LA ORIENTACIÓN SEXUAL
DEL ADOLESCENTE
Según la APA (Asociación Americana de Psicología) la orientación sexual es la
atracción emocional, sexual y afectiva duradera hacia otra persona. El sexo
biológico se refiere a la presencia de órganos sexuales masculinos o femeninos.
La identidad de género es el sentido psicológico, social y cultural de ser
hombre o mujer. El rol social de género es la conformidad respecto a las normas
culturales sobre la conducta masculina o femenina. (COGAM-COP-Defensor del
Menor).
La heterosexualidad
Los heterosexuales sienten atracción sexual, emocional y afectiva hacia personas
de distinto sexo que el suyo.
La mayoría de los jóvenes inician el aprendizaje del comportamiento sexual
conociendo y explorando sus propios cuerpos. La masturbación es muy
característica de estas edades. Se empiezan a relacionar con chicos del sexo
contrario, fundamentalmente en grupo y también individualmente. Es un buen
momento para aprender a establecer dichas relaciones, a respetar y a comprender,
a comunicarse, a conocer a otras personas, a adaptarse a las nuevas situaciones
que van surgiendo; en definitiva, a aprovechar muchas oportunidades para el
enriquecimiento personal. El paso de relacionarse sólo con compañeros del mismo
sexo, a interaccionar con personas del otro, a veces no es fácil, y necesita un
tiempo de adaptación.
A medida que aumenta el número y la calidad de las relaciones sociales puede
surgir la atracción física y el enamoramiento. Si este sentimiento es
compartido, surgen los besos, las caricias... Progresivamente se va
profundizando en el acercamiento físico, hasta llegar, tal vez, a la
masturbación mutua y, en algunos casos, a la primera experiencia sexual
completa.
Es importante decir a los adolescentes que no tienen que tener ninguna prisa
para mantener una relación sexual hasta que no estén preparados para manejar
bien esta situación. Esto hace referencia a que, además del aspecto físico y
emocional, tendrían que tener en cuenta la comunicación, el respeto hacia la
otra persona, no presionar, saber comprender al otro; en definitiva, conocer y
valorar a la persona con la que se mantiene ese intercambio afectivo. El secreto
para que surja la relación afectivo-sexual plena y gratificante es ir
degustándola poco a poco, sin prisas.
Si se decide mantener relaciones sexuales, es imprescindible utilizar el
preservativo para no correr riesgos de contraer enfermedades de transmisión
sexual y prevenir el embarazo no deseado. Esto independientemente de otras
alternativas de anticonceptivos que tendrán que valorar con el especialista.
Los adolescentes deben estar informados sobre los temas relacionados con la
sexualidad. Los padres no suelen ser la primera fuente de información, pero es
buena idea confiar y contar con ellos. En los centros educativos se hace
referencia a la sexualidad de manera transversal y en tutorías; los profesores
tratan de abordar estos temas, y es un buen recurso, ya que tienen mucha
experiencia en el trabajo diario con adolescentes. En los centros para jóvenes
de los Ayuntamientos y las Comunidades Autónomas también encontrarán
información, especialmente en los Centros de Planificación Familiar. Es
conveniente contrastar la información que se tiene con la mucho más objetiva y
fiable de las instituciones mencionadas. En general, en estas edades, es difícil
tener sexo responsable, por lo que hay que extremar las precauciones y hacer
hincapié en que las relación sexual no tiene que ser considerada sólo una
interacción física, sino que tiene que darse en un entorno de respeto y
afectividad hacia el otro, por lo que esperar en este tema no es desesperar.
La homosexualidad
Es la orientación sexual de las personas que se sienten atraídas afectiva,
emocional y sexualmente hacia su mismo sexo. Normalmente se denomina gays a los
hombres homosexuales y lesbianas a las mujeres homosexuales.
La orientación homosexual se va construyendo en las primeras etapas de la
pubertad y la adolescencia, como la heterosexual. Los adolescentes, cuando
descubren esa atracción, tienden a ocultarla por miedo a las posibles
consecuencias negativas, al desprecio y la discriminación. Son característicos
de estos primeros momentos de introspección que experimenta el joven los
sentimientos de soledad, angustia, desorientación. Pueden llegar a pasarlo muy
mal si no encuentran un interlocutor válido para expresar lo que sienten y
buscar apoyo; hay que tener en cuenta que la mayoría de sus amigos y amigas
tendrán una orientación heterosexual, por lo que se pueden sentir aislados. Por
eso es muy importante que la familia tenga abiertos todos los canales de
comunicación, para facilitar que el adolescente se sienta comprendido y para
ayudarle a seguir elaborando y creciendo en su autoestima y seguridad personal.
Los padres tienen un papel fundamental en la comprensión del momento emocional y
psicológico que está atravesando su hijo. No se deben juzgar los sentimientos
del adolescente. Conviene recordar que el hijo es mucho más que una orientación
sexual.
El adolescente va descubriendo poco a poco su atracción sexual y pasa por
distintas fases en las que va conociendo, asimilando y tratando de superar la
situación de desorientación.
En líneas generales las etapas son las siguientes:
• Aparición de un sentimiento de diferencia con respecto a los demás. «No siento
lo mismo que mis amigos o amigas. Ellos hablan de que les atrae esta persona y a
mí me gusta esta otra que es de mi mismo sexo». En un primer momento el
adolescente vive este conjunto de sensaciones, emociones y percepciones con
mucha extrañeza e incertidumbre. No sabe cómo manejar las relaciones sociales
cotidianas, las conversaciones sobre chicas cuando está con los amigos, siendo
gay, o las conversaciones sobre chicos cuando está con las amigas, siendo
lesbiana. Se ve obligado a dar una cierta imagen, aparentar que tiene los mismos
gustos, aunque sienta lo contrario. Se siente distinto y distante.
• Sorpresa ante esta diferencia. «No sé por qué me ha tocado a mí. ¿Qué me
pasa?». No se sabe de manera concluyente qué determina la orientación sexual,
pero tenemos que entender que es una circunstancia natural y no una patología.
Lo importante es poder transmitirle a la persona que está experimentando este
descubrimiento que debe tranquilizarse, que es una orientación sexual normal y
que poco a poco irá adaptándose. Volvemos a señalar la importancia del apoyo
hacia estos adolescentes, para no generar en ellos problemas de autoestima.
• Toma de contacto social. «Voy aprendiendo a relacionarme con personas de mi
mismo sexo y del sexo contrario. Busco personas que pueden comprenderme. Busco
entornos que pueden darme información. Aprendo a relacionarme afectivamente con
las personas en general y también con la que me gusta». Se va progresando en el
aprendizaje de habilidades para relacionarse y ganar seguridad personal y
autoestima. La persona se respeta y respeta a los otros, y paralelamente
fortalece su orientación sexual en compañía de amistades que «entienden» y con
otras que no comparten su orientación, pero que la ven completamente natural.
• Aceptación de la propia orientación. «Soy homosexual y mi vida está totalmente
normalizada. Mis estudios o trabajo, mi familia, mis amigos, mi ocio y otros
aspectos de mi vida los vivo con plena satisfacción». Ser y sentirse homosexual
ya no limita su vida cotidiana. Se siente bien consigo mismo.
El adolescente no tiene que tener ninguna urgencia por afirmar su orientación
sexual, está viviendo una situación de cambio en las esferas más importantes de
su vida. En un gran porcentaje de jóvenes, la confirmación de su homosexualidad
vendrá más tarde, siendo adultos, cuando están más consolidados en su grupo de
relaciones y la toma de decisiones sobre su vida cotidiana es más racional y su
estabilidad emocional es mayor.
En cuanto al proceso de aprendizaje sexual, poco difiere de la orientación
heterosexual. En la medida que el adolescente va relacionándose con personas
cada vez más afines a su orientación, por comunidad de intereses, o en las
actividades de ocio, puede surgir la atracción y el enamoramiento, y a partir de
ahí el acercamiento afectivo en forma de caricias, que posteriormente terminarán
o no, según su decisión, en una relación sexual. Como comentábamos previamente
para las relaciones heterosexuales, las prisas no son buenas compañeras en el
proceso del desarrollo de la interacción sexual con otra persona. Los recursos
personales del joven (habilidades sociales, toma de decisiones, resolución de
problemas...) se van fortaleciendo y le dan más seguridad para gestionar mejor
sus emociones, su comportamiento y, sobre todo, la forma de relacionarse
afectiva y sexualmente con la persona por la que siente una atracción física y
emocional.
Si se decide a mantener relaciones sexuales (se aconseja que para este momento
el joven debería estar muy preparado para manejar bien la situación), es
importante utilizar el preservativo, para prevenir enfermedades de transmisión
sexual.
Los padres, la familia
La mayor parte de las familias que tienen un hijo homosexual se enteran una vez
que han pasado varios años desde que su hijo lo descubrió y se reconoció como
tal, incluso cuando éste ya es adulto. Reconocen que nunca se habían planteado
algo así en su propia familia, y que no le habían notado nada distinto en su
comportamiento y estilo de vida cotidiana. Por lo tanto, para los padres y
hermanos es una situación novedosa, que viven con sorpresa, incertidumbre y con
mucha desorientación. Cambian bruscamente las expectativas de futuro, no saben
cómo le va a afectar en sus estudios o en su trabajo y en las amistades, incluso
en la propia relación con los miembros de la familia.
Cada persona reacciona de un modo particular, a veces imprevisible, que va desde
la comprensión y el apoyo, hasta no aceptar nunca lo que su hijo les ha
planteado. Dependerá fundamentalmente de factores culturales, creencias y
valores, estilos de comunicación..., pero comprobamos que se dan una serie de
etapas, como en cualquier otra situación de crisis:
• Un primer periodo de sorpresa, conmoción, choque, negación, que se generaliza
a la mayor parte de los miembros de la familia. Este estado de confusión les
acompañará durante unos días. Para terminar con este bloqueo, incertidumbre y
tensión, los padres intentan dar alternativas a su preocupación. Éstas tienden a
negar lo que está pasando y perciben la situación como algo transitorio de la
edad, «el chaval no es consciente de lo que está diciendo, está confuso, la edad
de la adolescencia trae estas cosas de inseguridad que cuando madure se le
pasarán, intentamos convencerle de lo contrario, que está equivocado en su
orientación». Pueden surgir amenazas y prohibiciones, generando de esta manera
más incomprensión de la situación y más sufrimiento.
• Después se suele entrar en un proceso de culpabilización. Los padres
culpabilizan a determinadas personas que le han podido influir, amigos,
programas de televisión, familiares... También se culpan a sí mismos y empiezan
a revisar qué errores educativos y afectivos han cometido para que su hijo sea
homosexual. Se experimenta una sensación de fracaso, de que sus objetivos
educativos no se han cumplido. También se añaden sentimientos negativos por la
vergüenza al qué dirá la familia, las amistades.
• Poco a poco van aceptando la idea y se van adaptando a la nueva situación
creada, cada vez con menos tensión. Resulta fundamental el sentido común para
abordarla. Empiezan a cambiar algunas de las expectativas que tenían sobre su
hijo y las van transformando conforme a la realidad que les toca vivir. Es muy
importante que intenten descubrir todas las facetas de su hijo y no sólo atender
al aspecto de su orientación sexual.
Si el adolescente siente la necesidad de comunicárselo a sus familiares, sería
importante contar con el apoyo de algunos de sus hermanos o de la persona con la
que tenga más confianza. Una vez que esté seguro de la orientación sexual se lo
hará saber a la familia, con claridad y con la máxima tranquilidad. Hay que
tener en cuenta que la reacción de las personas a veces puede ser desmedida en
un primer momento. Sería importante establecer tiempos para pensar en la
circunstancia novedosa para que la familia lo vaya asimilando poco a poco y
evitar situaciones bruscas de tensión innecesarias. Se hablará cuando haya una
predisposición positiva para abordar el tema desde el respeto mutuo.
Los padres necesitan utilizar sus recursos personales para afrontar la
situación. Nos referimos a las habilidades sociales básicas para tener una buena
comunicación: intentar comprender y entender lo que su hijo les está
comunicando, tratar de empatizar desde el respeto; escuchar y mandar mensajes
claros... En definitiva, comunicarse positivamente con el hijo y poco a poco
darle el máximo apoyo. De esta manera aumentará su seguridad y se fortalecerá el
ambiente de confianza entre todos.
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