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EL ACOSO ESCOLAR
Se denomina acoso escolar o bullying, como se conoce también, al proceso de
agresión continuada en el tiempo, que se produce en el entorno de los centros
escolares, por parte de uno o varios alumnos a uno o varios compañeros. Al
hablar de agresión nos referimos tanto a conductas verbales, actitudes de
desprecio, insultos, amenazas, chantajes económicos, etc., como a agresiones
físicas, como collejas, patadas...; y también a agresiones psicológicas, como
humillaciones y ridiculización de la víctima. Sin embargo, en muchos casos, lo
que se produce es un aislamiento total del alumno, al que se deja aparte, sobre
todo en los juegos y actividades de grupo.
La diferencia entre el bullying y otros tipos de violencia que pueden ser
habituales durante este periodo evolutivo estriba sobre todo en que el acoso
escolar se convierte en algo habitual, diario, de tal manera que la situación se
va haciendo con el tiempo inaguantable y va minando la estabilidad y capacidad
de reacción del alumno acosado.
Es frecuente que a estas edades se produzcan conflictos en los que puedan
existir incluso agresiones físicas, y en la mayoría de las ocasiones no serán
más que formas de resolver las dificultades que pueden surgir en el juego y en
las interacciones cotidianas; por eso no se considerará acoso si no es
continuado en el tiempo, y si no se ve involucrado siempre el mismo alumno o
grupo de ellos.
El acoso sobre un alumno se suele detectar bastante tiempo después de haberse
iniciado; la razón es que el acosado, en general, suele ocultarlo y tratar de
evitar que sus padres y otras personas del entorno se enteren. Señales físicas
en el cuerpo o intentos demasiado frecuentes de faltar a clase, suelen servir de
alarma para indicar que pudiera estar pasando algo importante.
El acosado no cree normalmente que el adulto pueda ayudarle a solucionar el
problema y, además, en ocasiones puede ocurrir que haya intentado contárselo a
algún profesor o a sus padres, y haya tenido la percepción de que quizá él es en
parte culpable, con lo que puede adoptar como estrategia erróneamente defensiva
el taparlo.
La edad en la que más incidencia existe de este tipo de problemas es de los diez
a los catorce años, que es cuando los chicos son más vulnerables a la hora de
tener que enfrentarse adecuadamente a situaciones de exclusión y discriminación
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