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La proporción áurea
En el Códice Atlántico
–la lista de los libros de la biblioteca de Leonardo redactada por el propio
artista–, aparece un título revelador: Diseños de máquinas y de las artes
secretas, donde el término «artes secretas» equivale precisamente a ciencias
ocultas, confirmando las teorías de los investigadores. Las referencias
herméticas son constantes. Por ejemplo, resulta muy interesante su
utilización del rectángulo áureo, sobre el cual trata la obra de Luca
Pacioli, De Divina Proportione, publicada en 1509 e ilustrada por el propio
Leonardo.
En la antigüedad, este número de oro fue utilizado por numerosos arquitectos
que lo introdujeron en las construcciones sagradas. Lo hallamos en la gran
pirámide de Keops, en el Partenón, y en la obra de Leonardo, que siempre
privilegió esta «proporción divina». La investigación sobre esta constante
fue impulsada por Leonardo Fibonacci (Pisa, 1170-1240), quien desde muy
joven mostró un notable interés por las matemáticas y estudió los textos
árabes sobre álgebra, así como las traducciones de los geómetras griegos por
parte de los eruditos del Islam.
En
el Renacimiento europeo, esta proporción divina pasó a formar parte
integrante de muchas obras, condicionando la forma de las telas y muchos
otros detalles técnicos. Los estudios de Leonardo sobre el cuerpo humano
muestran que constituye la relación estéticamente más bella de la longitud
entre los miembros (por ejemplo, tronco-piernas). El célebre Hombre de
Vitrubio de Leonardo es un buen ejemplo. Esta figura también está
relacionada simbólicamente con la estrella de cinco puntas, que en algunas
culturas antiguas representaría a Sirio y para Pitágoras tendría un
significado místico como emblema de la perfección.
Las cinco puntas de la estrella representan los cuatro elementos
constitutivos del mundo (Fuego, Tierra, Aire y Agua), equilibrados por el
quinto (Éter o Quintaesencia). El hombre que aparece en el interior de dicha
estrella sería un ser puro, el “Ser de Luz”. Su forma surge de la suma del
tres masculino, y el dos, cifra femenina evocadora del principio de
dualidad. Estos valores simbolizan la esencia del ser humano dentro del
Universo, representado por el círculo. De este modo, se genera una unión
íntima entre cuadrado y círculo, dos figuras geométricas en las cuales las
proporciones humanas son perfectamente inscribibles.
El cuadrado corresponde a la tierra y a la materialidad, mientras que el
círculo denota el cielo y la espiritualidad. Su unión se interpreta como una
gran síntesis: la coincidentia oppositorum (coincidencia de los opuestos),
que representa la realización de la Gran Obra, cuyo símbolo es la Cuadratura
del Círculo.
La magia atribuye al pentáculo con la punta orientada hacia arriba un enorme
poder ritual por todas estas correspondencias. La gran innovación de
Leonardo está en haber superpuesto, en el mismo dibujo, la figura humana, la
estrella de cinco puntas o pentáculo estrellado, y la fusión del círculo y
el cuadrado, en una poderosa síntesis que representa al Hombre Universal
(microcosmos) como centro del Cosmos (macrocosmos). Estamos ante una
expresión plástica del Adán Kadmon, que se superpone al Árbol de la Vida
cabalístico como emblema de la Creación. |
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