|
Atención a la
respiración.
Por muy complicada que pueda parecer la meditación, se basa, única y
exclusivamente, en la capacidad mental de permanecer atentos a la realidad,
la cual, por muy diversa que pueda ser, siempre está acompañada de la
respiración. Practicar la atención sobre la respiración es muy positiva
proque:
• La respiración siempre está con nosotros, de manera que la mente se puede
darse cuenta de ella en cualquier momento. Eso nos permite practicar la
meditación en situaciones del día que, normalmente, desperdiciamos por
completo (por ejemplo, mientras esperamos el autobús o hacemos cola en el
cine) o cada vez que la mente siente la necesidad de recuperar su estado de
paz interior.
• La respiración es fundamental para la supervivencia. Sin respirar sólo
viviríamos unos pocos minutos. Por consiguiente, la consciencia de la
respiración contribuye a la consciencia corporal y constituye un excelente
punto de partida para otras muchas formas de meditación.
• La consciencia de la respiración también contribuye a la tranquilidad
mental. Los estados de ansiedad y de estrés suelen generar una respiración
acelerada y superficial. Pues bien, si la ralentizamos y respiramos más
profundamente (desde el diafragma y no desde la región superior de los
pulmones), relajaremos la mente y el cuerpo a un tiempo.
Buda, uno de los primeros maestros de meditación de que se tiene constancia,
enseñaba a sus discípulos a partir de la atención sobre respiración, y
afirmaba que sólo con este método se podían obtener todos los beneficios de
la meditación. De ahí que la atención en la respiración sea la mejor manera
de empezar la enseñanza de la meditación. Aunque los niños utilicen otros
métodos, siempre deberían iniciar las sesiones siendo atentos, durante uno o
dos minutos, en la respiración, para que la mente pueda entrar en un estado
de atención general relajada. Antes de proseguir con otros ejercicios, es
una buena idea practicar este ejercicio de respiración durante varias
sesiones de meditación, hasta que los niños hayan desarrollado completamente
su capacidad de atención.
En el ejercicio siguiente, y en todos los que proponemos, aconseja a los
niños que no se impacienten si los pensamientos penetran en su mente y les
hacen perder la concentración. Explícales que, tan pronto como se den cuenta
de que la han perdido, deberían dar gracias a su mente por haberles llamado
la atención sobre este particular. Luego, basta con que retornen
pausadamente a su estado de concentración. |
|