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Identificación de
la consciencia con el ego o con el Ser
El trabajo que hay que realizar para que la consciencia deje de
identificarse con el ego constituye lo esencial del proceso de
transformación. Mientras la consciencia se identifique con él, no podremos
vivir en paz y armonía. Pero ¿por qué es tan difícil dejar de identificarse
con el ego? Hemos de saber que, para que el ego pudiera construirse, la
consciencia tuvo que identificarse con él en un principio; es importante
conocer ese proceso para comprender el proceso contrario, que llevará a la
persona a encontrar de nuevo la libertad. Para aclararlo, podríamos tomar de
nuevo la analogía del músico.
Estamos en la situación del violinista que, durante mucho tiempo, ha tenido
que trabajar en la construcción de su violín, concentrando toda su atención
en ese trabajo. Durante miles de años, ha hecho lo que tenía que hacer:
construir su violín. Pero, como el violín no era perfecto, no podía
interpretar ninguna melodía, o lo hacía de forma muy tosca (durante mucho
tiempo el ser humano no ha podido expresar la grandeza y el poder de su
alma). En la actualidad se ha llegado al punto en el que el violinista
aspira a algo más que a construir su violín. Lo que ocurre es que, a fuerza
de no ocuparse más que de eso, se ha convertido casi en exclusiva en un
técnico. Ha olvidado su objetivo, que era interpretar melodías, y casi ha
olvidado también su habilidad como intérprete. Esa es la razón de su
insatisfacción actual. Ahora quiere tocar el violín, porque siente que su
instrumento está a punto; pero, para ello, tiene que dejar de prestar tanta
atención al instrumento y concentrarse en la interpretación. Es todo un
cambio de actitud y de valores, es decir, la consciencia debe desplazar su
zona de identificación. Sería un error que menospreciáramos el violín porque
nos ha hecho olvidar que éramos esencialmente músicos (es el caso de los que
se plantean la búsqueda espiritual como una huida del mundo, negándose asía
aportar aquí abajo la riqueza de su música). También sería un error que
siguiéramos ocupados sólo en la construcción del violín, bien por costumbre,
bien por falsa seguridad, negándonos asía reconocer que somos ante todo
músicos (es el caso de los que se quedan anclados en el mundo materialista,
identificados con su personalidad y rechazando la realidad del alma).
Que la consciencia se identificara con el ego, en una primera etapa, para
que éste pudiera construirse entra en el orden natural de las cosas. Durante
la construcción, en ausencia de la sabiduría del Ser, el ego desarrolló un
mecanismo de funcionamiento, la mente inferior, que puede actuar con
independencia de la voluntad del alma. La vida del ser humano ha estado
dirigida durante miles de años por la mente inferior y, aunque ha supuesto
mucho sufrimiento, durante algún tiempo ha sido lo apropiado. Así era como
tenía que ser.
En la actualidad son ya muchos los seres que tienen una personalidad bien
construida. Su consciencia desea ardientemente liberarse de la influencia
del mecanismo inferior. Han llegado los tiempos en los que la identificación
con el mecanismo del ego no sólo ya no es adecuado, sino que se ha
convertido en fuente de limitaciones y de sufrimientos. Lo que fue una ayuda
durante algún tiempo, ahora se ha convertido en un obstáculo.
En la actualidad hay muchos seres humanos que todavía se identifican con el
ego; unos pocos, con el Ser. Entre ambos, toda la gama posible, dependiendo
del grado de evolución de cada persona. Por eso encontramos en el seno de la
humanidad conductas tan opuestas y comportamientos contradictorios: por un
lado, una capacidad destructora y generadora de sufrimiento; por otro, un
potencial de belleza, de creatividad, de sabiduría y de amor puro. Están en
acción dos dinámicas diferentes, que dependen, como se ha dicho antes, de
que el ser humano identifique su consciencia con el ego o con el Ser.
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