Se dice que todo lo que fue vivido como importante desde
la infancia se reactualiza, consciente o inconscientemente, en las conductas
o en las sensaciones del joven adolescente. Así, si al propio sentimiento de
pérdida (por la infancia perdida) y al consiguiente proceso de duelo que
deben soportar todos los adolescentes unimos otro sentimiento de pérdida,
más real si
cabe, con la ruptura familiar, se comprenderá lo delicado
que es este período en la vida del hijo de padres separados.
En algunos casos, podemos asistir a un curioso fenómeno:
retirada estratégica o aplazamiento de la entrada en la adolescencia. Aunque
la etapa adolescente implica una mayor maduración de la personalidad y del
crecimiento moral, algunos chicos optan por efectuar una "retirada
estratégica", mientras que otros sufren una "interferencia temporal" en la
entrada plena de la adolescencia (algunos pueden presentar una "prolongada
interferencia"). Es una especie de impasse, en el cual el joven se
acomoda en espera de mejores circunstancias. A veces puede tratarse de una
auténtica regresión a etapas anteriores, más infantiles. En general, es
frecuente en los adolescentes una sensación de malestar y de ansiedad con
respecto a las cuestiones relacionadas con el sexo y una profunda
preocupación por el futuro matrimonio.
Con todo, la visión más realista de la situación familiar
agudiza los sentimientos del adolescente hacia sus padres, produciéndose
cambios en relación con ellos. El sentimiento de enfado, por ejemplo, es una
respuesta común en la mayoría de los adolescentes. Sin embargo, hay un
reconocimiento de la infelicidad de los padres (al menos de uno de ellos) y
de que necesitan ayuda; todo lo cual cataliza el incremento de maduración,
evidente en la mayoría de estos jóvenes, mostrando algunos una aparente
mayoría de edad.
Empiezan, también, a preocuparse por las necesidades
económicas de la familia e intentan, en muchos casos, asumir en casa el
papel del padre ausente, lo cual conlleva un potencial peligro, como, por
ejemplo, impedir al progenitor que se ha quedado solo que acceda a una nueva
situación de vida en pareja, o controlar excesivamente al padre custodio,
fiscalizando sus mínimos actos cotidianos: con quién sale, horarios de
regreso a casa, ropa que lleva, etc.
Por su parte, hay algunos progenitores que empujan al
adolescente a que asuma funciones parentales que en otras circunstancias
estarían totalmente vedadas para él, como, por ejemplo, a que tenga plena
autoridad sobre sus hermanos menores. En otros casos, la trampa de la
complicidad con un progenitor, al cual se ha idealizado, atrae al joven a
consagrarse a él/ella para toda la vida. "No me casaré, porque mamá se
sacrificó por nosotros. Todo lo que gane cuando trabaje se lo daré amamá."
Las soluciones son diferentes según se trate de chicos o chicas, aunque los
problemas aparecen inexorablemente con la adolescencia.
El momento en que se produce la separación de los padres
también influye en la reacción del hijo adolescente. Así, cuando la ruptura
matrimonial es antigua, acontecida cuando el actual adolescente era un niño
pequeño, quizá ha dado tiempo a una desvinculación de la situación
conflictiva inicial y a un proceso de desidealización parental,
permitiéndole al adolescente un relativo distanciamiento de la situación
parental. Las circunstancias conflictivas pueden surgir cuando aparecen
figuras de padres sustitutos, padrastros o madrastras, y los adolescentes
los rechazan (aunque también damos fe de otras situaciones en que el joven
agradece encarecidamente la presencia del recién llegado). Cuando las
relaciones parentales después de la separación han sido mediocres o, sobre
todo, cuando uno de los padres ha desaparecido de la vida del adolescente,
éste puede encontrar dificultades de identificación por faltarle una de sus
líneas parentales, o realizar una "identificación negativa" con la
información a retazos que recibe del progenitor ausente, habitualmente sobre
los elementos más negativos de su personalidad ("tienes el mismo mal
carácter que tu padre", "serás tan golfa como tu madre"...).
Ya hemos citado las eventualidades más frecuentes en que
puede encontrarse el adolescente cuando se separan los padres. La denominada
"injerencia en el desarrollo" del chico dependerá de la fortaleza de su
personalidad, de la calidad de las relaciones con sus padres, etc. Con todo,
hay que destacar la habitual capacidad del adolescente para saber
distanciarse del conflicto parental.