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Este es un espacio Web para adultos que explica cómo introducir a los
niños en la meditación. La idea de enseñar a meditar a los niños es
bastante nueva en el mundo occidental, aunque en Oriente hace muchísimo
tiempo que la meditación constituye una parte esencial de los primeros
niveles de la educación escolar, cuando inculcan a los niños una serie de
técnicas que les serán beneficiosas a lo largo de toda la vida.
Así pues, espacio va dirigido a todos aquellos adultos que deseen enseñar
a meditar a los niños, incluyendo a los padres, profesores, líderes de
asociaciones juveniles, asistentes sociales, psicólogos, asistentes
eclesiásticos, abuelos, tíos, tías y cualquiera que esté en contacto con
niños por la profesión que desempeña y que quiera ayudarles a aprovechar
al máximo las extraordinarias posibilidades de su mente.
Los niños son seres muy impresionables y muy abiertos a la dirección e
influencia de los adultos. Aun así, cualquier intento de introducirles en
la meditación se debe hacer con suma prudencia y sensibilidad, y no sólo
les tiene que capacitar para meditar, sino también para apreciar, por sí
mismos, la utilidad de la meditación. Esa capacidad de evaluación es la
que les permitirá decidir si estas técnicas les resultan o no positivas.
De entre todas las actividades, la meditación quizá sea una de las pocas
en que el éxito depende principalmente de la participación voluntaria. Por
otro lado, dado que cada cual tiene que trabajar con su propia mente, los
niños deben tener el derecho de aceptarlo o rechazarlo según su criterio.
Este espacio pretende ayudar a introducir a los niños en la meditación de
una forma fácil, eficaz y con la actitud correcta. No es, ni mucho menos,
prescriptivo, sino que proporciona una amplia gama de técnicas y
conocimientos. Cada cual podrá elegir, con plena libertad, los que sean
más apropiados para sus hijos y sus circunstancias.
En la mayoría de los casos que citamos en este espacio hablamos de los
niños como un grupo, pero casi todo lo que decimos resulta igualmente
aplicable a los padres y a otras personas que trabajen con un solo niño.
Como ya hemos indicado, esta espacio está destinado tanto a los padres
(familias biparentales o monopa-rentales) como a los maestros y profesores
que trabajen con grandes colectivos.
Tenemos muy presentes tres objetivos generales:
1) Que seas capaz de transmitir el valor intrínseco de enseñar a meditar a
los niños.
2) Que facilites los conocimientos básicos necesarios para trabajar con
niños desde, aproximadamente, los siete años hasta los dieciocho, y
ofrecer un abanico, lo más amplio posible, de ejercicios prácticos para
que puedas seleccionar los más adecuados para llevar a buen término tu
labor docente.
No todos los ejercicios se adaptan a todas las situaciones, y lo que
funciona bien en un grupo reducido de niños puede que no sea útil con una
clase muy numerosa. Serás tú quien mejor juzgue cuándo debes utilizar los
ejercicios tal cual se proponen y cuándo hay que adaptarlos de una u otra
forma para que se ajusten al contexto en el que trabaja. La edad de los
niños es otra variable muy importante; hablaremos de ella más adelante.
La cualidad imprescindible del profesor es, en realidad, doble: estar
interesado en la enseñanza y sentir un profundo afecto por los niños. Por
más que te esfuerces en conseguirlo, nadie que carezca de esta doble
cualidad puede enseñar satisfactoriamente a los niños, y eso es válido
tanto si se trata de meditación como de matemáticas o cualquier otra
disciplina. Un buen profesor no ordena ni obliga a los niños a hacer las
cosas, sino que trabaja con ellos y sabe que, con un conocimiento sensible
y cooperativo de sus necesidades y de sus vulnerabilidades, se consiguen
excelentes resultados ahí donde los gritos y el exceso de autoritarismo
suelen fracasar. El buen profesor también es consciente de que no basta
con enseñar algo al niño, sino que lo ideal es conseguir que éste se
interese al máximo por lo que está aprendiendo. De este modo, es más fácil
que lo siga apreciando durante el resto de su vida y que entienda y
valore, en su justa medida, la verdadera utilidad de los conocimientos que
posee.
A pesar de todo, no hay que extraer la falsa conclusión de que enseñar a
meditar requiere un desmesurado esfuerzo por parte del profesor, sino que,
en realidad, la meditación es una de las disciplinas más agradables de
impartir. Tanto si se trabaja con niños o adultos, es muy reconfortante
observar cómo un grupo de personas encuentran la serenidad y la paz en sí
mismos, afrontando los retos, las dificultades y los placeres de la vida
con una energía y entusiasmo renovados.
Confiamos en que disfrutes enseñando a meditar a los niños. Si es así, es
muy probable que ellos también se lo pasen en grande aprendiéndolo. |
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