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El
primer contacto con el alma
Cuando se trabaje este
aspecto deben utilizarse recursos que posibiliten entrar en contacto con el
alma, o sea, tener una experiencia libre y directa del alma. Hay diversos
medios, como ejercicios prácticos, meditaciones y procesos simbólicos que
hacen receptiva la personalidad a las energías del alma.
Después de esa primera fase, al haber activado la energía del alma, se
actualizan en la vida cotidiana algunas cualidades que no estaban
disponibles por encontrarse sólo en estado latente. En ese estadio, muchas
personas encuentran ya una gran paz interior, adquieren la capacidad de
quitarle dramatismo a la vida, se sienten liberadas de los juicios que
hacían sobre los demás y sobre sí mismas, se aceptan a sí mismas con mayor
facilidad, mejoran su salud, tienen más energía, aumenta su capacidad de
amar, de tener alegría y buen humor, tienen un sentido mucho más profundo de
sí mismas, todo lo cual da un mayor significado a las pequeñas cosas de la
vida diaria. No son resultados mágicos; son, sencillamente, el resultado de
una mayor actividad de la energía del Ser en la persona. Eso es lo que
transforma la calidad de la vida, no la reorganización de las condiciones
exteriores. Es una fase que muchas personas experimentan con mayor o menor
claridad, con mayor o menor distorsión, según los casos, en los cursos de
crecimiento personal, al participar en sesiones de apertura de consciencia,
o al recibir enseñanzas espirituales.
Esta etapa corresponde a lo que, en la tradición esotérica, se llama la
«primera iniciación» o el «nacimiento». El término iniciación no esconde
ningún misterio. Significa, simplemente, el reconocimiento de que se ha
alcanzado cierto nivel de consciencia. Es el nivel que corresponde al
momento en que la persona toma consciencia de que existe en ella un
potencial sin desarrollar y decide emprender un trabajo consciente para
desarrollarlo. Se caracteriza, en general, por la apertura del corazón y el
deseo de colaboración, que no es otra cosa que la expresión de la energía
del alma, que comienza así a manifestarse.
La primera iniciación indica un comienzo, que tiene lugar cuando se ha
alcanzado cierta medida de vida justa, de pensamiento justo, y de conducta
justa. Marca el comienzo de un modo de vida nuevo, el inicio de una nueva
manera de pensar y de percibir conscientemente la realidad. Durante muchos
siglos, la vida de la personalidad en los tres mundos ha alimentado el
germen de esa nueva vida y ha hecho crecer la minúscula chispa de luz que se
encuentra en el seno de la oscuridad de la naturaleza inferior... Cuando
tiene lugar la primera iniciación, normalmente es el centro del corazón lo
que es vivificado, con el fin de adquirir un dominio más eficaz del vehículo
emocional y poder rendir así mejor servicio a la humanidad. A ese nivel, las
personas comienzan a estar gobernadas por la consciencia crística, que es
consciente de la responsabilidad y del servicio.
Muchas personas se encuentran actualmente en ese estadio. El interés cada
vez mayor por todo lo que se llama «nueva era» o espiritualidad, en todo el
mundo, no hace sino expresar el hecho de que un gran número de personas ha
llegado al nivel de consciencia de la primera iniciación, aunque muchos no
tengan idea de ello.
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