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ALCESTIS Y ADMETO
Amar a otros más que a uno mismo
EL RELATO GRIEGO DE LA DISPOSICIÓN DE ALCESTIS A OFRECER SU VIDA PARA SALVAR
LA DE SU ESPOSO NOS HA LLEGADO COMO SÍMBOLO DE LA MÁS NOBLE MUESTRA DE
AUTOSACRIFICIO EN EL MATRIMONIO. LOS SERES HUMANOS SE SOMETEN A MENUDO A
ALGO QUE SE PARECE AL AUTOSACRIFICIO, PERO QUE REALMENTE ES UN MEDIO SECRETO
DE ASEGURARSE LA LEALTAD DE LA OTRA PERSONA. EL AUTOSACRIFICIO EN EL
MATRIMONIO SUELE SER UNA CIASE DE «TRATO» INCONSCIENTE QUE TIENE POR OBJETO
COMPRAR LA DEVOCIÓN DEL CÓNYUGE. ESTE MITO NOS MUESTRA UN CUADRO DE UN AMOR
QUE ES CAPAZ DE PONER AL SER AMADO EN PRIMER TÉRMINO, Y NO PORQUE SE TENGAN
ESPERANZAS SECRETAS DE RECOMPENSA FUTURA, SINO PORQUE NO EXISTE OTRA
ELECCIÓN POSIBLE PARA EL CORAZÓN.
ALCESTIS,
la más bella de las hijas del rey Pellas, fué pedida en matrimonio por
muchos reyes y príncipes. Como no deseaba poner en peligro su posición
rehusándose a entregarla, por otra parte, se sabía claramente incapaz de
satisfacerlos a todos, Pellas proclamó que ofrecería la mano de Alcestis al
hombre que pudiera uncir a un jabalí salvaje y a un león a su carro, y que
pudiera hacerlos correr por la pista de carreras. Esta noticia llegó
finalmente a oídos del rey Admeto de Ferae. Inmediatamente, Admeto invocó a
Apolo, el dios sol, que le había sido destinado como pastor durante un año
por Zeus, el rey del cielo.
—¿Te
he tratado con el respeto debido a tu jerarquía de dios? —preguntó Admeto al
dios sol.
—Así
ha sido —replicó Apolo—, y yo te he mostrado mi gratitud haciendo que todas
tus ovejas tuvieran gemelos.
—Como un último favor —dijo Admeto—, ayúdame a conseguir la mano de
Alcestis, haciendo que pueda satisfacer las condiciones de Pellas.
—Estaré encantado de hacerlo —respondió Apolo.
Y
llegó el día en que Admeto pudo conducir su carro por la pista de carreras,
tirado por una pareja salvaje formada por un león y un jabalí.
Todo
podía haber salido bien, pero durante la boda, Admeto, embargado por su gran
alegría, se olvidó de hacer el sacrificio acostumbrado a la diosa luna
Artemisa. Y esta no tardó en castigarlo. Al entrar aquella noche en la
cámara nupcial con el rubor del vino en el rostro y engalanado con
guirnaldas de flores, Admeto retrocedió horrorizado. Sobre la cama
matrimonial no le esperaba ninguna bella novia desnuda, sino un montón de
sibilantes serpientes enroscadas. Admeto corrió llamando a gritos a Apolo,
quien amablemente intercedió ante Artemisa en favor de su amigo. De
inmediato le ofreció a la diosa el sacrificio que había olvidado. Y Apolo
obtuvo incluso la promesa de Artemisa de que, cuando llegará el día de la
muerte de Admeto, no se lo llevaría, a condición de que un miembro de su
familia muriera voluntariamente por amor a él.
Este
día fatal llegó más pronto de lo que Admeto esperaba, si bien ya estaba
fijado desde el principio por los Hados. Hermes, el mensajero divino, voló
al palacio una mañana y llamó a Admeto al inframundo. Cundió una
consternación general. Pero Apolo logró ganar algo de tiempo a favor de
Admeto, haciendo que los tres Hados se emborracharan, y de esa forma retrasó
el corte definitivo del hilo vital de Admeto. Este corrió ante sus ancianos
padres, se echó a sus rodillas y les rogó que alguno de ellos diera su vida
por él. Pero ambos rehusaron, alegando que todavía esperaban muchos goces de
la vida y que debía de conformarse con su suerte como todos los demás.
Entonces, por amor a Admeto, Alcestis tomó un veneno, y su alma descendió al
inframundo, cumpliendo así el trato entre Apolo y Artemisa por el que se le
concedía a Admeto una larga vida. Pero Perséfone, diosa del inframundo,
consideró que era algo perverso el que nadie, excepto su amante esposa,
hubiera hecho semejante sacrificio. Como mujer, Perséfone comprendió el gran
acto de amor de Alcestis y decidió recompensárselo. En consecuencia envió a
esta de regreso al mundo de los seres vivos, y esposo y esposa tuvieron una
larga vida llena de gran felicidad.
COMENTARIO: A primera, vista, el mensaje de este relato conmovedor queda
suficientemente claro; una, mujer no puede sentir un amor más grande que el
que la impulsa a sacrificar su propia vida en aras de sus seres queridos.
Pero hay otros temas contenidos en el mito que nos hablan de algo más que de
la naturaleza del matrimonio, y quizá incluso del misterio de la vida misma.
Desde el comienzo, este matrimonio está vinculado a los personajes divinos
que son responsables de gran parte de la acción de la historia. Apolo es un
dios grande y poderoso; sin embarco, actúa como sirviente y amigo de Admeto,
proporcionándole la ayuda necesaria siempre que se la solicita. ¿Quién es
este dios, y qué podría simbolizar en está historia ? Como señor del sol, es
una imagen de la luz; de la luz del espíritu y también de la luz de la
conciencia. Admeto es un hombre consciente y espirituahnente vivo, y por eso
puede enfrentarse al reto que el padre de Alcestis propone a sus
pretendientes. Uncir a un león y a un jabalí a la vez, como pareja de tiro
de un carro, es una imagen del control de los instintos y de saber dirigir
el poder salvaje hacia fines civilizados. En atrás palabras. Admeto ha
realizado el esfuerzo de controlar su naturaleza instintiva y ha construido
una relación duradera con su espíritu interno. En resumen, se halla del lado
de la vida y de la luz; y debido a esto tiene la fortuna de elegir a su
esposa.
A
Admeto se le perdona su primera transgresión, que es la de olvidarse de la
diosa lunar Artemisa. Esta es una deidad relacionada con la naturaleza
salvaje; es un símbolo del instinto puro, y por lo tanto el autocontrol y la
conciencia de Admeto la enfurecen. Pero Apolo soluciona este problema y a
Admeto se le ofrece una vida más larga, con tal de que alguien que lo ame
suficientemente tome su lugar en el inframundo. Entonces Apolo se enfrenta
al problema con los Hados haciendo que estos se emborrachen; una imagen
singular del mito griego, ya que incluso los dioses tienen que obedecer al
destino. Quizá esta historia nos esté diciendo que la conciencia y el
compromiso espirituales proporcionan la posibilidad de liberarnos de la
clase de obligaciones ciegas que los Hados simbolizan. Y quizá incluso la
muerte —al menos a nivel psicológico— pueda controlarse durante algún tiempo
por medio de esta conciencia interior.
Admeto pregunta a sus ancianos padres si desean ofrecerse para evitar que él
pierda la vida. La respuesta de éstos es totalmente opuesta a lo que
podíamos esperar: se niegan categóricamente. El amor de los padres para sus
hijos y de los hijos para los padres, puede ser más bien algo precario, si
nos tomamos en serio el mensaje de esta mítica imagen. Lo que se toma por
amor en las familias es a mentido un vínculo enraizado en la necesidad
mutua, en la dependencia y en el temor a ¡a separación, en lugar de un amor
auténtico que surge del respeto natural y de la generosidad emocional. Por
esta razón, a veces maestras familias nos dan de lado cuando más necesitamos
su validación de nuestra individualidad. Solo Alcestis está preparada para
sacrificarse por Admeto; ella lo valora lo suficiente como para hacer esta
ofrenda sin dudarlo. Aunque puede que nunca tengamos que realizar semejante
sacrificio total por un ser amado, en toda relación existen muchas ocasiones
en las que nuestra afirmación del valor de los demás puede llevarnos a
colocar a esa persona en primer término, sin pensar en las consecuencias que
nos puedan sobrevenir. Este sacrificio no se fundamenta en una esperanza de
recompensa futura, ni está motivado por ningún intento secreto de vincular a
la otra persona con alguna obligación. Surge espontáneamente a partir de un
punto misterioso del corazón y del alma, que no puede hacer otra cosa sino
darse.
Debido a este acto de generosidad total, Perséfone, reina del inframundo,
rehúsa aceptar la muerte de Alcestis y lo devuelve al reino de la vida.
Perséfone es una imagen de las misteriosas dimensiones ocultas de la vida y,
entre otras cosas, simboliza los ciclos de la naturaleza y del tiempo que
están velados a la conciencia racional. No representa el juicio de la
sociedad; refleja una ley de la naturaleza más profunda que trata de las
consecuencias psicológicas. Podemos comprender que ella simboliza las leyes
por las cuales opera, la misma psique inconsciente. Alcestis se ve
recompensado por no haber buscado nunca una recompensa; alcanza la felicidad
debido a que no trata de exigirla; y vive su vida amando y siendo amada
porque ha antepuesto el amor a su propio interés. Seria poco realista
esperar que un ser humano viva permanentemente en semejante estado de total
apertura del corazón. Pero podemos vislumbrar la magia de la recompensa de
Alcestis cuando superamos nuestros motivos e intereses personales, y amamos
a alguien tanto que de alguna forma nos olvidamos, al menos por un breve
tiempo, de nuestras propias necesidades y deseos. Por más breve que sea el
episodio, este constituye una profunda experiencia de curación que renueva
la vida. Sin ella no podemos esperar alcanzar d núcleo esencial de lo que
significa d matrimonio.
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