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LA MUJER VIUDA. LA VIUDEZ O VIUDEDAD
Hay muchas más viudas que viudos. La proporción entre unas y otros se estima
entre 3:1 y 5:1. Esto es el resultado de dos tendencias: la mayor
expectativa de vida de las mujeres y la inclinación de éstas a casarse con
hombres mayores que ellas. Las oportunidades para volver a casarse están
limitadas porque hay pocos hombres, en comparación con las mujeres del grupo
de edad "adecuado". En consecuencia, es muy frecuente que las mujeres tengan
que hacer frente al hecho de pasar, más o menos, los quince últimos años de
su vida solas.
En el duelo de la mujer durante el año inmediato a la muerte de su marido,
se desarrollan una serie de procesos psicológicos. Estos se producen
aproximadamente en el siguiente orden:
1. Choque o parálisis. Durante los primeros días posteriores a la muerte del
marido, la reacción habitual no es de emoción intensa, sino una sensación de
parálisis.
2. Ansiedad e intensa tristeza. Se produce una intensa preocupación por los
pensamientos del esposo fallecido, la pena es muy grande y se llora mucho.
3. Ira y protesta. Puede suscitarse la ira o la amargura dirigida a personas
cercanas: al médico, al sacerdote o al esposo fallecido, por dejarla sola.
4. Desorganización. Hacia el final del primer año de duelo, incluso, la
mayoría de las viudas no ha mostrado gran interés por hacer planes para el
futuro.
5. Mitigación (reducción del dolor). Hay períodos en los que la pena
disminuye y la mujer puede descubrir formas de protegerse o defenderse del
dolor que experimenta.
6. Identificación. La mujer manifiesta su identificación con el esposo
fallecido, quizá comportándose o pensando como él, o quizá expresando
opiniones suyas.
Por supuesto, la forma de experimentar el duelo varía de una viuda a otra.
Los dos factores que parecen relevantes son:
1) la edad de la mujer, y
2) si la muerte del marido fue rápida e imprevista o la consecuencia de una
larga enfermedad y, por tanto, esperada.
Las mujeres muy ancianas parecen estar mejor preparadas psicológicamente
para la ausencia del marido.
Parece que la muerte del cónyuge resulta más dura para el hombre que para la
mujer, como ponen de manifiesto el poco ánimo, los trastornos mentales y las
elevadas proporciones de muertes y suicidios. Dicho de otro modo, la mujer
se adapta mejor a la viudedad. Una razón que explica esta situación consiste
en que es más probable que las mujeres tengan amistades profundas cultivadas
durante muchos años y que pueden prestarles apoyo emocional.
Las mujeres suelen tener una proporción de amigos muy superior a la de los
hombres. Aunque los viudos están significativamente más solos que los
casados, las viudas no están más solas que las casadas. Aunque hay que tener
también en cuenta que en las ciudades modernas, los papeles y los sistemas
sociales de apoyo no alcanzan a las viudas de forma tan automática como en
una sociedad más tradicional. En resumen, la viuda tiene que ser asertiva
con el fin de conseguir los tipos de apoyo y servicios que necesita. Por
desgracia, las viudas de hoy pertenecen a la generación de mujeres
socializadas de manera que no lo fuesen. Las mujeres más orientadas a la
familia y dependientes del marido son las más afectadas por la viudedad. El
retraso de la formación de la identidad puede tener graves consecuencias en
el futuro.
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