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Diferencias entre las
lesbianas y los varones homosexuales
Con frecuencia, los teóricos aluden a la homosexualidad como si no hubiera
diferencias entre la masculina y la femenina (o también como si la
homosexualidad masculina fuera el único fenómeno de interés o preocupación).
Consecuentemente surge la interesante cuestión de si estos dos fenómenos
son, en realidad, diferentes.
Entre la homosexualidad masculina y la femenina parece que existen ciertas
diferencias. En primer lugar, la lesbiana hace más hincapié en la intimidad
emocional de su relación que el varón homosexual. En segundo lugar, a
menudo, los varones homosexuales tienen muchos compañeros sexuales
diferentes, mientras que las lesbianas establecen con mayor frecuencia
relaciones estables. En un estudio de mujeres y varones homosexuales, la
media del número de compañeros sexuales distintos manifestado por los
hombres fue de 75, frente a una media de 5 compañeras mencionado por las
mujeres; el 56% de los varones había tenido 50 o más compañeros, pero sólo
el 5% de las mujeres había alcanzado ese mismo número. En otro estudio, 64
de las 65 mujeres homosexuales entrevistadas dijeron que preferían una
relación estable, de larga duración. En tercer lugar, la bisexualidad es más
característica de las lesbianas y la homosexualidad exclusiva, menos común
que entre los varones. Según los datos de kinsey, hacia los 45 años,
alrededor del 13% de las mujeres y en torno al 37% de los nombres habían
tenido alguna experiencia homosexual hasta el orgasmo; por tanto, el
lesbianismo es menos frecuente que la homosexualidad masculina. Pero la
homosexualidad exclusiva es aún menos corriente entre las mujeres. kinsey
estimó que sólo entre el 1 y el 3% de las mujeres era exclusivamente
homosexual, en comparación con el intervalo entre el 3 y el 16% de los
hombres. Por tanto, la mayoría de las lesbianas han tenido, al menos, alguna
experiencia heterosexual, mientras que una proporción importante de varones
homosexuales lo son en exclusiva.
Se ha elaborado una teoría del desarrollo de la orientación erótica que
explica con toda claridad estas estadísticas, en especial la de que haya más
hombres que mujeres que hayan tenido experiencias homosexuales. Según esta
teoría, la mayoría de las personas desarrollan su impulso sexual al
principio de la adolescencia, entre los 12 y los 15 años, más o menos. En
esa época, ciertos estímulos (p. ej., una persona del mismo o de distinto
género) quedan condicionados por su carácter excitador o erótico. Si
examinamos las pautas sociales de los preadolescentes y adolescentes, parece
evidente que, en la preadolescencia, predominan las pautas homosociales
(amigos y grupos del mismo género), llegando a un máximo en torno a los 12
años. Las Interacciones heterosexuales comienzan a aparecer después y la
mayoría de las personas tiene citas heterosexuales hacía los 15 años. La
homosexualidad aparece cuando los individuos tienen una maduración precoz
del impulso sexual, en torno a los 12 años, cuando todavía forman parte de
grupos homosociales, por lo que es más probable que el condicionamiento
erótico se centre en personas de su mismo género, dado que la
heterosexualidad todavía no ha surgido como alternativa.
En apoyo a esta teoría, los datos muestran que las mujeres homosexuales
maduran, desde el punto de vista sexual, antes que las mujeres
heterosexuales, atendiendo a la edad a la que empiezan a masturbarse, a la
de las primeras sensaciones de excitación sexual y a la de las primeras
fantasías sexuales. En consecuencia, esta teoría explica por qué hay más
hombres que mujeres que hayan experimentado actividades homosexuales y por
qué abundan más los varones exclusivamente homosexuales: el impulso sexual
aparece antes en los varones, como prueba la mayor frecuencia y precocidad
de la masturbación. Es más probable que las mujeres experimenten más tarde
la aparición de su impulso sexual, después de que la heterosexualidad se
haya convertido en norma. Además, podríamos decir que los modelos que, desde
sus primeros años, se proponen a las niñas para que los imiten están
vinculados de manera más explícita con la heterosexualidad (esposa, madre)
que los propuestos a los niños (que tienen que ver con la carrera
profesional, los deportes, etc.). La teoría es reciente y no puede aceptarse
como definitiva, aunque proporciona unas cuantas ideas interesantes.
En suma, la homosexualidad masculina y femenina sólo se asemejan en un
sentido superficial. Las diferencias entre ambas son las consecuencias
lógicas de las variaciones psicológicas entre los géneros y de sus distintas
experiencias evolutivas. En realidad, aunque se ha descubierto que el propio
género constituye un buen predictor de una serie de características
psicológicas, no así el carácter homosexual. En consecuencia, es probable
que una lesbiana se parezca más a una mujer heterosexual que a un hombre
homosexual. Su identidad primaria es la de mujer y, en segundo lugar, la de
lesbiana. |
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