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LOS CAMBIO CORPORALES
EN LA ADOLESCENCIA
En este espacio ya hemos mencionado los cambios hormonales y físicos de la
pubertad, apuntando los fenómenos visibles externos como son, por ejemplo,
la aparición de los pechos y el ensanche de la cadera en las niñas, o el
cambio de la voz y el desarrollo muscular en los varones. Los cambios
internos, menos visibles, son también motivo de inquietud y especulación
entre la población adolescente y, a menudo, expresan fantasías de daño e
infertilidad.
Los chicos se preocupan por sus testículos, debido a que uno de ellos suele
ser más grande y colgar más que el otro, ignorando que dicha asimetría es
completamente normal. En general, desconocen su propia biología. Así,
necesitan saber que los testículos producen millones de espermatozoides, que
son llevados en el líquido seminal que segregan las vesículas seminales.
Durante la pubertad temprana, el despertar sexual es acompañado de
erecciones y eyaculaciones nocturnas. La eyaculación ocurre con frecuencia
acompañando sueños con contenido erótico o la autoestimulación. Estas
emisiones nocturnas suelen aparecer al año o a los dos años de los primeros
cambios puberales, a la edad promedio de 13 años (entre 10 y 15 años).
Muchos jovencitos especulan acerca de la relación entre el orinar y el
eyacular, posiblemente porque la orina y el semen pasan por el mismo
conducto, la uretra. Y hay que tranquilizarles diciéndoles que no es posible
orinar y eyacular al mismo tiempo, porque una válvula detiene el flujo
urinario antes de la eyaculación. Otra preocupación habitual es el tamaño
del pene, que es objeto de frecuentes comparaciones en los vestuarios
colectivos (y cuya diferencia de un adolescente a otro es mucho menos
marcada en el momento de la erección). Estas y otras ideas similares pueden
constituir obsesiones secretas, ansiedad y trastornos emocionales,
probablemente acentuadas por el hecho de que la emergente sexualidad del
varón está muy centrada en sus genitales y con frecuencia esta situación es
vivida como algo ajeno a su control.
Por el contrario, el despertar sexual de la niña es un fenómeno más difuso,
con sus órganos genitales más ocultos, con vivencias erógenas o sensuales
más extendidas a nivel corporal y de aparición más gradual y menos
impetuosa. Los primeros cambios puberales, a menudo, ya se notan en las
niñas de 8 a 9 años de edad, con el crecimiento mamario, seguido de la
aparición del vello pubiano, incremento de la grasa corporal, aparición de
un flujo vaginal claro (debido al aumento hormonal de estrógenos), y el
proceso culmina con la aparición de la primera menstruación (menarquia). La
mayoría de las niñas tienen una imagen confusa de lo que son sus genitales,
y es frecuente que adopten actitudes negativas hacia ellos, así como hacia
la menstruación. En conjunto, las fantasías sexuales de las chicas suelen
tener contenidos menos genitales que las de los chicos, y habitualmente
presentan características más románticas, valorizando más los aspectos de
relación.
Con el despertar de la sexualidad, en ambos sexos surgen una serie de
preguntas específicas relacionadas con esa nueva realidad corporal y
espiritual. Los interrogantes más habituales se refieren a la masturbación,
a lo que sucede durante el coito, en qué consiste un orgasmo, y a las
temidas disfunciones sexuales que ellos creen haber tenido o que realmente
han experimentado. Y los profesionales de la salud están precisamente para
eso, para aclarar esas dudas. |
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