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31 de diciembre de 1999. 22 horas. Montsegur
Iniciamos el difícil ascenso a la montaña sagrada por primera vez. La
oscuridad nos rodea en medio de una noche cerrada de frío invierno. Apenas
podemos advertir, a través de la débil luz de nuestras linternas, las placas
de hielo y nieve que pisamos. Avanzamos a ciegas, ignorantes de los
desfiladeros que se encuentran en cada recodo del camino. Finalmente,
logramos llegar a la cumbre donde se encuentra el castillo del Grial:
Montsegur.
Accedemos a su interior en el más absoluto silencio. De pronto, unas sombras
parecen acercarse hacia nosotros, mientras unos enormes perros rompen la
tranquilidad del lugar con unos amenazadores ladridos. Una vez normalizada
la situación, descubrimos que varios grupos de alemanes y franceses se
disponen a celebrar la llegada del año nuevo de una manera muy especial.
Sobre la media noche se reúnen en una zona del castillo formando un círculo
que iluminan con una gran cantidad de velas, a la vez que comienzan a
entonar una especie de extraños cánticos. Seguramente, algo parecido ocurrió
750 años antes cuando los últimos cátaros y caballeros del grial defendieron
el lugar del asedio de Roma.
Montsegur |
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