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  ESTADO DE ÁNIMO DEPRESIVO EN LOS ADOLESCENTES

¿Quién no conoce a un adolescente con una alteración del humor o del estado de ánimo tendente a la depresión? Para empezar, hay que tener en cuenta que el afecto depresivo de base es muy común entre los adolescentes. El aislamiento, el encerrarse en sí mismo, las actividades reducidas al mínimo y los accesos de pesimismo son frecuentes en esta etapa de la vida. En el fondo, estas actitudes evocan la forma de respuesta de la persona al peligro, en particular al de ruptura de los lazos de dependencia, que durante bastantes años (toda la niñez) ha mantenido con su entorno sociofamiliar.

Sin embargo, hay que considerar tres situaciones que podrían evocar en la adolescencia esta afección depresiva de base:

1) Humor depresivo, que es el componente desvalorizador llevado sobre sí mismo y puede representar una señal de alarma.

2) Aburrimiento, que se acompaña habitualmente de inhibición de los afectos, de la motricidad y de la actividad intelectual, y puede interpretarse como una defensa frente a la depresión.

3) Morosidad, que implica lentitud y demora en las actuaciones, sin aparente energía para realizarlas.


Estas manifestaciones afectivas, que configuran el denominado "estado depresivo del adolescente" -y que están prácticamente presentes en todos los jóvenes-, deben ser consideradas más como un signo de alarma o de defensa frente a la depresión, que como estados depresivos propiamente dichos. Minuciosos estudios destacan la dificultad de realizar el diagnóstico de depresión en la adolescencia.


Criterios para el diagnóstico de episodio depresivo mayor.

Como mínimo, cinco de los síntomas siguientes han estado presentes durante un período de dos semanas y, al menos, uno de los síntomas es el primero o segundo de la lista:

- Estado de ánimo deprimido o irritable.

- Pérdida de interés o de capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades habituales.

- Pérdida o aumento significativo de peso, sin hacer ningún régimen (por ejemplo: más de un 5 % del peso habitual en un mes), o disminución o incremento del apetito.

- Insomnio o exceso de sueño (hipersomnia).

- Agitación o enlentecimiento psicomotriz.

- Fatiga o pérdida de energía.

- Sentimientos excesivos o inadecuados de inutilidad o culpa.

- Disminución de la capacidad de pensar o concentrarse ("me bloqueo", "me quedo en blanco").

- Ideas de muerte recurrentes (no el simple miedo a morir); también ideas de suicidio.


También el especialista deberá hacer un diagnóstico diferencial con otros cuadros clínicos que puedan semejar un estado depresivo, como es el caso, por ejemplo, del síndrome de fatiga crónica en la adolescencia y que se caracteriza por un estado de fatiga de duración superior a tres meses que aparece en un adolescente sano, sin ninguna alteración física o mental detectable, ni tampoco hay una causa conocida, y cuyo tratamiento precisa un abordaje multidisciplinario: psiquiatra, maestro y fisioterapeuta.

En la práctica médica, el término depresión (del latín deprimen, hundirse) implica al menos tres significados, pues puede referirse:

1) A un estado de ánimo alterado (comúnmente expresado como: "estoy depre").

2) A un síntoma, que puede aparecer aislado en respuesta a una pérdida (reacción de duelo) o desengaño, o bien formar parte de una determinada enfermedad física o mental.

3) A un síndrome, que correspondería al episodio depresivo mayor.


Desde el punto de vista práctico, los padres y educadores pueden detectar un cuadro depresivo cuando observen un cambio repentino en el comportamiento del chico o de la chica, quienes presentan matices distintos dentro de su desarrollo adolescente. A veces el cuadro depresivo se encuentra "enmascarado" por el uso de alcohol y drogas, usados inicialmente como un intento de "automedicación".

El tratamiento de este importante trastorno del estado de ánimo (que afecta, según la OMS, entre un 3 y un 5 % de la población mundial) se fundamenta en la intervención psicoterapéutica, con terapia familiar y/o individualizada (compréndase que la actuación con la familia en pleno o únicamente con el paciente, depende mucho de la actitud y predisposición del adolescente) y la administración farmacológica. Hay que puntualizar que ambos tratamientos se complementan, porque los modernos y eficaces fármacos antidepresivos facilitan los cambios clínicos del paciente y hacen a éste más receptivo a las indicaciones de la psicoterapia.


Actitud depresiva del chico adolescente.

- Comportamiento activo-agitado.

- Rebeldía.

- Irritabilidad.

- Miedos.

- Tendencia al aislamiento.

- Inseguridad y agresividad en las relaciones sociales.



Actitud depresiva de la chica adolescente.

- Comportamiento pasivo-inhibido.

- Tristeza.

- Excesiva obediencia.

- Inhibición en las relaciones sociales.

- Discreta y tranquila ("síndrome de la cenicienta").

 

 

 

 

 

 

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