|
PROBLEMAS DEL HOMBRE: EL TAMAÑO DEL PENE. ME CRECEN LOS PECHOS
Los aspectos andrológicos referentes a la sexualidad, sin tener la amplitud
de la temática ginecológica, no deben relegarse de los exámenes médicos
rutinarios. La exploración de los órganos reproductores y del desarrollo
sexual es de obligado cumplimiento en la visita médica de los chicos.
Asimismo, es útil que los jóvenes conozcan la terminología y las
características de su anatomía sexual, tales como los testículos, el pene,
la uretra, la próstata, el epidídimo y las vesículas seminales, que pueden
encontrar en cualquier tratado de ciencias naturales.
¿Cómo está el pene? Esta pregunta universal tiene más que ver con el
autoconcepto del adolescente y sus inseguridades personales que con la
realidad anatómica de esta porción corporal. Desde el punto de vista médico,
los temas a tratar son: la balanitis, la fimosis y parafimosis, el
hipospadias, la uretritis, la hematospermia, el priapismo y la circuncisión.
La balanitis es la inflamación del glande del pene. Es más habitual entre
los chicos que tienen prepucio, el repliegue de piel que cubre el glande (o
sea que no han sido circuncidados: supresión quirúrgica del colgajo de piel
del prepucio), y en especial entre los que tienen fimosis. Puede ser causada
por irritación local, infección o malos hábitos higiénicos. Se manifiesta
con picor (prurito), ardor, hinchazón y enrojecimiento del glande. Debe
indicársele al joven la necesidad de una correcta limpieza de la zona y que
evite el uso de productos espermicidas, preservativos de látex o
lubricantes, si se les identifica como la causa. El tratamiento médico es a
base de cremas, o también quirúrgico, con la circuncisión, si se repiten
mucho las balanitis.
Pasemos a la fimosis y veamos cómo se genera. Durante los primeros años de
vida, el prepucio no puede retraerse para exponer el glande. Al llegar a la
edad escolar, el 90 % de los niños ya pueden exponer el glande. Cuando la
retracción del prepucio es difícil, el adolescente debe deslizarlo
suavemente hacia atrás, preferentemente cuando se está bañando. A veces, el
prepucio puede estar adherido al glande con tal firmeza que no sea posible
desplazarlo: ese estado se denomina fimosis. Con el tiempo puede causar
molestias al orinar y al practicar el coito. La sencilla técnica quirúrgica
de la circuncisión soluciona el problema. Otra cuestión es la parafimosis,
que es cuando se puede retraer el prepucio pero luego no es posible volver a
colocarlo sobre el glande. Y esta situación produce dolor y se hincha el
glande (por edema, acumulación excesiva de líquidos). Se puede corregir
aplicando paños fríos y lubricantes, pero es recomendable la circuncisión
para evitar nuevos sustos.
El hipospadias es un defecto de nacimiento del pene. El conducto de la
uretra no desemboca en la punta del glande, sino a medio camino, por debajo
del glande, y éste, además, acostumbra a estar curvado. Las formas severas
de hipospadias se corrigen quirúrgicamente durante la infancia, pero las
formas leves, a menudo, no se descubren hasta la pubertad, cuando la
erección se produce, sorprendentemente, ¡con curva!
La uretritis, inflamación de la uretra, se manifiesta por salida de pus
(descarga purulenta) y dolor al orinar (disuria). Es siempre debida a
enfermedad transmitida sexualmente (ETS) y requiere tratamiento antibiótico.
La hematospermia, aparición de sangre en el semen, a pesar de la alarma
inicial, es un fenómeno benigno en la mayoría de los casos. Ocasionalmente
puede ser manifestación de inflamación de la próstata (prostatitis) en un
adolescente que, además, tendrá urgencia para orinar, disuria, dificultad
para vaciar la vejiga, dolor en la pelvis y fiebre. En este caso requiere
tratamiento antibiótico. El priapismo es una erección totalmente
involuntaria, persistente y dolorosa. Puede darse como respuesta a
sustancias medicamentosas y tóxicas, o a otras causas, y precisa siempre de
atención médica.
La práctica de la circuncisión, habitual en las religiones judía y
musulmana, así como en gran parte de la población norteamericana, no
presenta razones médicas para su realización rutinaria, aunque aporta
ciertos beneficios, como una reducción en el riesgo de infecciones urinarias
en el varón y probablemente un menor riesgo de cáncer de cuello del útero
(cáncer cervical) en la pareja.
Dejando ya el pene, nos queda un problema que puede revestir para algunos
gran severidad: el varón con pechos de mujer. Esta situación se llama
ginecomastia puberal y afecta al 60 % de los adolescentes varones. Aunque de
entrada produce un mayúsculo susto, desaparece espontáneamente en la mayoría
de los casos con el progreso de la maduración sexual. El crecimiento del
tejido mamario ocurre habitualmente entre los estadios 2 y 3 de Tanner. No
hay que confundir esta situación con los abultados pechos de los
adolescentes obesos (pseudoginecomastia). También hay que tener en cuenta
que una serie de medicamentos pueden estimular la ginecomastia, como es el
caso de los antidepresivos, la cortisona y la insulina, así como narcóticos,
anfetaminas y marihuana. Asimismo puede ser debida a un trastorno genético
(síndrome de Klinefelter) o a enfermedades de la glándula tiroides. Sin
embargo, el varón sano, sin síntomas asociados, que está transitando por la
pubertad, no necesita atención especial alguna: sólo paciencia y
comprensión.
Claro está que algún que otro adolescente puede estar muy preocupado por
esta situación, bien porque es víctima de bromas, o porque tiene fantasías
de que se volverá homosexual o que se está transformando en mujer. La
explicación médica tranquilizadora se impone y, en los casos en que persiste
intensamente la preocupación, puede ofrecerse la solución estética con la
corrección quirúrgica. |
|