LA
CONVIVENCIA: UNA DIFÍCIL PRUEBA
Cuando una pareja decide dar el paso de empezar a vivir junta, observamos
con frecuencia que no siempre se pone encima de la mesa cómo va a llevarse a
cabo esa convivencia, quizás porque se suele pensar basta con el amor y con
la atracción que sienten mutuamente. Pero sería interesante hablar con la
pareja sobre cómo van a desarrollarse ciertos aspectos, pues las
expectativas que se tengan al respecto son las que luego van a producir un
mayor o menor grado de malestar, dependiendo de cuánto difiera lo que se
esperaba que iba a ocurrir con lo que finalmente ocurre. Estos temas son:
El
tiempo
Para
muchas personas, estar en pareja puede suponer compartir absolutamente cada
minuto y cada actividad que se realiza, mientras que, para otros, supone
poder marcharse un sábado por la tarde sin tener que dar explicaciones de
adonde se va y a qué hora va a volver.
Por
ejemplo: si uno de los miembros de la pareja se siente abandonado porque su
compañero decide dedicarse a otra actividad cuando iba a empezar una
película que tenía muchas ganas de ver (deducimos que a su pareja no le
apetecía verla), y esperaba que lo hiciesen juntos hasta el final. Si la
interpretación que uno hace es que el otro no tiene interés por estar juntos
y que prefiere hacer otra cosa, lógicamente va a sentirse mal.
El
tiempo de cada persona es de cada persona, de manera que se estará
cometiendo un error si:
• Se
cuenta con el tiempo del otro para hacer una actividad propia. Nos serviría
el ejemplo de la película, pues se está haciendo pasar a la otra persona un
par de horas haciendo algo que no le interesa en absoluto.
• No
se tiene en cuenta el tiempo del otro, y a uno le da igual que lo pierda o
no, mientras no sea el propio. Cuando se convive en pareja, por lo general
se asume que el tiempo va a ser compartido. Por eso es importante informar
sobre decisiones que impliquen el tiempo de la otra persona.
Nuestras recomendaciones son:
• En
primer lugar, que ambas partes expongan sus expectativas al respecto.
• En
segundo lugar, que no se dé por hecho que el otro está esperando a que uno
le diga qué hacer con su tiempo. Probablemente lo habrá organizado y,
cualquier decisión, por pequeña que sea, es mejor que sea consultada y
consensuada por ambas partes.
• En
tercer lugar, que no se haga perder el tiempo de nadie haciendo esperar
durante horas o días sin dar explicaciones. No se trata tanto de una
cuestión de control, sino de no aprisionar el tiempo de otros al propio
antojo. Cada persona tiene derecho a emplear cada minuto de su vida de la
forma que le parezca mejor.
El
dinero
Parece que existe cierto pudor a plantear cuestiones económicas cuando se
está hablando de las afectivas, pero, con más frecuencia de la que podría
pensarse, el tema económico, o más en concreto la falta de claridad sobre
este tema, suele ser una fuente muy importante de conflictos en la pareja.
De
nuevo, las expectativas por ambas partes pueden diferir de forma
considerable. Para algunas personas, vivir en pareja puede significar que el
dinero de ambos irá a un fondo común, con el que se hará frente a todos los
gastos de dicha situación. Para otras, uno de los miembros se encargará de
ganar el dinero, mientras que el otro lo administrará. Un tercer caso sería
las parejas en las que el dinero se lo administra cada uno, y se pone un
fondo común para gastos comunes... Las variaciones son tan infinitas como
las parejas.
En
cualquier caso, si se quiere eliminar una fuente de problemas en la
convivencia, es aconsejable hablar claramente sobre este tema, punto por
punto, situación por situación.
El
espacio
El
espacio físico es también muy importante cuando se inicia la convivencia.
Hay
personas que tienen tendencia o necesitan mucho espacio para sus cosas y dan
por sentado que son los que más necesitan, produciéndose una auténtica
invasión en el hogar, con poca cabida para el resto. Esa invasión puede
traducirse en objetos tangibles, como en actividades que se pueden hacer o
no en cada lugar de la casa.
En
cualquier caso, y una vez más, lo más aconsejable es hablar y sobre todo,
negociar. El hogar es el altar sagrado donde transcurre la intimidad de las
personas y es donde uno se debe sentir, especialmente a gusto.
El
objetivo
Ya
hemos visto que a veces las parejas inician la convivencia, pero también es
frecuente que no se sepa muy bien para qué. El porqué sería evidente, y
consecuencia del cariño, amor o atracción que sienten dos personas. Pero
cuando éstas se suben en el mismo barco, lo quieran o no, lo hayan planeado
o no, se va a mover y es preciso definir, en primer lugar, si se va en una
dirección conjunta. De no ser así, es mejor apearse antes de que uno se
encuentre en mitad de una relación de la que sea difícil salir; en segundo
lugar, qué objetivos a corto, medio y largo plazo se pretenden alcanzar.
Lo
anterior no garantiza de manera absoluta que la pareja vaya a durar toda la
vida, pero habremos eliminado gran parte de las fuentes de conflicto que
tienen más peso, por lo que estaremos minimizando las probabilidades de
equivocarnos. |