LAS RELACIONES.
CORAZÓN SEDIENTO, INQUIETO, DEPENDIENTE, CON PENURIA. Posesividad,
inseguridad, apego, miedo a perder
En su
relación de pareja, la persona aprisionada en este sistema de defensa se
comporta del modo siguiente:
— Exige
que el otro le dé satisfacción, es decir, que llene su vacío y le proporcione
seguridad física y afectiva; inconscientemente, lo considera un(a) proveedor(a)
de todo; es su fuente de llenado emocional y energético, su fuente de
satisfacción y de seguridad.
— Pide
siempre más, tal vez no de forma verbal, pero sí energética; siempre está
esperando más: más atención, más amor, más aprobación, más sexo, más...
— Siempre
está frustrado, puesto que nunca cree haber recibido bastante.
— Culpa a
su pareja de su insatisfacción.
— Se pega
al otro, se aferra, pues lo aterra el abandono; vive en un estado de dependencia
tal que le será difícil poner fin a una relación aunque todo vaya mal y no
existan esperanzas de que funcione; siempre está a la espera, nunca soltará su
presa; cualquier cosa antes que perder a alguien o consentir que se lo quiten.
— Trata
de controlar a su pareja para estar seguro de no perder su fuente de
aprovisionamiento; inseguridad y miedo a perder entrañan necesariamente
posesividad y celos.
—
Manipula de forma suave, tortuosa y disimulada para obtener mayor satisfacción.
— Es un
lastre en la relación de pareja.
— Está
frecuentemente cansado y sin energía.
— Da
poco; pero, si da, es con la esperanza de recibir a cambio alguna compensación
del tipo que sea.
— Busca
la «fusión» sentimental o energética, que no es más que una manera de tomar la
energía del otro, una manera de atarse más al otro para estar seguro de no
perderlo.
— Da
muestras de egoísmo.
— Trata
de que el otro se implique y sea fiel, pero no mediante un compromiso sano y
libre, sino para tenerlo atado.
— Se
enfrenta a los conflictos mediante la manipulación suave y tortuosa; se queja y
pide más; no lucha directamente, a menos que haya otra estructura superpuesta
que produzca ira.
— Es muy
amable, servicial y agradable mientras espera encontrar alguna satisfacción;
pero, tras varias expectativas insatisfechas, puede convertirse en alguien
desagradable, fastidioso, culpabilizador; «succiona» entonces todavía más la
energía del otro mediante suspiros, reproches no formulados y miradas
desaprobadoras y huidizas.
— No le
gustan los grupos, pero al mismo tiempo le da horror la soledad. Prefiere estar
en compañía de una sola persona, porque eso le permite sentir mejor el contacto,
y también extraer la energía del otro con más facilidad.
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