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Las piedras de Ica.
Sucedió en 1975. Un joven periodista español por entonces desconocido
publicó un libro al que tituló Existió Otra Humanidad. El trabajo
investigativo y con aires detectivescos hacía mención a unas extrañas
piedras grabadas que, desde su aparición, habían perturbado la
tranquilidad del departamento de Ica, ciudad costera enclavada en pleno
desierto peruano y lindante con Nazca, cuna de las famosas líneas.
El autor, un ignoto J. J. Benítez, demostraba poseer una pluma prodigiosa
y profunda, dotes que más tarde aplicaría en la meticulosa construcción de
Caballo de Troya, convertida con el tiempo en una saga novelística de fama
mundial.
Para cuando Benítez da a conocer sus impresiones recogidas en Ica, el
asunto de las piedras grabadas ya ha trascendido fronteras, instaurando el
debate dentro de una atribulada comunidad científica, que se resiste a
creer lo que grafican las piedras. Y es que el tema de los gliptolitos
-como se los apoda popularmente- genera rechazos y adhesiones por igual.
¿Cómo concebir una Humanidad conviviendo con los grandes saurios, y en
eras tan remotas como el período Secundario y parte del Terciario?
¿operaciones de Cerebro?, ¿de corazón?, ¿viajes al espacio? ¿Será posible
un Homo Sapiens pensante en tan remota antigüedad?.
Los debates son acalorados y las deserciones tempranas. No todos los
académicos desean mezclarse en un descubrimiento tan espinoso que echa por
tierra la mayoría de los postulados sostenidos. Comienza a escucharse con
fuerza la palabra fraude, aún a costa de no realizar ningún estudio in
situ, ni siquiera por curiosidad. Los arqueólogos también lo evaden. La
bendita reputación...
Pero el libro de Benítez no descubría la pólvora. Cuatro siglos antes, un
comentarista indígena, Juan de Santa Cruz Pachacuti Llamqui, escribe en su
Relación de Antigüedades de este Reyno del Pirú, que en tiempos del inca
Pachacútec fueron halladas en el reino de Chincha, en Chinchayunga, muchas
piedras labradas denominadas mancos -que sirven para mandar-, a cargo de
un personaje poderoso del reino. Sabemos que los incas enterraban a sus
muertos con ofrendas y joyas, y hay confirmación que en algunas
excavaciones fueron encontradas este tipo de piedras. Pero, estos
jeroglíficos de significación tan compleja, ¿pueden ser atribuidos a
pueblo que no conoció la rueda, y que en materia de escritura se manejó
con nudos o quipos? La idea no cierra...
En la década de los 60 las piedras volvieron al ruedo tras varios
hallazgos que se suceden en la zona de Ocucaje, Ica. Una de las primeras
intervenciones serias a favor de las piedras se produce por el interés de
un arquitecto, Santiago Augusto Calvo, que practica las primeras
excavaciones junto a Alejandra Pezzia Assereto, en ese momento Conservador
del Museo Regional de Ica. Calvo contaba con una interesante colección de
algunos cientos de ejemplares que había sometido a pruebas de laboratorio,
revelando los análisis que las piedras procedían de capas de flujo
volcánicos correspondientes a series de la era Mesozoica, o sea de la
época conocida como Secundaria. Pero sus trabajos tampoco prosperan.
En 1972 se celebra en Lima el Primer Congreso de Arqueología Andina, donde
por vez primera un académico peruano, Hermann Busse, expone el caso ante
los demás estudiosos declarando: "Otros hombres respetables creen en
ellas, en su legítima y certificada antigüedad. Por eso ante la opinión de
los profanos, resulta extraño que los arqueólogos profesionales las
rechacen de plano". Pero continúa la incomprensión. Sin embargo un nombre
empieza a ser conocido. Un médico respetable que ha fundado un Museo donde
albergar estas Piedra y que parece ser el único capaz de traducir el
mensaje.
Javier Cabrera Darquea: el hombre que hablaba con las piedras.
Quién fuera bautizado como hijo predilecto de Ica, llegó al mundo en 1924.
Su descendencia exhibía con orgullo una línea directa que lo emparentaba
con el capitán español Don Jerónimo Luis Cabrera y Toledo, que en 1563
fundara la Villa de Valverde del Valle de Ica. Javier Cabrera Darquea
estudió la carrera de Medicina, graduándose en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, Lima, especializándose como cirujano.
La vida de este médico peruano hubiera seguido por carriles de lo más
normales de no ser por el asunto de las Piedras. En El mensaje de las
Piedras Grabadas de Ica, libro de su autoría, Cabrera relata el encuentro
que marcaría para siempre su destino: "En los primeros días de mayo de
1966, Félix Llosa Romero, amigo mío desde la infancia, atravesó la Plaza
de Armas de la ciudad de Ica y llegó a mi domicilio donde yo tenía
instalado mi consultorio. Félix sostenía en la mano derecha una pequeña
piedra. 'La he traído para ti', me dijo. 'Te la obsequio; es bonita y se
verá muy bien como pisapapeles en tu escritorio'. La tomé en la mano y me
sorprendió su gran peso. Era una piedra ovalada, de color negruzco y tenía
grabada en un lado de la superficie la figura de un pez desconocido. La
piedra me pareció extraña".
Y gracias a este encuentro fortuito comenzó a escribirse un nuevo capítulo
en la historia de estas piedras, que se vería coronado con la fundación de
un Museo. "Con el propósito de despertar el interés por las piedras
grabadas en los científicos del país y del extranjero que pudieran visitar
la ciudad de Ica, decidí formar una colección de ellas para exhibirlas en
el local de la Casa de la Cultura de la ciudad. Con mi propio peculio
empecé a adquirir ejemplares y así me proveí de más de cinco mil que
pasaron a exhibirse en el local de la mencionada Institución". Con el
tiempo, Cabrera se transformaría en uno de los mayores coleccionistas del
Perú, llegando a reunir una cifra cercana a los 11.000 ejemplares.
Después de ponerse en funcionamiento el Museo, el médico se dedicó por
completo al estudio de las piedras. En la época que fue entrevistado por
J. J. Benítez, Cabrera contabilizaba en su haber ocho años de intenso
trabajo en el tema, alternando la actividad con sus labores en medicina,
práctica que nunca abandonaría. Aunque carecía de estudios más profundos
para enfrentar el reto de descifrar los motivos grabados en los
gliptolitos, su intuición e inteligencia le ayudaron a encontrar una pista
que otros investigadores no habían reparado.
"Desde el primer momento en que comencé a adquirir estas piedras me di
cuenta que se trataba de una biblioteca (...) Durante meses y meses compré
y conseguí cuantas piedras pude. Ningún grabado era igual a otro, nunca se
repetían. Aquello, repito, podía seriarse. Y empecé a descubrir después de
no pocos estudios que todo parecía tener un sentido. Aquellos grabados y
altorrelieves constituían ideografías. Pasé miles de horas investigando,
analizando y sopesando cada una de las piedras que me habían ido llegando.
(...) Toda mi obsesión estaba centrada en encontrar alguna piedra a través
de la cual pudiera conocer la antigüedad de la civilización que había
trabajado semejante biblioteca". Sólo cuando Cabrera logró hacerse con un
gliptolito en el que se mostraba el ciclo biológico de un dinosaurio,
comprendió la magnitud del problema que enfrentaba. Porque no hay duda de
que sólo un observador entrenado podía haber retratado en la piedra un
motivo semejante. Un observador tan avanzado como nuestra especie actual.
Estas revelaciones causaron conmoción al hacerse conocidas, y provocaron
los primeros enconos hacia la figura del respetado médico, pero Cabrera no
hizo caso de las críticas mordaces y se dedicó al refinamiento de la
técnica que a pesar de su ortodoxia, aseguraba los resultados más
espectaculares. "Del examen de un número grande de Gliptolítos he llegado
a la conclusión de que sus grabados obedecen a un sistema de comunicación
en el que se ha usado las figuras y elementos de las mismas para
transmitir sujetos, acciones, objetos, cualidades, circunstancias. Estos
símbolos permiten descifrar sucesos simples y complejos (...) He logrado
distinguir tres tipos de símbolos. Uno de ellos se caracteriza porque su
significado está dado por lo que ha simple vista representa. Por ejemplo:
la figura de un ave es el símbolo del ave (...) El otro tipo de símbolo
consiste en una figura cuyo significado no es lo que ha simple vista
representa la figura, sino algo que trasciende, por ejemplo: el dibujo de
un ave es símbolo de un aparato de vuelo (...) Otro tipo de símbolo es
aquel en el que la figura no identifica nada a simple vista, por no tener
parecido a ningún objeto, a ningún vegetal, animal ni hombre. Por ejemplo:
un conjunto de cuadrículas puede significar vida humana o capacidad
reflexiva, la cantidad de cuadrículas significa expresión numérica, líneas
paralelas son el símbolo de vida vegetal o conocimiento en general, un
conjunto de rombos significa vida animal, dos círculos concéntricos es el
aparato de vuelo cósmico".
Sin embargo la polémica se desató cuando el valiente médico dio a conocer
otra novedad en el asunto de las piedras, que desde ese entonces dividiría
a los entendidos entre creyentes y no creyentes:
"Hace millones de años, hombres de una inimaginable sapiencia, así como de
una increíble antigüedad, procedente de una humanidad establecida en un
planeta del Cosmos, llegando a la Tierra cuando la vida se hallaba en
evolución. Sabemos que provenían de su planeta situado en la constelación
de las Pléyades, uno de los cúmulos de estrellas que forman parte de más
de cien mil millones de estrellas que componen nuestra Galaxia, la Vía
Láctea (...) Estos Gliptolítos nos dicen que el conocimiento humano llegó
del cosmos, traídos por los Hombres Gliptolíticos con el propósito de
entregarlo a seres biológicamente más capacitados para ellos. El
notharctus -una especie de lemur-, fue el animal elegido para la recepción
del conocimiento y a partir de él se generó una escala de seres
inteligentes, en la que cada uno recibió un nivel cognoscitivo de acuerdo
con la función que debía desempeñar en le planeta. Los hombres
gliptolíticos fueron entonces hombres eminentemente cognoscitivos, que
para subsistir en este hábitat planetario tuvieron necesidad de hombres,
elevados a determinadas categorías para que realizaran las tareas
manuales, técnicas y científicas".
Una afirmación semejante bastaría para destruir la carrera más
sobresaliente, pero nada parecía detener a este médico que desde el
departamento de Ica continuaría asombrando y generando debates, que el
tiempo transformaría en 25 años de larga investigación. Adentrémonos en
algunos de los capítulos más relevantes que constituyen el legado de la
biblioteca lítica.
El hombre coincidió con los grandes saurios.
Una de las secciones claves de este particular museo lo conforman una
serie de piedras que grafican la convivencia de aquella humanidad con los
dinosaurios. Antes de exponer los mensajes que sobre este tema sobresalen
en los gliptolitos, invito a repasar algunos de los pensamientos
científicos que sobre la materia se edificaron en los últimos doscientos
años, y que, cómo veremos aún rigen los destinos de la antropología,
arqueología, y paleontología en la actualidad.
Jadwiga Pasenkiewicz, una antropóloga polaca, expone con maestría los
desacuerdos que entre los científicos suscita la historia del pasado
remoto del hombre: "El siglo XIX ha sido un anfiteatro de importantes
contiendas entre los investigadores, que descubrían la gran antigüedad del
hombre y de la Tierra, y las universidades atadas a posiciones
dogmatizadas, en los que se defendía a ultranza la tesis de que el mundo
fue creado 4.000 años antes de Cristo. Los geólogos y arqueólogos que
encontraban depósitos aluvionales y en grutas de Francia e Inglaterra
restos humanos entremezclados con huesos de animales extintos en Europa
desde cientos de miles de años, fueron todos sin excepción, declarados
falsarios, mistificadores o especuladores por las luminarias de la ciencia
de la época".
Según la estudiosa, hubo investigadores que no renunciaron a hacer
públicos sus hallazgos. Estos diletantes (aficionados), como vulgarmente
se los bautizó, tuvieron el coraje de ir en contra de la corriente de la
época. Uno de esos héroes es el explorador inglés Goldwin Austen, de quién
Pasenkiewicz menciona, desenterró debajo del estrato de estalagmita de una
gruta, huesos humanos y de animales extintos y tuvo el coraje de afirmar
que "estos huesos se encontraban en el sitio antes de la formación del
depósito". Pero había que hacer frente a luminarias como Cuvier, quién
declaraba "que las especies extinguidas habitaban las cavernas antes de la
aparición del hombre y la estratificación de los depósitos fue
(intencionalmente) alterada".
Si la Inquisición ha refrenado a los pensadores más importantes
destruyendo bajo su autoridad toda oposición considerada peligrosa, la
Biblia se alza aún como material de estudio que muy pocos desean
contradecir por el consabido temor al escándalo. Los descubrimientos se
adecuan a los dictados del Génesis o en todo caso se adaptan. Un tal V.
Meunier escribe en su obra Los Ancestros de Adam "que los hombres fósiles
no se encuentran íntegros porque Dios no quería que los restos de las
nobles criaturas aparecieran en los museos, junto a los escombros más
despreciables". Ejemplo perfecto de adaptación.
Sólo Darwin provocaría un terremoto con sus hallazgos, abriendo una brecha
que aún subsiste en nuestros días. Pero ni la Teoría Evolucionista
modificaría la creencia de que el hombre hizo su aparición en el
Cuaternario negándole la posibilidad de mayor antigüedad. Y este
pensamiento vuelve imposible la coexistencia del Hombre con los saurios,
que se supone vivieron en el Mesozoico (Edad Secundaria)
Este breve repaso ha servido para que el navegante tome conciencia de los
obstáculos que un descubrimiento como el descrito debe afrontar.
Advertido, se lo invita a proseguir con la serie de gliptolitos consagrada
al famoso Parque Jurásico.
Los grabados de esta serie no dan lugar a confusión: aparecen seres
humanos al lado de las especies antediluvianas. Pero la humanidad
representada difiere un tanto de lo que esperaríamos como antecesores:
hombrecillos bajos, de vientre ancho y cabeza grande, manos con cuatro
dedos. Entonces ¿raza intermedia o hombres ignotos? El Dr. Cabrera tiene
la palabra: "Era de notar el hecho singular de que las figuras humanas
representadas mostraban una conformación física diferente a la del hombre
actual y por lo tanto a los de los hombres incas y preinca -éstos formaron
parte de la actual humanidad- y aunque ciertos adornos que las figuran
detentaban en la cabeza parecían ser semejante a los actuales, tenían
rasgos que lo diferenciaban. Era de destacarse asimismo que los animales
representados, si bien parecían ser semejantes a los actuales, tenían
rasgos que los diferenciaban. Esto me llevó a consultar manuales de
Paleontología para salir de dudas. Y encontré que tenían una identidad
morfológica con animales prehistóricos, aquellos que vivieron en épocas
remotas".
Pero los manuales de paleontología ignoran un dato que sobresale en las
ideografías de las Piedras. Un dato, que contradice la famosa imagen que
tenemos del dinosaurio naciendo de un huevo completamente formado...
"... La Paleontología refiere que el dinosaurio era ovíparo y que la
hembra ponía los huevos en la arena para que calentados desarrollaran sus
crías, pero en una piedra grabada encontré una sucesión de figuras
dispuestas en todo el contorno y que concluía en las figuras de dos
dinosaurios adultos junto a otro muy pequeño, a los que identifiqué como
pertenecientes a la especie estegosaurio. Indudablemente se trataba del
macho, la hembra y su cría. Las otras figuras sucesivas partían de una
forma larvaria que recordaba a la larva de renacuajo de los anfibios,
continuaba en una figura semejante pero con dos patas y concluía en una
forma muy pequeña de reptil con cuatro patas. Esta sucesión de figuras
revela así un fenómeno biológico conocido: la metamorfosis..."
¿Esta modalidad de reproducción podría haberse dado en aquel ciclo
prehistórico? ¿O es producto de la fértil imaginación del grabador
desconocido de aquella serie tan compleja? ¿Lo sabemos todo acerca de los
Dinosaurios? Se escuchan ofertas...
Las Piedras también informan que estos animales podían ser en algunos
casos domesticados por estos hombrecillos, que los usaban como modalidad
de vuelo o carga, y que además les reservaban una utilidad insólita:
funciones de ganadería "para hacer de ellos una abundante fuente natural
de proteínas". Claro que la relación entre la Humanidad Gliptolítica y
estos saurios no fue nada pacífica. "Estos monstruos amenazaban la vida de
aquella civilización. Durante la Era Secundaria, miles de especies de
estos enormes saurios se extendieron por todo los continentes y mares. Y
el Hombre Gliptolítico no tuvo más remedio que declararles la guerra.
(...) Dicha Humanidad rompió el ciclo biológico de estos monstruos,
anulando así la supervivencia de las especies".
¿Se resuelve el misterio que por siempre ha intrigado a los especialistas
sobre la desaparición de los dinosaurios? ¿O el enigma se agranda? Más
adelante agregaremos otro pasaje de esta historia que aún no se acaba.
Medicina glitolítica: un viaje hacia el futuro
El desciframiento del ADN y la clonación son quizás dos de los
descubrimientos más sensacionales del último siglo, aunque sin ánimo de
ofender los Sumerios ya contaban con referencias en estos casos. Observar
sino los rodillos que sobre esta civilización se exhiben en el Museo
Británico. Y qué decir de pueblos como el de Tiahuanaco, que hasta
llegaron a practicar la trepanación cerebral, aunque en rigor de la verdad
pocos pacientes o ninguno sobrevivieron a esta clase de operaciones.
Sin embargo en el caso de los hemisferios cerebrales, el tema fue
archivado después de intentar algún que otro ensayo. Un problema mucho
menor que tampoco encuentra solución es el rechazo que sufren gran parte
de los receptores después de efectuado un trasplante y que hasta hoy,
desvela a nuestros científicos. Pero estos obstáculos encontraron solución
en aquella humanidad gliptolítica que practicó ambas intervenciones con
gran éxito.
"El trasplante que respecto al cerebro refieren los gliptolitos que obran
en mi poder, es el de los hemisferios cerebrales. Siendo la corteza
cerebral parte de los hemisferios cerebrales y en las que están
localizadas las funciones cognoscitivas, y habiendo tenido la humanidad
gliptolítica como finalidad de su existencia desarrollar su capacidad
reflexiva para incrementar y conservar el conocimiento, se comprende el
que haya realizado trasplantes de los hemisferios cerebrales".
Los conocimientos que en medicina poseía Javier Cabrera le ayudaron en la
tarea de descifrar una de las series más complejas de su colección, auque
las ideografías que se desprenden de las Piedras son elocuentes hasta para
los más neófitos en la materia. Cabrera aclara que esta clase de operación
sólo fue posible "porque en aquella Humanidad no existía lo que ahora se
llama familia (...) La afectividad del hombre gliptolítico estaba
orientada hacia la vida intelectual. El hombre se desarrollaba a través de
su afán insaciable de desarrollar su capacidad reflexiva (energía
cognoscitiva) para incrementar su conocimiento. Se trataba de conservar en
el cuerpo de un individuo joven en el formidable caudal de conocimientos
contenidos en los hemisferios cerebrales de un individuo viejo".
Como nuestra humanidad actual orienta su camino a la satisfacción
individual y no a la colectiva "el trasplante de cerebro originaría
ciertos problemas de índole familiar y social, puesto que no podría actuar
con su nueva personalidad sin causar una ruptura". Con esta afirmación se
espera desalentar a los émulos de Frankenstein
Otro de los logros de esta humanidad en este campo fue resolver el
problema del rechazo del transplante ¿cómo?*, "valiéndose de la
transfusión de sangre de mujer embarazada al individuo que iba a recibir
el órgano y, asimismo, irrigando con sangre de la misma mujer el corazón
que iba a ser trasplantado".
La medicina del futuro tendrá la última palabra.
* En 1971 el Doctor Javier Cabrera Darquea presentó este descubrimiento en
el Congreso Hemisférico Occidental, organizado por el Colegio
Internacional de Cirujanos, certamen que se llevó a cabo en al ciudad de
Panamá. En los últimos años este descubrimiento adquirió mayor relevancia. |
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