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El suicidio y las tentativas de suicidio
Llamamos
suicidio a todo acto mediante el cual una persona se quita a sí misma la vida
voluntariamente. Cuando la agresión no llega a tener consecuencias mortales —es
decir, el suicida fracasa en su intento y no muere— se habla de tentativa de
suicidio. Algunos también utilizan el término suicidio frustrado para aquellos
casos en que, con toda seguridad, se hubiese producido la muerte de no haber
intervenido circunstancias totalmente imprevistas e insospechables para aquel
que intentaba suicidarse, como es, por ejemplo, que, estando ya inconsciente,
reciba la visita inesperada de un amigo que lo traslada urgentemente a un centro
hospitalario.
Hay
muchos tipos de suicidios. La gran mayoría se llevan a cabo de forma individual,
pero, a veces, es una pareja la que se suicida (suicidios por amor); también
puede ocurrir que alguien, antes de quitarse la vida, mate a sus seres más
queridos (suicidio ampliado), tal como ha sucedido en el seno de algunas
familias. En otras ocasiones, los suicidios se realizan en grupo, en la historia
encontramos numerosos ejemplos de suicidios colectivos, como los casos de
Numancia y Sagunto, o el más reciente de la Guyana. También se pueden incluir
dentro de las conductas suicidas, es decir, aquellos comportamientos que,
indirectamente, conducen a la muerte, como es el caso de quienes adoptan una
forma de vida intencionadamente repleta de riesgo, consumen drogas, o se niegan
a comer o a tratarse una enfermedad grave.
Más de
mil personas mueren cada día por suicidio en todo el mundo. En muchas grandes
ciudades se produce al menos un suicidio diario. ¿Cuál es el motivo que hace que
sean tantos los que deciden quitarse la vida? En realidad, no se puede hablar de
un motivo, sino de un conjunto de motivos. En un principio, se consideró la
posibilidad de que las tendencias suicidas tuviesen relación con la herencia
genética, ya que los casos de suicidios eran más frecuentes en unas familias que
en otras; sin embargo, no se comprobó la existencia de factores hereditarios,
los motivos radicaban en un aprendizaje familiar del suicidio como posible
solución a una situación conflictiva determinada (camino aprendido), y en la
transmisión hereditaria, no de la tendencia suicida, sino de enfermedades que
pueden conducir al suicidio, como la depresión.
La
depresión, como en general cualquier tipo de trastorno psíquico —incluidos el
alcoholismo y las toxicomanías— es, de hecho, el motivo último de la mayoría de
los suicidios. Existen también otros muchos factores que favorecen el suicidio,
como la soledad, los conflictos amorosos y familiares, el padecimiento de
enfermedades dolorosas, crónicas o terminales, el desempleo, problemas de tipo
económico o judicial y, en general, cualquier situación marcada de una intensa
desesperanza.
No todos
los suicidios obedecen a un auténtico deseo de quitarse la vida. Muchas
tentativas de suicidio no responden sino a un último y desesperado deseo de
expresar y comunicar un drama interior y solicitar ayuda a los demás. Si no se
logra este objetivo, en un futuro intento sí puede desearse realmente la muerte.
No es prudente minimizar estas autoagresiones leves diciendo: «sólo quería
llamar la atención», «es para manipular la situación», etc. En la actualidad, se
viene observando un incremento de los casos de suicidio, una auténtica escala
suicida, similar al caso de las drogas. Las tentativas de suicidio se repiten,
revistiendo cada vez mayor gravedad, hasta que se produce la muerte. La OMS ya
puso de relieve hace años que las tentativas de suicidio aumentan el riesgo de
muerte por suicidio. Hay que desterrar por completo la idea de que «el que avisa
no se suicida», ya que la realidad es que cuando alguien nos alerta acerca de
que existe esa posibilidad lo más frecuente es que llegue a consumar el intento,
sobre todo si no se toman las medidas terapéuticas oportunas.
La
posibilidad de suicidarse no depende del valor de la persona. Los actos suicidas
están más en relación con el estado de ánimo, y se suelen llevar a cabo de tres
modos fundamentales: reflexivamente (todo ha sido minuciosamente premeditado);
impulsivamente (con escasa participación del componente racional, en un acto
casi reflejo), y por último, en un estado de confusión o de bajo nivel de
conciencia, en que la persona no sabe muy bien lo que hace. El proceso se divide
en tres fases; en la primera se considera la posibilidad de suicidarse; luego,
se pasa a una fase de ambivalencia, durante la cual influyen notablemente todo
tipo de acontecimientos externos, y, finalmente, se toma la decisión; esta
última fase se acompaña de una cierta sensación de tranquilidad y bienestar: a
fin de cuentas ya se ha encontrado un modo para salir de una situación
angustiosa. Estas fases clásicas de los suicidios de tipo reflexivo se ven
notablemente reducidas en las de tipo impulsivo.
¿Quiénes
son los que más se suicidan? Como es natural, aquellas personas pertenecientes a
los grupos de población más afectados por todas las causas enunciadas como
favorecedoras del suicidio, pero dentro de éstos, los varones y las personas de
edad avanzada son los que aparecen con más frecuencia en las listas de
fallecidos por suicidio. Los jóvenes y las mujeres, por el contrario, realizan
más tentativas de suicidio, pero estadísticamente mueren menos a causa de las
mismas. En los suicidios el método más utilizado suele ser el ahorcamiento,
arrojarse desde ventanas o puentes y dispararse con un arma de fuego. Entre las
tentativas de suicidio, las técnicas más usuales son la intoxicación con
medicamentos y, en menor medida, cortarse las venas.
La
asistencia médica especializada es imprescindible tras una tentativa de
suicidio; en muchas ocasiones se hace necesario un internamiento psiquiátrico,
aunque sólo sea durante un par de días. Los diversos tratamientos se basan en la
aplicación de fármacos para solucionar un frecuente trastorno psiquiátrico de
fondo, en la psicoterapia individual dirigida a estimular los deseos de vivir,
la proyección de futuro, la integración familiar y social, para lo que se pueden
utilizar técnicas de terapia de familia, psicoterapia de grupo y asistencia
social.
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