Hoy,
mientras conversaba con una buena amiga, tocamos un punto sumamente
importante. Ella me comentaba que en conversaciones con su círculo de
conocidos, estos le comentaban que se sentían deprimidos, vacíos porque a su
criterio hoy en día es prácticamente imposible encontrar a una persona con
la cual realmente puedas llegar a tener una absoluta entrega.
Mientras discurríamos sobre el tema me comentó algo que me pareció muy
curioso, me dijo: “David, muchas de las personas que conozco cometen el gran
error de apegarse a una persona, no tanto amarla”.
Me quedé pensando e incluso reflexioné tocante a este punto que ella me
señaló. Efectivamente, eso es así. Hace escasos días conversaba con una
amiga a la que hacía mucho que no veía, la cual me comentaba lo siguiente:
“Estoy deprimida”, y analicé, es curioso como esta es la respuesta más
popular que recibo cuando hago la misma pregunta a diferentes personas, ya
sean amigos que buscan consulta en la Página de la Vida o con amigos de toda
la vida.
Cuando pregunto el motivo de la depresión, la respuesta siempre es similar,
y eso no deja de sorprenderme... Usualmente es algo así como “me siento
solo...”, “no tengo pareja...”, “necesito a alguien en mi vida”.
Amigos, podemos lamentarnos en que ya sea en este momento o en un momento
determinado nos sintamos solos, tal vez la falta de otro ser –una pareja
real- en nuestras vidas, deja en la misma una sensación de vacío y soledad.
¡Que si lo sabré yo! Que por mucho tiempo la tuve de compañera al grado de
llegar a pensar que sería mi eterna compañera.
Ahora bien, con esto no quiero decir, ni implico para nada, que la soledad
es mala, no. Tú la buscas a ella antes de que ella te encuentre a ti, y si
la sabes manejar, y ella no se hace con las riendas, es de sumo beneficio a
tu espíritu.
“¿Cómo lo hago para no sentirme tan solo?” Me preguntaba un amigo de la
Página. “¡Necesito el amor a la voz de ya!” Me pareció tan interesante ese
comentario que le pregunté si realmente estaba dispuesto a hacerle daño en
ese extremo a la pareja que aún no tenía y a la que ya estaba dañando. Él se
sorprendió ante tal comentario, y me preguntó que quería decir.
Mi respuesta es simple: “Si estás pensando sólo en tus necesidades
emocionales, en el momento que llegue tu pareja te centrarás tanto en tu
propio “yo” que te impedirá ver las necesidades que tendrá tu pareja, la vas
a asfixiar, aún no la tienes y ya estás pensando en ¡sacarle provecho para
tu propio beneficio!
Es curioso pero muchas personas están tan desesperados por encontrar tanto
al amor que su misma obsesión las ha cegado tanto como para no darse cuenta
que lo tienen enfrente. Así como lo tienes tú, como lo tengo yo. El amor es
tan esencial en nuestras vidas que lo llevamos dentro de nuestra persona y
aún no lo hemos descubierto, ¿qué tristeza, no?
Es como el que tiene un tesoro enterrado en su casa, y por no trabajar un
poquito nunca lo encuentra. Lo mismo sucede con nuestro amor interior, lo
llevamos dentro de nosotros mismos pero a veces lo esperamos que venga a
dárnoslo otra persona y, por desgracia, nos pudre el corazón, tal y como
suena, puesto que nos vuelve egoístas y ciegos.
Descubre el amor pleno que llevas en ti, para que puedas compartirlo con los
demás, tal vez ya tienes ese amor que tanto esperas y vives en un mundo de
tinieblas espirituales las cuales te han impedido que disfrutes su
resplandor.
El amor se palpa de diferentes formas, tiene diferentes estructuras, pues
tiene a un buen arquitecto el cual lo ha diseñado a la perfección.
Pon atención a tu puerta, no vaya a ser que la estén tocando... y no te des
cuenta.
Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su
ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita, es
aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no
desea.
Es vivir cada instante como si fuera el último que puedes compartir con el
otro, de esa forma vivirás dentro del presente precioso, de tal manera que
cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez
que la tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación
distinta y milagrosa.
Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios límites y
mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro
transgreda aquello que consideras tus derechos esenciales. Es tener tanta
confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se
perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser
querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar
herirlo o lastimarlo.
Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin
idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los
desacuerdos, y si llegase un día en que evidentemente los caminos
divergieran sin remedio.
Amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos
recuerden con gratitud los tesoros compartidos.
¿Es difícil, verdad? Nadie dijo que fuese fácil, pero ábrete a todas estas
bellas posibilidades, para que las explores profundamente y a la
perfección.
No seas un ser muerto, que solo respira sin vivir, que solo ocupa un lugar
en este bello ciclo llamado vida, date una oportunidad, una, dos o las que
hagan falta, no cierres la puerta.
Toc, toc... ¡Te están llamando a la puerta!
¿Qué esperas a abrirla?