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ENCUENTRA TU REALIDAD INVISIBLE E INDESTRUCTIBLE
Has dicho que la identificación con nuestra forma física es parte de la
ilusión. Entonces, ¿cómo puede el cuerpo, la forma física, llevarnos a la
realización del Ser?
El cuerpo que puedes ver y tocar no puede llevarte al Ser. Pero este
cuerpo visible y tangible sólo es un caparazón externo o, más bien, una
percepción limitada y distorsionada de una realidad más profunda. En tu
estado natural de conexión con el Ser, esa realidad más profunda puede
sentirse a cada momento como el cuerpo interno invisible, la presencia
interna que te anima. Por tanto, «habitar el cuerpo» es sentirlo desde
dentro, sentir la vida dentro del cuerpo y así llegar a saber que eres más
allá de la forma externa.
Esto sólo es el principio de un camino interno que te llevará a ahondar
cada vez más en un reino de gran quietud y paz, y al mismo tiempo de gran
poder y de una vida vibrante. Puede que al principio sólo tengas vislumbres
pasajeros de él, pero, poco a poco, empezarás a darte cuenta de que eres
algo más que un fragmento sin sentido en un universo extraño, suspendido
durante un breve período entre la vida y la muerte, al que se le permite
algún breve placer seguido siempre de más dolor y de su aniquilación última.
Por debajo de tu forma externa estás conectado con algo tan vasto, tan
inconmensurable y sagrado, que no puede ser descrito ni concebido; sin
embargo, te estoy hablando de ello ahora mismo. Y hablo de ello no para
darte algo en lo que creer, sino para mostrarte cómo puedes conocerlo por ti
mismo.
Estarás desvinculado del Ser mientras tu mente consuma toda tu atención.
Si te ocurre esto —y es algo que ocurre continuamente a la mayoría de la
gente—, no estás en tu cuerpo. La mente absorbe toda tu conciencia y la
transforma en materia mental. No puedes dejar de pensar. El pensamiento
compulsivo se ha convertido en una enfermedad colectiva. Cuando todo tu
sentido de identidad se deriva de tu actividad mental, dejas de estar
enraizado en el Ser y te conviertes en un constructo mental vulnerable y
siempre necesitado, cuya emoción predominante es el miedo. Lo único
importante está ausente de tu vida: la conciencia del yo profundo, tu
realidad invisible e indestructible.
Para hacerte consciente del cuerpo, necesitas reorientar tu conciencia
mental. Ésta es una de las tareas más esenciales del camino espiritual
porque libera enormes cantidades de conciencia que habían quedado atrapadas
en el pensamiento inútil y compulsivo. Una manera eficaz de hacerlo es
retirar el foco de atención del pensamiento y dirigirlo hacia el cuerpo,
donde, al principio, podremos sentir el Ser como un campo energético
invisible que da vida a lo que percibimos como nuestro cuerpo físico. |
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