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EL DESPERTAR Y EL MOVIMIENTO DE HACIA AFUERA, DE EXPANSIÓN
Tradicionalmente, la expansión natural de la vida de una persona, que se
corresponde con el movimiento hacia afura, ha sido usurpado por el ego, que la
utiliza para su propia expansión. "Mira lo que yo sé hacer, apuesto a que
tú no puedes hacerlo", le dice un niño a otro cuando descubre la creciente
fuerza y destreza de su cuerpo. Se trata de uno de los primeros intentos del ego
por destacarse identificándose con el movimiento expansivo y el concepto de ser
"más que los demás", y fortalecerse disminuyendo a los demás. Claro está que es
solamente el comienzo de la larga serie de percepciones erróneas del ego.
Sin embargo, a medida que se crece la conciencia y el ego pierde el control
sobre la vida, no es necesario esperar para que el mundo se contraiga o se
derrumbe a causa de la vejez o de la tragedia personal a fin de despertar al
propósito interno. A medida que emerge la nueva conciencia en el planeta es cada
vez más grande el número de personas que no necesitan una sacudida dolorosa para
despertar. Se acogen voluntariamente al proceso de despertar mientras continúan
activas en su ciclo de crecimiento y expansión. Cuando el ego pierde su posición
de usurpador en ese ciclo, la dimensión espiritual se manifiesta en el mundo a
través del movimiento expansivo (el pensamiento, las palabras, las obras, la
creación) con tanta intensidad como lo hace en el movimiento de retorno (la
quietud, el Ser y la disolución de la forma).
Hasta ahora, el ego ha distorsionado y utilizado equivocadamente la inteligencia
humana, la cual es apenas un aspecto minúsculo de la inteligencia universal. Es
lo que denomino "la inteligencia al servicio de la locura". Se necesita una
inteligencia superior para dividir el átomo. Usar esa inteligencia para
construir y acumular bombas atómicas es demencia o, en el mejor de los casos, lo
menos inteligente que hay. La estupidez es relativamente inofensiva, pero la
estupidez inteligente es altamente peligrosa. Esta estupidez inteligente, de la
cual encontramos un sinnúmero de ejemplos obvios, amenaza la supervivencia de
nuestra especie.
Sin el deterioro provocado por la disfunción del ego, nuestra inteligencia entra
en sintonía perfecta con el ciclo expansivo de la inteligencia universal y su
impulso creador. Nos hacemos partícipes conscientes de la creación de la forma.
No somos nosotros los creadores sino los vehículos de la inteligencia universal.
No nos identificamos con aquello que creamos, de manera que no nos perdemos en
lo que hacemos. Aprendemos que en el acto de la creación interviene una energía
de la más alta intensidad, pero que no genera tensiones ni representa un "arduo
y agobiante esfuerzo". Debemos comprender la diferencia entre la tensión y la
intensidad, como veremos en espacios más adelante. La lucha o la tensión es
señal de que el ego ha regresado, como lo son también las reacciones negativas
frente a los obstáculos.
La fuerza que impulsa los deseos del ego crea "enemigos", es decir, unas
reacciones que se manifiestan en fuerzas opuestas de igual intensidad. Mientras
más fuerte es el ego, mayor es el sentido de separación con respecto a los
demás. Las únicas actuaciones que no provocan reacciones opuestas son las
encaminadas a lograr el bien de todos. Son incluyentes, no excluyentes. Unen en
lugar de separar. No son por "mi" país sino para toda la humanidad, ni por "mi"
religión sino para el surgimiento de la conciencia de todos los seres humanos,
no por "mi" especie, sino por todos los seres vivos y toda la naturaleza.
También estamos aprendiendo que la acción, si bien es necesaria, es solamente un
factor secundario a la hora de manifestar nuestra realidad externa. El factor
primordial de la creación es la conciencia. Por muy activos que seamos, por
muchos esfuerzos que realicemos, es el estado de conciencia el que crea nuestro
mundo y si no hay un cambio en ese nivel interno, nada lograremos por mucho que
hagamos. Solamente recrearemos versiones modificadas del mismo mundo una y otra
vez, un mundo que es el reflejo externo del ego.
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