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Cualidades del
hemisferio cerebral izquierdo superior
Queremos llamar especialmente la atención respecto a algunas cualidades del
hemisferio cerebral izquierdo que suelen olvidarse en el camino interior. Es
cierto que tanto la sensibilidad, que debe ser cada vez mayor, como la
apertura de corazón son esenciales. Pero, si la sensibilidad y la apertura
de corazón no están totalmente dominadas, conducirán con frecuencia a un
exceso de emotividad. Algunas cualidades del hemisferio superior izquierdo
son buenas bazas para equilibrar el proceso. El ego emocional tendrá
tendencia a resistirse a su desarrollo, que considera a menudo, sin razón,
como extrañas al desarrollo espiritual. Las personas emocionales detestan la
mente inteligente, como el caballo detesta momentáneamente al cochero que
quiere domarlo... Sin embargo, esas cualidades son unos parapetos que
garantizan la autenticidad, la objetividad, el equilibrio y el rigor
indispensables en el camino.
Entre las cualidades del hemisferio cerebral izquierdo superior mencionemos
las siguientes:
— intelecto desarrollado, rico y abierto
— capacidad de concentración
— capacidad de reflexión inteligente
— capacidad de razonamiento claro y objetivo
— rigor
— fuerza de voluntad
— orden
— claridad de pensamiento
— disciplina
— equilibrio
— entereza
— silencio y control emocional
— potencia de acción
— realismo inteligente
— claridad de visión.
En los grandes arrebatos de amor y de luz que puede uno tener en el camino
de la transformación (si es muy hemisferio derecho) puede desdeñar, incluso
olvidar esas cualidades que, no obstante, son fundamentales para adquirir el
dominio de uno mismo y esenciales para desarrollar el poder creador
inteligente. Todas esas cualidades son aspectos de la mente superior que
denotan su dominio e independencia respecto a los mecanismos emocionales de
la mente inferior. Llevan a un dominio inteligente y respetuoso de los tres
mundos, y hacen del cochero un buen instrumento de la voluntad del Ser.
Así que practicar en la vida cotidiana todo lo que sirva para desarrollar
esas cualidades no puede por menos de favorecernos. Pueden practicarse, por
ejemplo, a través del estudio de un campo que nos interese. Se puede
observar que el estudio avanzado de las matemáticas, entre otros, es muy
útil para desarrollar el razonamiento objetivo, el rigor y la intuición
superior. Pueden practicarse también a través de la lectura, de la
reflexión, de la escritura y de otras actividades que desarrollen el
intelecto y la capacidad de concentración. Desgraciadamente, suelen ser
ignoradas en el camino espiritual, a pesar de ser muy útiles.
La sociedad actual no estimula el desarrollo del intelecto en su mejor
aspecto; no hace más que formar cerebros robots. Que nuestros jóvenes,
muchos de ellos hipnotizados por la televisión y los videojuegos, estén cada
vez menos interesados en hacer algún esfuerzo intelectual, siquiera para
leer un buen libro, es muy lamentable, porque baja el nivel del dominio
mental de la población y mantiene a la gente en un estado emocional no
controlado, sobre todo en los países desarrollados.
Ya hemos indicado en el capítulo anterior la importancia de la fuerza de
voluntad, que se inscribe también en este entrenamiento.
Muchas personas que han emprendido un camino espiritual reaccionan contra el
mundo ordinario, en apariencia frío y rígido, desdeñando unas cualidades del
intelecto que consideran que forman parte de una consciencia inferior,
confundiendo rigidez y dominio, mente automática y mente superior. No sólo
limitan así su poder de transformación, sino también las posibilidades de
que se instale en su propia vida y en el mundo la energía del Ser. No son
cualidades fáciles de mantener pues el cuerpo emocional (hemisferio cerebral
derecho inferior) se resiste a ellas. Es más fácil pasarlas por alto que
intentar ponerlas en práctica en la vida cotidiana creyendo que, en el
camino espiritual, está uno por encima de todo eso y sólo debe dejarse guiar
por la intuición «divina» (que a menudo no es más que una reacción
emocional).
Muchas disciplinas espirituales y de crecimiento personal trabajan
fundamentalmente sobre el hemisferio cerebral derecho. Algunas, sin embargo,
tienen como objetivo específico desarrollar algunas cualidades superiores
del hemisferio izquierdo, en particular la fuerza de voluntad, por ejemplo,
la práctica del Zen. Algunas de estas vías pueden parecerles áridas a
algunas personas, pero conducen hasta el alma tanto como las disciplinas más
«cálidas». Aunque también tienen sus trampas; aquí consistiría en quedarse
atrapado en un intelecto frío y desconectado del corazón. Pero uno no tiene
por qué caer en la trampa si permanece alerta, si es auténtico frente a sí
mismo e integra las cualidades de los dos hemisferios. El conjunto forma
entonces un todo eficaz y pleno de armonía.
La capacidad de observación y de análisis inteligente, unida a un corazón
amante, son muy útiles, en particular para que uno permanezca consciente de
sus propios mecanismos y practique la posición de testigo. El proceso
consciente de cambio de contexto, que permite acceder a la mente superior,
se apoya también en esas cualidades: objetividad, capacidad de análisis y
comprensión inteligente (hemisferio izquierdo) y amante (hemisferio
derecho). Ya vemos, pues, hasta qué punto esas cualidades del hemisferio
cerebral izquierdo superior son fundamentales en el camino de la
transformación; y por eso es importante practicarlas cotidianamente en las
actividades que a cada uno más le convengan.
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