente consciente y
analizarla detenidamente. Por otro lado, díles que no deben aceptar las
respuestas a ciegas, sino que, de hecho, sólo es alimento para el
pensamiento.
Con frecuencia, los niños experimentan la necesidad de ser orientados,
guiados. En este sentido, la técnica de la autopregunta, durante la
meditación, les ayuda a darse cuenta de que tienen un amigo muy sabio en
su interior y que siempre está allí, listo para echarles una mano. Sin
embargo, ese amigo interior, al igual que los amigos en el mundo exterior,
no es infalible. Siempre hay que examinar a fondo y discernir sus
respuestas mediante la mente consciente, para aceptarlas o rechazarlas
según convenga.
Es interesante reflexionar entre todos de dónde proceden las respuestas
que se obtienen con este tipo de ejercicios de meditación. ¿Tienen su
origen en los niveles creativos e interiores del inconsciente del
meditador o proceden de alguna fuente exterior a la mente? La respuesta
depende, en gran parte, del propio sistema de creencias y, por ahora, es
mejor dejarlo así. |
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