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OBSERVADOR Y OBSERVADO
Es muy claro y no resulta difícil comprender que cuando alguien empieza a
observarse a si mismo seriamente desde el punto de vista que no es uno sino
muchos, comienza realmente a trabajar sobre todo eso que carga dentro.
La persona espiritual que realiza el trabajo ser consciente y de
autobservarse íntimamente debe tener precaución con los siguientes defectos
psicológicos:
- Mitomanía. (Delirio de Grandeza, creerse un Dios). - Egolatría. (Creencia
en un yo Permanente; adoración a cualquier especie de alter-ego).
- Paranóia. (Sabihondos, autosuficiencia, engreimiento, creerse infalible,
orgullo místico, persona que no sabe ver el punto de vista ajeno).
Cuando se continúa con la convicción absurda que se es uno, que se posee un
yo permanente, resulta algo más que imposible el trabajo serio sobre si
mismo.
Quien siempre se cree uno, nunca será capaz de separarse de sus propios
elementos indeseables. Considerará a cada pensamiento, sentimiento, deseo,
emoción, pasión , afecto, etc. como aspectos diferentes, inmodificables, de
su propia naturaleza y hasta se justificará ante los demás diciendo que
tales o cuales defectos personales son de carácter hereditario.
Quien acepta la doctrina de los muchos yoes, comprende a base de observación
que cada deseo, pensamiento, acción, pasión etc., corresponde a este o otro
yo distinto, diferente. Cualquier atleta de la autoobservación íntima
trabaja muy seriamente dentro de si mismo y se esfuerza por comprender y
disolver en su Psiquis los diversos elementos indeseables que carga dentro.
Si uno de verdad y muy sinceramente comienza a observarse internamente puede
caer en el error de dividirse en dos: el Observador y lo Observado. Esta es
una equivocación muy seria, que nos aparta del más genuinoi camino
espiritual. No, uno debe ser consciente, sin identificarse con lo que
sucede, y en esa consciencia ver y sentir que es él mismo quien es
envidioso, violento, lujurioso o el defecto que fuere. Sin juzgar, sin
perderse en el pensamiento o en ideales o creencias. Ver, sentir, vivir lo
que uno es... y comprender. La verdad de lo que es nos hará libres, nos
disolverá las pesadas cadenas del ego.
Quien se identifica con los diversos procesos del yo pluralizado, es siempre
víctima de las circunstancias. ¿Cómo podría modificar circunstancias aquel
que no se conoce a si mismo? ¿Cómo podría conocerse a si mismo quien nunca
es plenamente consciente de lo que sucede internamente? ¿De qué manera
podría alguien vivir la plena atención, el silencio de la mente y la
consciencia si se divide en Observador y Observado?
Ahora bien, nadie puede empezar a cambiar radicalmente si no ve y entiende
que debe comprender sus deseos. Así, en muchas ocasiones, la persona
espiritual sentirá o se dirá a sí misma que "este deseo nace de un yo animal
que debo comprender y permitir que se disuelva", que "este pensamiento
egoísta es la manifestación otro yo que me atormenta y que necesito
comprender y desintegrar", que "este sentimiento que hiere mi corazón es un
yo intruso que necesito comprender y reducir a polvareda cósmica", etc.
Naturalmente, esto es imposible para quien se divide entre Observador y
Observado y pierde su consciencia integral. Quien toma todos sus procesos
psicológicos como manifestaciones funcionales de un yo único, individual y
permanente se encuentra tan identificado con todos sus errores, los tiene
tan unidos a si mismo, que ha perdido por tal motivo la capacidad para
comprenderlos y separarlos de su Psiquis.
Obviamente personas así jamás pueden cambiar radicalmente, son gentes
condenadas al más rotundo fracaso, a "vivir" como rebaño humano. |
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