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MALVADO, VÍCTIMA, AMANTE
Algunos egos, cuando no logran despertar alabanzas y admiración, se contentan
con otras formas de atención y representan los personajes necesarios para
obtenerlas. Si no consiguen atención positiva, podrían buscar la atención
negativa, provocando, por ejemplo, una reacción negativa en otra persona.
Algunos niños lo hacen. Se comportan mal para atraer la atención. La
representación de papeles negativos adquiere fuerza especialmente cuando el ego
se amplifica a causa de un cuerpo de del dolor activo, es decir, por el
sufrimiento emocional del pasado que desea renovarse sintiendo más dolor.
Algunos egos cometen crímenes en aras de la fama. Buscan atención haciéndose
notorios y provocando la condena de los demás. Su súplica parece ser la de "por
favor díganme que existo, que no soy insignificante". Esas formas patológicas
del ego son solamente versiones más extremas de los egos normales.
Uno de los personajes representados con mayor frecuencia es el de la víctima, la
cual busca la simpatía, o la compasión, o el interés de los demás por mis
problemas, "yo y mi historia". La víctima es uno de los componentes de muchos
patrones egotistas, como renegar, sentirse ofendido, injuriado, etcétera. Claro
está que una vez que nos identificamos con una historia en la cual nos hemos
asignado el papel de víctimas, no deseamos que caiga el telón y, por tanto, como
todos los terapeutas lo saben, el ego no desea poner fin a sus "problemas"
porque son parte de su identidad. Si nadie desea escuchar nuestra triste
historia, podemos repetírnosla mentalmente una y otra vez para sentir compasión
por nosotros mismos y poseer la identidad de una persona maltratada por la vida,
por las demás personas, por el destino o por Dios. Es una forma de dar
definición a la imagen que tenemos de nosotros mismos, de ser alguien, lo cual
es lo único que le interesa al ego.
En las primeras etapas de muchas supuestas relaciones románticas, es bastante
común que las personas representen personajes con el fin de atraer y retener a
quien quiera que el ego perciba ha de ser la persona que "me dará felicidad, me
hará sentir especial y satisfará todas mis necesidades".
"Representaré el papel de quien deseas que yo sea, y tú desempeñarás el papel de
quien yo deseo que seas". Ese es el acuerdo tácito e inconsciente. Sin embargo,
representar personajes implica un gran esfuerzo que no se puede mantener
indefinidamente, en particular después de que se inicia la vida en común. ¿Qué
queda cuando se abandonan los personajes? Desafortunadamente, en la mayoría de
los casos no queda la verdadera esencia de ese ser, sino lo que cubre la
verdadera esencia: el ego en bruto privado de sus máscaras, con su cuerpo de
dolor y sus frustraciones que ahora se convierten en ira dirigida principalmente
contra el cónyuge o la pareja por no haber eliminado el miedo subyacente y la
carencia, elementos intrínsecos del sentido egotista del yo.
En la
mayoría de los casos, el llamado "enamoramiento" es una intensificación de los
deseos y las necesidades. Nos volvemos adictos a otra persona, o mejor, a la
imagen que hemos fabricado de ella. No tiene nada que ver con el verdadero amor,
el cual no conoce la carencia. El español es el idioma más honesto con respecto
a las nociones convencionales del amor: te quiero significa a la vez "te deseo"
y "te amo", pero ésta última expresión, en la cual no hay esa ambigüedad, rara
vez se utiliza, quizás porque el amor verdadero es igualmente escaso.
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