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Las diferencias entre
cohortes.
Otro aspecto que debemos conocer para comprender el envejecimiento desde la
perspectiva del ciclo vital viene dado por la habilidad de discriminar entre
los efectos de la maduración y los efectos de la pertenencia a un
determinado grupo generacional.
Muchas de las diferencias entre adultos mayores y jóvenes que socialmente se
han atribuido al proceso del envejecimiento se deben en realidad al efecto
cohorte. Las diferencias debidas a la cohorte se explican por la pertenencia
a un grupo generacional que es socializado según determinadas creencias,
actitudes, habilidades y dimensiones de personalidad que permanecen estables
a lo largo de los años y que diferencian esa cohorte de las cohortes previas
y posteriores. Por ejemplo, las cohortes más jóvenes tienen más años de
escolarización que las mayores.
Existen diferencias entre cohortes en cuanto a las habilidades
intelectuales. A grandes rasgos, las cohortes nacidas más tarde tienden a
ser superiores en habilidades de razonamiento. Por otra parte, algunas de
las cohortes que nacieron antes y cuyos miembros son actualmente personas
mayores presentan una superioridad en habilidad aritmética y en fluidez
verbal.
Estos ejemplos ilustran la importancia de tener en cuenta que la ausencia de
cambios a lo largo del desarrollo no implica necesariamente que las personas
mayores de hoy día no se diferencien de las personas jóvenes. Estos ejemplos
también muestran que algunas de las diferencias entre cohortes favorecen a
las cohortes posteriores. Las diferencias en la capacidad de razonamiento
pueden llevar a la necesidad cuando tratamos con personas mayores de guiar
su generalización de las técnicas conductuales fuera de las sesiones y
entrenarles en la aplicación de su aprendizaje en situaciones novedosas.
Las cohortes mayores crecieron en una época donde la psicoterapia o el
trabajo interior se consideraba destinada a los "locos" y no a un
heterogéneo grupo de personas con muy distintos problemas. Es posible que a
los mayores les resulte difícil admitir que pueden ser ayudados por la
psicoterapia y por personas con conocimiento, por lo que es necesario hacer
referencias con especial cuidado y sensibilidad a sus creencias previas
sobre la psicoterapia y la espiritualidad.
Además pueden resultar beneficiados de una orientación más amplia en cuanto
al propio rol en la vida. Esto adquiere especial relevancia desde el momento
en que muchas personas mayores que inician un tratamiento piensan que la
psicoterapia consiste en tumbarse en un diván y hacer asociaciones libres
sobre su infancia. El modelo conductual es aceptado más fácilmente cuando,
en lugar de psicoterapia, se presenta como clases o aprendizaje.
Las personas mayores a veces comunican sus emociones de forma distinta
debido a diferencias en la aceptación social que cada cohorte tiene de
determinadas palabras, en este caso de las referidas a sentimientos. Así,
muchas mujeres mayores dirán que se sienten "desanimadas" o "disgustadas"
pero no "enfadadas". Además, tienden a referir niveles menores de depresión
que adultos de menos edad, según medidas de autoinforme, incluso cuando la
severidad clínica es equivalente.
En estudios de aprendizaje y memoria, las personas mayores aprenden mejor
las listas de palabras cuando están compuestas de "palabras antiguas" (p.
ej., candil) que cuando están compuestas de palabras nuevas. Este hallazgo
demuestra que el uso de las palabras cambia a lo largo del tiempo y sugiere
la necesidad de elegir palabras apropiadas cuando se comunican con los
mayores.
En otros campos, los cambios sociales que ocurren durante la infancia son
asumidos espontáneamente, mientras que aquellos que ocurren durante los años
adultos, pueden experimentarse realmente como cambios. Estas diferencias de
cohorte son la razón de que las personas mayores puedan parecer "pasadas de
moda".
Las diferencias de cohorte, aunque no se deban al desarrollo adulto, son
reales. Crear una buena relación con adultos mayores implica aprender sobre
las costumbres y visión del mundo de miembros de cohortes nacidas
anteriormente, de la misma forma que se aprende para trabajar con personas
de otras culturas o del otro género.
Muchos de los cambios necesarios para trabajar con personas mayores
(simplificar el lenguaje en los materiales de trabajo, seleccionar refuerzos
o actividades placenteras apropiadas) pueden deberse a diferencias entre
cohortes (niveles de educación, valores) y no tanto a cambios asociados a la
edad. En la medida que esto sea cierto, para tratar y enseñar a las futuras
cohortes de personas mayores se necesitarán ajustes diferentes. |
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