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Relatos
Yves es cirujano. Es
el mayor de cinco hermanos, y siempre fue el preferido de sus padres, en
especial de su madre. Hay que decir que era un niño extraordinario: muy
inteligente, se diría incluso que superdotado, siempre era el primero en el
colegio, original, muy cariñoso. A los seis o siete años podía conversar
perfectamente con los adultos. Además, tenía grandes dotes musicales y,
cuando se sentaba al piano en las fiestas familiares, era el orgullo de sus
padres. Lo ponían siempre como ejemplo a sus hermanos, que se anonadaban
ante tanto talento. Su padre, médico de profesión, esperaba que un hijo tan
excepcional siguiera sus pasos. Yves, en efecto, se hizo cirujano.
Se encontraba en su
profesión como pez en el agua. Era brillante, muy seguro de sí mismo;
causaba una gran impresión en los enfermos, pero al mismo tiempo era con
ellos muy cordial. Para sus pacientes, no había otro como él. Nadie ponía en
duda su autoridad. Se sentía importante. Todas las secretarias y enfermeras
del hospital estaban enamoradas de él. Al principio todo el mundo lo
admiraba; después lo envidiaban por su talento y lo detestaban por su
arrogancia. Le molestaban las rígidas normas del hospital, por lo que se
planteó la posibilidad de abrir una clínica privada en la que pudiera reinar
como dueño y señor, y donde pudiera mostrar libremente la grandeza de su
genio.
Estaba casado, y a su
mujer le encantaba pavonearse con un hombre tan eminente y admirado, aunque
sabía que la engañaba constantemente. En efecto, Yves, seductor hasta la
médula, mantenía a su alrededor a toda una corte de mujeres que lo adoraban
como a un dios. Su admiración y su devoción satisfacían a Yves, que no tenía
que dar gran cosa a cambio. Las engañaba a todas. Les hacía promesas que
rara vez cumplía, y no tenía inconveniente en mentir a unas y otras según le
interesara. ¡Bastante honor les hacía saliendo con ellas, aunque sólo fuera
una noche! Su atractivo era tal que muchas de ellas, seducidas por sus
encantos, quedaban atrapadas en su juego durante algún tiempo. Yves siempre
se las arreglaba para dejarlas antes de que ellas lo dejaran a él.
Parecía tener una
vida fácil y brillante. Ganaba mucho dinero, pero gastaba muchísimo más en
salidas, viajes, coches de lujo y derroches de todo tipo. No obstante, le
roía el estrés. A veces estaba tan tenso que no podía dormir. Para
tranquilizarse, empezó a tomar medicamentos y a beber alcohol, lo que lo
hacía todavía más arrogante, impaciente e imbuido de sí mismo. Hasta que un
día, que conducía completamente borracho, tuvo un accidente que lo dejó con
una gran minusvalía y totalmente inhábil para continuar ejerciendo su
profesión. Las admiradoras volaron como una nube de pajaritos. Los banqueros
acudieron a reclamar sus préstamos. Tuvo que encerrarse en casa y depender
en todo de su mujer, que le hizo pagar muy caro todas las afrentas,
humillaciones, sarcasmos y engaños que había tenido que soportar. Se habían
acabado para Yves los días de gloria; le había llegado la hora de la
verdad...
A Marie-Anne, hermana
de Yves, no le gustaban en absoluto las proezas de su hermano. El modelo de
perfección que había tenido ante sus ojos durante su infancia le había hecho
dudar mucho de sí misma, y había comprendido que, para ser amada, si no se
tienen especiales talentos, hay que dar buena imagen. Teniendo la cruel
sensación de ser inferior a su hermano, llegó a la conclusión de que, con
amabilidad y simpatía, atraería la atención y el amor de los demás. De modo
que se convirtió en una mujer adorable, exquisita, que no regateaba medios
para conseguir su objetivo: ser amada y aprobada. Siempre sonriente,
disponible y atenta a las necesidades de los demás, hará lo que sea por
darles gusto. Vive temiendo no ser perfecta, y evita asumir cualquier
responsabilidad para no arriesgarse a cometer errores, Se contenta con
algunos contratos de traducción, de vez en cuando, que le permiten vivir y
mostrar buena apariencia sin arriesgarse demasiado. Una vez, no obstante,
seducidos por su encanto, le ofrecieron un empleo de relaciones públicas en
una empresa importante. Aceptó, creyendo que al fin habían llegado sus días
de gloria, pero se puso al trabajo en tal estado de tensión que, pocos meses
después, tuvo que dejarlo, decepcionada, con una gran cólera en su interior,
incapaz de reconocer su fracaso e intentar mejorar. En su trato con los
hombres, tiene tendencia a reproducir inconscientemente la relación con su
hermano mayor, eligiendo hombres brillantes (o que lo parezcan) e imbuidos
de sí mismos, lo que sigue fomentando la falta de confianza en sí misma y
aumenta otro tanto su necesidad de aprobación. La sonrisa superficial y la
amabilidad automática le absorben cada vez más energía. Su vida es como una
carrera permanente en busca de reconocimiento y de amor, y está empezando a
perder el aliento...
Nicole es jefe de
relaciones públicas en una compañía internacional de fabricación y venta de
vestidos de lujo. Es una mujer brillante, llena de entusiasmo, que pone vida
y energía por dondequiera que pasa. Hija única, considera que ha tenido una
infancia feliz. Desde muy pequeñita atraía la atención de todo el mundo por
su gracia y su vivacidad; era monísima. Su padre estaba muy orgulloso de
ella, la adoraba. Su madre, siempre encerrada en sí misma, no contaba mucho
para ella. La adolescencia, en cambio, fue una época difícil. Su padre
sufrió un serio revés de fortuna, por lo que cambió radicalmente la
situación económica de la familia, y Nicole tuvo que aprender a vivir con
sencillez, casi en la pobreza, lo que le disgustó muchísimo. Además, sus
padres, que nunca se habían entendido demasiado bien, se separaron. Su padre
se fue a vivir con otra mujer de la que se había enamorado y se interesaba
cada vez menos por Nicole, que vivió aquello como una enorme traición;
todavía lleva la herida en el corazón.
Pero se desquitó
labrándose un brillante porvenir. Supo abrirse camino a codazos, llegando en
la actualidad a ejercer una profesión a la altura de su capacidad. Es ella
quien organiza las sesiones de presentación de la compañía en la que
trabaja, tanto en Europa como en América del Norte. Le encanta estar ante el
público. Es una animadora excelente, y hace las cosas de tal modo que todo
lo que organiza es perfecto. Después de haberla encontrado, es preciso que
todo el mundo la recuerde como alguien extraordinario, excepcional.
Para conseguirlo,
trabaja sin descanso noche y día. Asegurarse de que todo sea perfecto la
hace vivir en un estrés permanente. Se mata trabajando para estar segura de
que recibirá sólo elogios. Cualquier imperfección, cualquier reproche que
pudieran hacerle le resultaría insoportable. Su actuación debe ser siempre
impecable, lo contrario le causaría una gran desesperación. Pero, pase lo
que pase, Nicole está siempre sonriente y, en apariencia, de buen humor.
Mantener continuamente esa imagen le absorbe mucha energía y le ocasiona
mucho estrés, pero la apariencia ha de ser siempre perfecta, es superior a
sus fuerzas. Es muy dura con sus subordinados, les exige lo imposible y los
hace vivir constantemente en el mismo estrés en el que ella vive.
No puede decirse que
su matrimonio sea un éxito. Su marido, más bien de tipo maso, soporta por
ahora a esa mujer exuberante y polarizada en sí misma que exige que todo el
mundo esté a sus pies. Le tiene afecto, porque es muy atractiva, pero sufre
en silencio. Para Nicole, eso no es muy importante mientras esté ahí y
continúe adorándola. En su trabajo tiene oportunidad de encontrar a hombres
muy interesantes que la admiran y la llenan de elogios, que la contemplan
maravillados y son muy galantes. Pero no le interesa una aventura con
ninguno de ellos, está demasiado ocupada por la perfección de su trabajo.
Mientras obtenga admiración, le basta.
Así ha vivido durante
más de diez años. Su marido ha acabado dejándola, y sus hijos, ya
adolescentes, a quienes ha controlado y dominado exigiéndoles la misma
perfección de la que ella bacía gala, se rebelan ya abiertamente. Al cabo de
esos diez años de extraordinaria perfección, Nicole ha estallado y ha tenido
que interrumpir su actividad. Le resulta muy difícil soportar la nueva
situación. Se encuentra sola, desamparada, frente a sí misma. También para
ella ha llegado la hora de la verdad...
Yves, Marie-Anne y
Nicole están aprisionados en la estructura psicópata. Es un mecanismo basado
en esencia en la necesidad de ser reconocido, aprobado y amado, que genera
la necesidad de tener poder e influencia sobre el mayor número posible de
personas para que el reconocimiento sea permanente. Esta estructura es
compleja, y puede dar lugar tanto a comportamientos muy primarios como a
otros muy refinados y sutiles, depende de cada persona. Aquí describiremos
las manifestaciones más claras y evidentes. No obstante hay que decir que,
como la necesidad de ser amado es innata a la naturaleza humana, todos
tenemos algún aspecto de esta estructura. Empezaremos por observar sus
orígenes en las vidas pasadas y en la infancia.
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