|
LA GUERRA ES UNA POSTURA MENTAL, UNA FORMA DE PENSAR
En ciertos casos quizás sea necesario protegerse o proteger a alguien más
contra el ataque de otro, pero es preciso tener cuidado de no asumir una
especie de misión para "erradicar el mal", pues podría convertirse
precisamente en aquello contra lo cual se desea luchar. La lucha contra la
inconciencia puede llevar a la inconciencia misma. Jamás será posible
vencer la inconciencia, el comportamiento egotista disfuncional, mediante
el ataque. Aunque lográramos vencer a nuestro oponente, la inconciencia se
habrá alojado en nosotros, o el oponente reaparecerá con otro disfraz.
Todo aquello contra lo cual luchamos se fortalece y aquello contra lo cual
nos resistimos persiste.
Por estos días oímos con frecuencia la expresión "guerra contra" esto o aquello,
y cada vez que lo oigo, sé que se trata de una guerra condenada al fracaso. Hay
una guerra contra las drogas, una guerra contra la delincuencia, una guerra
contra el terrorismo, una guerra contra el cáncer, una guerra contra la pobreza,
y así sucesivamente. Por ejemplo, a pesar de la guerra contra la delincuencia y
las drogas, ha habido un aumento considerable de los delitos relacionados con
las drogas y de la criminalidad en general en los últimos 25 años. La población
carcelaria de los Estados Unidos ha pasado de menos de 300.000 en 1980 a más de
dos millones en la actualidad. La guerra contra las enfermedades nos ha dejado,
entre otras cosas, los antibióticos. En un principio tuvieron un éxito
espectacular y, al parecer, habían llegado para ayudarnos a vencer en la guerra
contra las enfermedades infecciosas. Ahora muchos expertos coinciden en que el
uso generalizado e indiscriminado de los antibióticos ha creado una bomba de
tiempo y que las cepas bacterianas resistentes, las "superbacterias", provocarán
sin lugar a duda un resurgimiento de esas enfermedades, posiblemente epidémico.
Según la Revista de la Asociación Médica Americana, el tratamiento médico es la
tercera causa de fallecimientos después de la enfermedad cardiovascular y el
cáncer en los Estados Unidos. La homeopatía y la medicina china son dos ejemplos
de posibles alternativas de tratamiento que no ven a las enfermedades como el
enemigo y, por consiguiente, no crean nuevas enfermedades.
La guerra es una forma de pensar, y todos los actos derivados de esa mentalidad
tienden, o bien a fortalecer al enemigo, la supuesta maldad o, en caso de ganar
la guerra, a crear enemigos nuevos, males nuevos, generalmente iguales o peores
al que fue derrotado. Hay una conexión profunda entre el estado de la conciencia
y la realidad externa. Cuando caemos en las garras de una forma de pensar como
la de la "guerra", nuestras percepciones se tornan extremadamente selectivas y
distorsionadas. En otras palabras, vemos solamente lo que deseamos ver y lo
interpretamos equivocadamente. Es fácil imaginar la clase de actos emanados de
un sistema tan demente. Claro que en lugar de imaginar, basta con ver las
noticias de la noche.
Debemos reconocer al ego por lo que es: una disfunción colectiva, la demencia de
la mente humana. Cuando logramos reconocerlo por lo que es, ya no lo vemos como
la identidad de la otra persona. Una vez que reconocemos al ego por lo que es,
es mucho más fácil no reaccionar contra él. Dejamos de tomar sus ataques como
algo personal. Ya no nos quejamos, ni acusamos, ni buscamos la falta en los
demás. Nadie está equivocado. Es sólo cuestión del ego que mora en los demás.
Comenzamos a sentir compasión cuando reconocemos que todos sufrimos de la misma
enfermedad de la mente, la cual es más grave en unas personas que en otras. Ya
no avivamos el fuego del drama que caracteriza a todas las relaciones egotistas.
¿Cuál es el combustible? La reactividad, reaccionar en vez de actuar. El ego se
nutre de ella.
|
|