NEGOCIAR CON UN HIJO
ADOLESCENTE
Ante los conflictos de
intereses que se presentan en las relaciones padres-hijos, cabe la
negociación, sobre todo si hablamos de adolescentes. Ha de realizarse con
mucha paciencia, con simpatía, con flexibilidad, con criterio, con límites
preestablecidos.
No todo es negociable
(por ejemplo: consumos, forma de comportarse, asistencia a la escuela...).
¿Se debe negociar, o el
criterio debe ser hacerles copartícipes? ¿Realmente se negocia cuando una
parte —el adulto— tiene la última palabra?
Han de trabajarse los
límites entre los padres y el hijo adolescente. Se trata de llegar a
acuerdos, de escuchar los distintos planteamientos, de no imponer sin
razones. Transmitir que lo importante no es discutir sobre quién tiene la
razón, sino reflexionar sobre qué es lo correcto.
Los encuentros con los
adolescentes no han de ser una continua disputa, un intento de convencer, un
pulso interminable. Valórese que los conflictos suelen ser por asuntos
menores.
Las normas de la
convivencia han de estar claramente establecidas, aunque cabe ir
adaptándolas a la edad del hijo y a la asunción de responsabilidades por
parte del mismo.
Hay una edad
—progresiva— a partir aproximadamente de los 14 años, en la que hay que
otorgar una mayor libertad a los adolescentes, sin por ello olvidarse de la
supervisión. Debemos recordar que, no hace tanto, nosotros también éramos
jóvenes.
Pero no siempre se
consigue un acuerdo. La decisión paterna prevalece —ésa es una de las
funciones esenciales de los padres—. Sin embargo, la diferencia está en las
formas y actitudes, no se puede caer en el autoritarismo, «porque lo digo
yo», ni en lo opuesto, «haz lo que quieras, pero déjame en paz». Se precisa
explicar y razonar el porqué de las decisiones. Pero, al fin, éstas han de
tomarse.
ASPECTOS QUE LOS PADRES
DEBEN SUPERVISAR EN LOS HIJOS
Posibles conductas
adjetivas (alcohol u otras drogas, videojuegos, televisión, pornografía,
sexo, compras...).
Amistades
(características, edades, utilización del tiempo libre...). Horarios.
Confirmar su asistencia al colegio. Comprobar el horario y estado en que
regresa al hogar, tanto en los días laborables como durante el fin de
semana. Imagen, cuando ésta resulte incitadora por su exceso —tipo de
adornos, piercing— o por ser llamativa —ropa— o por su simbología —fanática,
nazi—, etcétera.
Videojuegos, juegos de
rol, revistas que utiliza (cuando son monotemáticas). Internet.
Objetos que entran en
casa y no son de su propiedad. Alimentación; que sea suficiente, no
excesiva. Los hábitos alimentarios de nuestros hijos, las restricciones
alimentarias y hacer régimen pueden conllevar fatiga intelectual y física,
crear frustraciones que desemboquen en una anorexia o bulimia.
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