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ENTENDER LAS
ADICCIONES
Como todas
las realidades, físicas o sociales, las adicciones se pueden explicar desde
diferentes puntos de vista. Si nos referimos a sustancias psicoactivas o
drogas y desde la biomedicina, la dependencia a las drogas supone la
adaptación de un organismo vivo a una sustancia que se ha introducido de
forma más o menos regular a lo largo de un cierto tiempo, de tal modo que
aquél llega a acostumbrarse a ella, generando una tolerancia a sus efectos
sobre el sistema nervioso, e incluso sobre otros sistemas reactivos
(digestivo, endocrino, muscular...). Esto significa que es necesario
aumentar paulatinamente la dosis de droga introducida en ese organismo, y/o
cambiar la vía de administración (de csni-fada a fumada, por ejemplo) para
conseguir los efectos buscados.
DEPENDENCIA
>>>TOLERANCIA >>> SÍNDROME DE ABSTINENCIA
También supone que si el
organismo se ve sometido a los efectos de la supresión brusca de esa
sustancia psicoactiva, reacciona de forma contraria a los efectos de la
droga y se produce un síndrome de abstinencia que consiste en una alteración
de los sistemas reactivos del organismo acostumbrados a ella. Tolerancia y
síndrome de abstinencia son señales biológicas claras de que se ha generado
una dependencia a una determinada sustancia.
Todas las drogas
conocidas son capaces de generar dependencia, pero no todos los individuos
que las consumen desarrollan una adicción. ¿De qué depende? Por supuesto, de
la propia sustancia, de su potencial adictivo y del diferente impacto que
puede producir en los sistemas reactivos del organismo. También del estado
de ese organismo: maduro o en desarrollo, sano o enfermo, en buena forma o
fatigado... Pero, sobre todo, depende de la persona que consume drogas, del
modo de consumirlas y, muy importante, del motivo por el que las toma. Los
aspectos individuales relativos al comportamiento de las personas en su
relación con las drogas son la faceta psicológica de las adicciones.
Los efectos de las
drogas varían en función de cada sustancia y se puede dar el caso de que la
misma pueda producir efectos diferentes según las situaciones. En general,
una droga produce sobre el estado de ánimo un efecto potenciador de la
situación anímica previa del individuo que la toma y del contexto social
donde la consume. Cuando se cubren las expectativas personales y sociales
que el sujeto tiene sobre los efectos de una droga, se suele hacer una
valoración positiva de esa experiencia y la probabilidad de repetirla
aumenta. En las expectativas sobre los efectos se encuentra uno de los
principales factores psicológicos de riesgo para generar una adicción. No es
lo mismo la expectativa de tomar un buen vino para acompañar una cena
exquisita y disfrutar degustando el maridaje de sabores, que esperar que el
vino ayude a vencer la timidez y alguien se sienta así capaz de mantener un
aventura amorosa esa noche; o que beber a solas en casa, cuando la pareja
nos ha rechazado, para olvidar la frustración y no pensar en la mala imagen
que tenemos de nosotros mismos en cuanto a las relaciones personales.
Los efectos de las
drogas también dependen del comportamiento de las demás personas hacia el
consumidor. Cuando el consumo está valorado socialmente y se ignoran o
minimizan los riesgos derivados del mismo, rechazar una invitación o
resistirse a hacer lo mismo que los demás, suele ir acompañado de un fuerte
castigo social, con consecuencias de rechazo o no admisión en el grupo, lo
que causa en muchas personas un intenso sentimiento de frustración.
El problema se complica
todavía más, ya que los individuos nos relacionamos con diferentes grupos de
forma simultánea, y no siempre los diversos contextos sociales comparten un
mismo criterio sobre ciertos comportamientos, entre ellos el de consumir
drogas. Podemos ejemplificarlo imaginando a una mujer que espera en casa la
llegada de su pareja después de la jornada laboral y que ésta no se produce
hasta altas horas de la madrugada después de que aquélla haya estado
bebiendo (fumando, esnifando, etc.). Probablemente ella se comportará
respecto al consumidor de forma totalmente opuesta a como han actuado
previamente los amigos mientras estaban de fiesta. Esta situación, que
supone un importante dilema para el que la sufre, el riesgo de perder a la
familia o a los amigos en cuestión, incita a poner en práctica conductas que
hagan posible conciliar ambos. Éstas estarán relacionadas con explicaciones,
justificaciones, excusas que no se ajustan a la realidad, e incluso con
cambio de hábitos. Desde el punto de vista psicológico, la situación creada
para conciliar ambos estilos de vida supone una fuente importante de estrés,
que termina por alterar todavía más el comportamiento general del individuo.
Las repercusiones a nivel personal, familiar, laboral, económico y social
pueden ir acumulándose hasta constituir un verdadero problema. Convivir con
esos problemas también resulta un grave factor de riesgo para la adicción:
la pescadilla que se muerde la cola.
En las adicciones sin
sustancias (juego, ordenador, compras, sexo...), los factores biológicos de
riesgo no están presentes del mismo modo que en las drogodependencias; sin
embargo, como consecuencia de la conducta compulsiva, en caso de no llevarla
a la práctica cuando aparece, el organismo sufre una alteración
(principalmente del sistema nervioso), que se puede comparar con el síndrome
de abstinencia ante la privación de sustancias adictivas.
Estas adicciones se
consideran tales cuando están fuera del control de las personas y su
morfología refleja compulsividad en la acción de jugar, usar el ordenador,
realizar compras o mantener relaciones sexuales. Son factores psicológicos
los que están implicados primor-dialmente; incluso el contexto social es
menos relevante que en la adicción a las drogas, ya que en muchas ocasiones
estos comportamientos se realizan en solitario y las expectativas sobre los
efectos están mucho más relacionadas con el alivio de estados previos de
ansiedad o depresión que con la obtención de algún tipo de beneficio
material o social incluida la supuesta ganancia económica inicial en el caso
del juego, o la percepción de éxito social en las relaciones sexuales o
virtuales. En
no pocas ocasiones estas conductas están asociadas al uso de drogas
estimulantes, como la cocaína, y sirven para eliminar el exceso de
activación o excitación, ya desagradable, producido por la droga.
Tanto en un caso como en
otro, el uso de drogas o la compulsividad en algunas conductas, la adicción
es un proceso que:
• Requiere unas
determinadas reglas: regularidad, frecuencia, intensidad, duración... de la
conducta (uso de drogas, juego, relaciones sexuales, etcétera).
• Incluye factores biológicos y/o psicológicos en la explicación de ese
proceso, que ayudan a comprender cómo se ha producido y qué papel importante
ha llegado a representar en la vida de una persona en un contexto social y
cultural específico.
• Puede constituir un importante problema para la salud y la calidad de
vida, tanto de la persona adicta como de su entorno familiar y social.
Veamos por qué.
SUSTANCIAS PSICOACTIVAS
DEPRESORAS DEL SNC |
ESTIMULANTES DEL SNC |
DISTORSIONADORES DE
LA PERCEPCIÓN |
Alcohol.
Tabaco.
Tranquilizantes,
ansiolíticos.
Pastillas para
dormir.
Relajantes
musculares.
Opiáceos (opio,
morfina, codeína, heroína...).
Cánnabis. |
Anfetaminas.
Cocaína.
Éxtasis y
derivados.
Tabaco. |
Alucinógenos.
Cánnabis.
Derivados
anfetamínicos.
Tabaco. |
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