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La percepción de la
realidad a través de los dos niveles del filtro mental
La experiencia de la realidad
La información procedente de la realidad exterior llega al cerebro a través
de los sentidos físicos, donde es procesada por el sistema mental. La
exactitud de lo que percibimos depende de la parte del sistema mental que
utilicemos en ese proceso, el inferior o el superior, es decir, depende de
con qué esté identificada la consciencia.
La realidad y nuestra percepción de la realidad son cosas distintas.
Una de las grandes ilusiones que mantienen al ser humano prisionero de sus
propios mecanismos es creer que percibe la realidad tal como es.
Para ilustrar ese hecho, tomaremos el siguiente esquema.
La percepción de la realidad a través del filtro mental
Según este esquema, tenemos:
1) La realidad tal como es, constituida por todo lo que nos rodea:
situaciones físicas o psicológicas, personas, acontecimientos, condiciones
de todo tipo.
2) El filtro mental, que recibe esa información y que puede procesarla según
dos sistemas: la mente inferior o la mente superior.
3) La experiencia de la realidad, determinada por el resultado del
procesamiento realizado por la mente. Esa experiencia induce a una reacción
que puede ser positiva o negativa, agradable o desagradable, y, en
consecuencia, entraña un determinado comportamiento.
Una mañana de primavera el termómetro del balcón indica que estamos a 20 °C;
mi mente registra y procesa esa información. Mi reacción puede ser positiva,
me complace saber que la temperatura externa es buena, y mi experiencia de
la realidad es agradable.
Un rato después, recibo una factura de la electricidad que asciende al doble
de lo que yo esperaba. Mi mente registra y procesa la nueva información que,
en este caso, me ocasiona un sentimiento más bien desagradable.
Este ejemplo es muy sencillo, pero el mecanismo es el mismo en todos los
acontecimientos de nuestra vida, tanto en los importantes como en los
intrascendentes.
Estamos muy condicionados a pensar que nuestra experiencia de la realidad,
nuestra satisfacción o insatisfacción, depende sólo de las circunstancias
externas. Pero, si así fuera, todo el mundo reaccionaría de la misma forma
ante las mismas situaciones, y nos encontraríamos en un estado de total
dependencia frente a las situaciones externas. Pero las cosas no son así. De
modo que no está de más que nos hagamos las siguientes preguntas: ¿Hay algún
medio de ser feliz con independencia de las circunstancias? ¿Podemos ser
plenamente libres respecto a las personas y las cosas que nos rodean? O,
formulado de otra manera...
¿Cómo tener una experiencia agradable de la realidad?
¿Cómo permanecer libre y sereno cualesquiera que sean las circunstancias
externas?
Según el esquema anterior, nuestra experiencia de la realidad depende de dos
elementos:
1) por una parte, de la realidad tal como es,
2) por otra, del resultado del procesamiento de la información realizado por
el filtro mental en función de lo que él haya percibido de la realidad.
Si queremos que nuestra experiencia de la realidad sea agradable en todo
momento, tendremos que trabajar conscientemente con esos dos elementos.
¿Cambiar la realidad?
A menos que una conexión directa con Dios Padre Todopoderoso nos permita
cambiar el mundo instantáneamente en función de nuestros deseos (tal vez
llegará un momento en que eso sea posible...), no podemos cambiar la mayoría
de las cosas. Eso es cierto, en particular, en cuanto concierne a las
personas de nuestro entorno: pretender que alguien cambie para que
corresponda a nuestros deseos es una empresa vana y sin esperanza y quizás
poco espiritual.
Todos lo hemos experimentado en mayor o menor medida: ¿quién no ha intentado
alguna vez que cambiaran de forma de ser sus hijos, o sus padres, o su
cónyuge?
Además, si sabemos que nuestra percepción es limitada y que no conocemos
verdaderamente la realidad, ¿cómo vamos a cambiar algo que no percibimos con
claridad? ¿Cómo vamos a ser felices en esas condiciones? Ante situaciones
que nos desagradan y nos hacen sufrir, ¿hemos de luchar con agresividad y
violencia para imponer nuestra voluntad y aplastar a los demás? ¿O acaso
debemos resistir soportando nuestra frustración y hundiéndonos en una crisis
de «victimitis aguda» que no tiene ninguna gracia? ¿Cómo mantener nuestro
poder y no disipar nuestra energía en absurda actividad o vana resistencia?
Si no podemos cambiar la realidad, ¿podríamos tal vez cambiar nuestra manera
de procesar la información procedente de ella? Para eso tendremos que hacer
un análisis más detallado de nuestra reacción frente a la realidad,
estudiando los dos aspectos del filtro mental.
Los dos posibles camino de la consciencia.
Tenemos el esquema siguiente:
Los dos caminos posibles de la consciencia
Este esquema nos muestra que podemos aprehender la realidad de dos formas
distintas: o bien desde la mente superior (la mente inferior, silenciosa, no
hace más que transmitir la información sin distorsión), o bien directa y
sólo desde la mente inferior que, a causa de la carga emocional de sus
memorias, impide la comunicación con la mente superior.
El ser humano oscila en la actualidad entre esos dos caminos de la
consciencia. Si tenemos una idea clara de la dinámica de cada uno de ellos,
nos daremos cuenta de sus consecuencias, y podremos esforzarnos de forma
consciente en utilizar la parte de la mente que nos aporte más posibilidades
de crecimiento, tanto personal como colectivamente.
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