EL LENGUAJE DE LOS GESTOS
Existen
gestos que delatan nuestros pensamientos y sentimientos (entre los que están las
expresiones faciales, fieles indicadoras de las emociones básicas), que son
inconscientes.
Está
comprobado que sentimientos como el amor o la atracción sexual, pueden hacer
hermosa a una mujer (se le dilatan las pupilas, le brillan los ojos, sonríe
dulcemente...), y atractivo a un hombre (profundiza la voz, se estira, hincha el
pecho, tensa músculos que le disminuyen unos minutos el vientre...).
Existen
incluso personas a las que se les hincha un poco el labio inferior y se les
colorea la piel.
En la
conducta de galanteo se han descubierto gestos delatores de sentimientos. El
juguetear con el pelo, rozar el borde de una copa con un dedo, pasar la mano por
la cabeza, toser, arreglarse la corbata continuamente, sonarse o tocarse la
nariz, son todos ellos gestos que indican un nerviosismo producido por la
atracción que sentimos hacia una persona que está cerca de nosotros, y que
evidencian que deseamos atraerla también a ella.
Los
gestos de las manos son también delatores. El enseñar las palmas de las manos al
charlar es un gesto de apertura hacia el interlocutor. El toser tapándonos la
boca con la mano y enseñando la palma es un gesto que expresa coqueteo,
apertura, deseo de entablar contacto, de atracción... Lo mismo expresan los
brazos extendidos o abiertos hacia la persona que nos acompaña. Sin embargo, el
ocultar las palmas de las manos cerrando los puños, o cruzar los brazos sobre el
pecho, indican que deseamos mantener nuestra «intimidad», nuestro «terreno».
Los ojos
también transmiten sentimientos. Unos párpados que caen lánguidos implican
timidez, galanteo, pudor... Mirar fijamente indica que existe mucha confianza,
cariño, y el hacerlo hacia una persona que se desconoce provoca desafío, pues le
inquieta y puede mostrar agresividad hacia el que mira («¡qué mira usted!»...).
A veces
es difícil mentir porque los gestos nos delatan. Sabemos fingir una expresión
alegre o triste, pero no sabemos mantenerla bien. Si mentimos, no acompañaremos
con gestos lo que decimos, y si lo hacemos, serán gestos bruscos, rápidos y
desorganizados. Además, nos brillarán los ojos y nos sonrojaremos levemente.
También podemos utilizar una sonrisa apaciguadora, nerviosa, no común en
nosotros, para quitar tensión a la situación.
Existen
gestos que delatan desagrado, como echar la cabeza hacia atrás, estirar el
cuello, cruzar los brazos y piernas proporcionando una barrera protectora a
nuestro cuerpo, etc.
No
existen gestos universales, pues cada cultura tiene su propio repertorio. Los
judíos, por ejemplo, mantienen las manos muy próximas al pecho y al rostro, y no
las mueven demasiado. Los italianos, por el contrario, tienen gestos ampulosos y
tienden a tocarse mucho el cuerpo al hablar. Los franceses, por su parte,
utilizan pocos gestos en su comunicación no verbal, pero los que tienen son
elegantes y precisos.
Los
gestos forman parte de una comunicación no verbal casi siempre inconsciente;
existen infinitos, y ni los expertos los conocen todos.