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TRASTORNOS SEXUALES FEMENINOS
Uno de
los trastornos es la falta de deseo sexual, cuando no se muestra interés por el
sexo. Sus causas pueden ser de origen orgánico, psicológico o una combinación de
ambos factores.
Otra perturbación frecuente es el trastorno de excitación que tiene su origen en
la falta de una estimulación apropiada. Si el compañero no sabe cuáles zonas
corporales de su mujer son más sensibles, o qué tipo de estímulo y con qué ritmo
y frecuencia su pareja lo necesita, lo más probable es que haga lo que supone
que es correcto, aunque no lo sea para ella.
Existen problemas como el dolor durante la penetración. La causa más común es la
falta de excitación adecuada, por lo cual, al no producirse la lubricación, la
penetración resulta dolorosa. El miedo al dolor es una de los orígenes de esta
alteración. Puede excitarse mientras sepa que no será penetrada, pero cuando
esta posibilidad aparece, el peligro la hace "cerrarse".
La anorgasmia es la dificultad o incapacidad de alcanzar el orgasmo, aunque el
deseo y la excitación se hayan producido previamente. Su ausencia suele producir
frustración, depresión, baja autoestima y sufrimiento en la mujer. Una salida
incorrecta que buscan algunas mujeres ante esta situación es fingir el orgasmo
para no sentir vergüenza ante su compañero, pero con el tiempo, si no se pone
remedio, suele ser cada vez más difícil llegar al clímax.
La mujer necesita conocer su cuerpo y sus genitales, saber cómo responde ante
los diferentes estímulos. Del mismo modo necesita familiarizarse con las
actitudes de su compañero. Para poder congeniar y conocerse recíprocamente es
imprescindible la intimidad, la confianza y el diálogo abierto entre los dos
acerca de los gustos, preferencias y necesidades sexuales de cada uno. La
comunicación es primordial para lograr una vida sexual grata.
Cada mujer tiene necesidades únicas. La diversidad de trastornos sexuales
femeninos se basan fundamentalmente en uno o más de estos factores: Una
educación sexual represiva, una personalidad inhibida, una infancia traumática,
una relación de pareja inmadura o insatisfactoria, el desconocimiento y el
mantenimiento de creencias o prejuicios que sólo producen frustración, displacer
y sufrimiento personal.
La recuperación de una vida sexual plena es posible, sólo es cuestión de
proponérselo, hablar y confiar en su compañero de vida y, si se considera
necesario, asistir a un sexólogo quien con toda certeza ayudará a encontrar o
mejorar el camino de la felicidad sexual.
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