RELACIONES
CON LOS HIJOS CUANDO SE TIENE MÁS DE UNO
Obviamente no se educa igual a todos los hijos y ello no nos debe conducir a
ningún sentimiento de culpabilidad. Piénsese en la edad de los padres en cada
ocasión, en la experiencia adquirida como tales, en las distintas expectativas,
en la diferencia de tener o no tener un hermano mayor, etcétera. Nunca dos niños
tienen infancias iguales (aunque intentemos educarlos con los mismos criterios).
Aunque se
quiera igual a todos los hijos, no es natural comportarse exactamente de la
misma manera con cada uno de ellos. Hay que educar desde la individualidad, pues
el mismo fuego con que se endurece un huevo derrite la mantequilla. Cada niño es
especial y único, con sus propias características como persona. No se trata de
darles a todos lo mismo, sino «a cada uno lo suyo».
Se debe
tener cuidado con las hermanas mayores, a las que muchas veces se convierte en
auténticas niñeras sin sueldo, con la merma de libertad que esto conlleva. Puede
delegárseles alguna responsabilidad, pero de forma puntual y sin obligarlas a
asumir el rol de «padre sustituto».
Otra cosa
distinta es la cuestión de si se quiere igual a todos los hijos.
Cuantitativamente quizás, pero cualitativamente es poco probable, pues la
relación con cada hijo es diferente. Debemos saber que esto es así y no vivirlo
como algo antinatural (siempre y cuando no se produzca una injusticia
comparativa).
|