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LOS «NIÑOS NÓMADAS»
Al alargarse la jornada laboral de los progenitores, muchos padres encuentran en
la oferta extraescolar «la salvación», y los niños comienzan un peregrinaje de
actividades como inglés, kárate, judo, música, etcétera. La jornada suele
continuar en la casa de los abuelos hasta que sus padres pueden ir a recogerlos.
Se convierten en pequeños nómadas que van saltando de actividad en actividad o
de casa en casa (abuelos, tíos, amigos...), hasta que llegan a la suya
prácticamente a la hora de dormir. Esta falta de estabilidad en ocasiones
conlleva dificultades de conducta en los niños, que se desorientan, se sienten
cansados y no saben muy bien cómo actuar con tanto cambio. Por ello, insistimos
en que reflexionemos sobre la importancia de dar al niño espacio y tiempo diario
para que lo utilice como crea conveniente. Si es verdaderamente imposible
ofrecer al niño este descanso, desahogo y riqueza, es conveniente que les
marquemos las pautas y normas de comportamiento, les dejemos claro que hay que
cumplirlas y, para ello, dotemos de autoridad a la persona encargada de
cuidarlos.
En ocasiones, los padres optan por llevarse a los hijos al puesto de trabajo,
sobre todo cuando se trata de un negocio propio, y es habitual que veamos niños
en bares, tiendas... e incluso despachos profesionales. De esta forma se evita
el problema de tener que buscar una persona con quien dejar al niño, pero
tampoco es una solución, pues, además del entorno poco apropiado en el que
establecemos la interacción, si estamos trabajando, no podemos prestar la
atención adecuada a nuestro hijo y viceversa.
Es
importante la cantidad de tiempo que pasamos con ellos, pero más importante es
la calidad de ese tiempo. De poco nos sirve que el niño esté toda la tarde a
nuestro lado, ya sea en casa o en el trabajo, si no le dedicamos el tiempo que
necesita para jugar y dialogar, y para resolver las dificultades que se
encuentre, supervisar los deberes...
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