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Importancia de la
ansiedad en la edad avanzada.
El manejo de la ansiedad es particularmente importante en las personas de
edad avanzada, ya que muchos de los acontecimientos importantes en esta
época de la vida generan ansiedad a causa de su inherente significado
psicológico. La enfermedad crónica, la enfermedad terminal y la muerte son
desencadenantes universales de ansiedad. Las pérdidas asociadas a la última
etapa de la vida requieren una adaptación psicológica que implica que las
personas mayores deban manejar la ansiedad de interactuar ante nuevas
configuraciones estimulares: situaciones estresantes crónicas o cotidianas:
enfermedad propia o del cónyuge, muerte y duelo, jubilación, cambio de
domicilio, déficit sensoriales, problemas económicos, robos, delitos y
agresiones, problemas familiares y, por último, problemas en la vivienda.
También existen otros factores de riesgo para desarrollar trastornos de
ansiedad en la edad avanzada tales como ser mujer, estar separado o haber
enviudado, tener unos ingresos económicos bajos y padecer una alta tensión
arterial u otros problemas cardiovasculares o gastrointestinales. Además, se
ha encontrado cómo la presencia de niveles elevados de ansiedad puede
afectar negativamente al nivel funcional en la vida diaria. Así, en una
investigación en la que se evaluaron a 674 personas entre 70 y 100 años de
edad, que vivían en sus casas, y encontraron que la prevalencia de caídas se
relacionaba no sólo con la salud física y el uso de la medicación, sino con
la severidad de la ansiedad autoinformada.
Datos epidemiológicos y fenomenología de la ansiedad.
Se describe a continuación el alcance de los problemas de ansiedad entre las
personas mayores, tanto a nivel general como diferenciando entre algunos de
los principales trastornos de ansiedad. Previamente, se facilitan algunos de
los criterios que explican las diferentes tasas de prevalencia de los
problemas de ansiedad encontradas en diversos estudios.
Prevalencia de los problemas de ansiedad.
Los estudios epidemiológicos muestran que la prevalencia de estos problemas
en la vejez es menor que en otras edades. Así, por ejemplo, la tasa más baja
de problemas de ansiedad corresponde al grupo de más de 65 años. Con la edad
avanzada disminuye la vulnerabilidad
Otra situación frecuente puede ser que los pacientes, cuando van a seguir un
tratamiento conductual, hayan estado consumiendo, durante semanas o meses,
fármacos para reducir la ansiedad. Cuando la persona va a seguir tomándolos,
incluso en el caso de que no hayan surtido todo el efecto esperado, se
sugiere realizar un contrato con ella para que mantenga constante la dosis
durante la parte inicial del tratamiento, con el objeto de favorecer una
atribución de los beneficios terapéuticos a la terapia psicológica. |
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