CÓMO
SUPERAR UN FRACASO
Algo ha
fallado, uno no ha logrado lo que esperaba o buscaba. Sea en el aspecto que sea
se ha producido ese terrible fracaso. Es un hecho real, hay que reaccionar y
superarlo. La sabiduría popular lo ha expresado en el refrán «No es más hombre
el que no fracasa, sino el que se recupera antes de un fracaso.»
Ante un
fracaso puede reaccionarse de forma distinta según las personas: hay quien se
siente hundido, acabado y totalmente derrotado, y quien saca fuerzas de flaqueza
y emprende de nuevo la tarea con una energía inconcebible; para estos últimos,
el fracaso es como un incentivo, que les obliga a superarse y superarlo. Por
otro lado, no son de extrañar las reacciones depresivas, que a veces llegan a
ser graves, ni casos de personas que se angustian al verse incapaces de salir
adelante. Tanto la tristeza como la angustia no hacen más que aumentar el
sufrimiento del fracaso y entorpecer su superación.
Pero el
fracaso no es el fin del mundo, ni tampoco el final de aquello en lo que se ha
fracasado, esto hay que tenerlo claro y es el punto de partida de la superación.
Un fallo es un contratiempo, puede que hasta grave, pero siempre hay una segunda
oportunidad. Hay que analizar el fracaso y descubrir su porqué: metas
desmesuradas, poco esfuerzo invertido, o pequeño, para la empresa, escasa
preparación, muchos competidores, exigencias excesivas, fallos de terceras
personas, momento inadecuado, poca seguridad, circunstancias adversas... Hay mil
y una razones y cada cual debe encontrar las que han motivado su propio fracaso.
Uno debe conocer sus propios errores, corregir y superar sus fallos y planear
nuevas estrategias de comportamiento y actuación.
Aunque
esto es fácil de decir y muy difícil de lograr, hay que controlar el abatimiento
y la «sensación de fracaso». El éxito continuo es prácticamente imposible y,
puede que, a la larga, insoportable. Del fracaso se obtienen muchas lecciones y
se descubre la realidad de la vida que en todo y para todo tiene como mínimo,
dos caras. No es una razón para darse por vencido, eso sí es el auténtico
fracaso. Hay que dedicarse a la superación, a la obtención de soluciones,
olvidarse de autocompadecerse inútilmente y abandonarse a la tristeza. Puede, si
las situaciones particulares lo permiten, tener unos días de descanso y de
tranquilidad para meditar sobre el fallo y madurarlo, pero rápidamente hay que
volver a ponerse en marcha. En estos momentos, se suele buscar a las personas
cercanas, que confortan, apoyan y animan a superarse.
El
fracaso es pasajero y nunca se puede permitir que esta situación se instaure de
forma permanente. Siempre es algo superable y siempre es un punto de partida, de
renovación y de aprendizaje. Hay cosas en la vida que sólo se aprenden tras
fallar en ellas.
Ante un
fracaso hay que tener una doble visión: superarlo y obtener su consecuencia
positiva.