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EL COMPORTAMIENTO SEXUAL DEL ADOLESCENTE DEFICIENTE MENTAL
Una cosa salta a la
vista: es preciso dar opciones de relacionarse a los jóvenes de ambos sexos
con deficiencia mental. De lo contrario, si se ven obligados a prescindir de
las cotidianas relaciones humanas o a restringirlas al ámbito familiar, se
provocan amargos sentimientos de soledad (¡tanto tiempo libre cargado de
soledad!) y se generan lazos de excesiva dependencia interfamiliar. Incluso
hay quien advierte que muchas desviaciones sexuales son el resultado de
haber reprimido necesidades que tenía el joven en su momento. Dejemos, pues,
que se den espontáneamente las relaciones sociales y no olvidemos que de una
relación de pareja puede surgir una simple y al mismo tiempo, maravillosa
amistad, o una relación sexual, o quizá, quién sabe, un matrimonio...
La reflexión ética debe partir del reconocimiento del derecho de las
personas con deficiencias a su autorrealización y que ésta no puede darse
sin una integración de su sexualidad, ya que siguen siendo, a pesar de sus
deficiencias, seres sexuados. Así, su masculinidad y feminidad tienen en
principio el mismo sentido que en las personas sin deficiencias.
Ciertamente, el significado de la sexualidad del joven retrasado está
marcado por su escasa posibilidad de expresión verbal, teniendo que tomar el
relevo la expresión corporal, como cauce de comunicación fundamental para
estas personas. Tengamos presente, pues, que cuando un chico toca a una
chica quizá no está buscando una relación sexual, sino simplemente tomar
contacto con ella. Es claro que la admisión de tales manifestaciones
comporta riesgos y dificultades indiscutibles. Pero hay que ser conscientes
de que su sistemática represión acarrea consecuencias aún más negativas.
Detengámonos en el tema polémico de la masturbación. Práctica frecuente en
los jóvenes deficientes mentales, que les ayuda a descargar tensiones y que,
por otro lado, para numerosos muchachos, este "sexo solitario" constituye el
único posible. No parece justo calificar este comportamiento como pecado en
el sentido ético cristiano, ya que no existe en muchos casos una conciencia
moral del que lo practica. También hay que tener en cuenta que, si el joven
deficiente no ha llegado a este comportamiento sexual, el educador no tiene
derecho a inducirle a ello, aunque este profesional lo considere una
práctica normal y, en consecuencia, incluible en un programa educativo. Sin
embargo, hay que educar a los jóvenes que se masturban de la misma manera
que se les enseña sobre otras actividades que no deben realizar
públicamente.
Las relaciones homosexuales son raras en instituciones mixtas en donde se
permite relacionarse ambos sexos. Con todo, no se debe inducir a la
actividad genital, ya que este terreno adquiriría un excesivo acento y se
aislaría de todo el conjunto de la vida afectiva. Es importante saber que
los deficientes psíquicos -con excepción de los retrasos mentales leves, es
decir, los que sólo están un poco por debajo del nivel "normal"-, casi nunca
llegan por sí mismos a la relación genital-sexual específica del coito.
Obviamente, hay que impedir la posibilidad de procreación entre adolescentes
deficientes mentales. Asimismo, habrá que estudiarse cada caso de
enamoramiento o noviazgo para dilucidar si existe o no posibilidad futura de
vida en pareja. Es injusto impedir el matrimonio por principio a toda
persona con retraso mental, ya que se trata de un derecho básico del ser
humano; sólo puede negarse cuando existen motivos graves y seguros de
incapacidad para asumir las responsabilidades de la vida matrimonial. No
obstante, hay autores que dudan sobre la eficacia del "matrimonio
protegido", bajo continua vigilancia de personal especializado.
Cuando se determine un control de natalidad, primero habrá que optar por
medidas de simple anticoncepción medicamentosa (en mujeres) o en asociación
con inhibidores del impulso sexual (en ambos sexos), en vez de medidas
mutiladoras como la esterilización quirúrgica, aunque éstas pueden estar
plenamente indicadas en determinados casos, y van desde la sección de
conductos deferentes (vasectomía) en el hombre, a las ligaduras de trompas
(salpingectomía) en la mujer.
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