¡SAQUEMOS LO MEJOR DE NOSOTROS!
Hay
personas que, sin darse cuenta, llevan años mostrando su peor faceta, su cara
más negativa y su convivencia más difícil.
Con
frecuencia responsabilizamos de nuestros malos humores a las circunstancias de
nuestra vida. Casi sin darnos cuenta, adoptamos el papel de víctimas, y nos
preparamos para defendernos de los ataques que nos depara el destino. No hemos
aprendido que, estemos bien o mal, depende de nosotros. Personas en
circunstancias extremas nos enseñan cómo son capaces de seguir con ánimo, de
conservar su sonrisa, de facilitar la convivencia, de promover el compañerismo,
de aportar afecto y cariño.
Imaginemos de nuevo un sencillo ejercicio. Pensemos que nos han grabado todos
nuestros pasos durante la última semana y que nos disponemos a ver esas
grabaciones. ¿Qué imagen ofrecerán las cámaras?, ¿veremos a una persona amable,
sonriente, que genera y favorece un buen clima, que ayuda a los que están a su
lado, que se sobrepone ante las dificultades, que se muestra cercana y
comprensiva, que comparte sus sentimientos y muestra su afecto...?; ¿o veremos a
una persona agobiada, cansada, apática, con cara de pocos amigos, que se estresa
con facilidad y se muestra huraña y distante?
Cuando
estamos enamorados nos transformamos, pero, ¿qué nos impide vivir en una
permanente transformación, si ése es el estado que mayor felicidad nos produce a
nosotros y a los que nos rodean?
No
estamos pidiendo que vivamos en una nube, sino que vivamos con lo mejor de
nosotros, que nos regalemos nuestra mejor compañía, que disfrutemos no sólo de
nuestras alegrías, también de nuestros esfuerzos, de nuestro trabajo diario, de
cada responsabilidad que asumimos y cada tarea que afrontamos.
Al cabo
del día respiramos muchas veces, cada respiración la podemos vivir como un
esfuerzo o como una satisfacción. Podemos mirar con ojos sonrientes o con ojos
cansados, el esfuerzo es el mismo, pero el resultado será muy diferente.
Proponemos un ejercicio final: hagamos una lista con todas las cosas positivas
que nos sucedan mañana, desde que nos levantamos. Algunas pistas nos podrán
ayudar a realizar este sencillo ejercicio:
— Podemos
apuntar si hemos dormido en una cama confortable. Sin duda es más positivo que
pasar la noche en un sillón, en el suelo...
—
Apuntemos si tenemos la suerte de poder disfrutar de un café, un té o alguna
bebida reconfortante para desayunar.
—
Escribamos si tenemos el privilegio de podernos duchar y si el agua está a la
temperatura que deseamos.
— Sigamos
apuntando las cosas agradables que nos encontramos a lo largo del día, y nos
daremos cuenta de que cuando llega la noche aún podemos seguir apuntando, aún
veremos un cielo estrellado o encapotado, pero siempre tendremos encima un
firmamento sugerente y atractivo.
Si la vida depende del cristal con que se mire, vamos a verla a través de un
cristal maravilloso, el cristal que todos llevamos dentro, el cristal donde
habremos conseguido que las luces prevalezcan sobre las sombras
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