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EL SUMO SACERDOTE.
Carta número V.
La carta nos habla de un sacerdote en un trono. Vestido de gala, levanta sus
manos en el aire portando un báculo en una de ellas. Mira de forma apacible,
tranquila, no inspira acción, simplemente serenidad. La palabra clave es
reflexión y sanación.
Todos estamos
acostumbrados a avanzar en la vida siempre pensando hacia delante. Suponemos
que la única manera de mejorar es dando un paso más en nuestro camino. Pero
a veces es necesario parar a reflexionar sobre lo que estamos haciendo. Esta
carta es una carta sin acción, pero a pesar de ello es también
extremadamente valiosa.
Este maestro, o
sacerdote representa nuestra unión con Dios, con nuestro Dios. Si recordamos
en la carta anterior, la sacerdotisa, nos encontrábamos con un mundo
escurridiza, oscuro, difícil de interpretar. El sumo sacerdote es el puente
entre la sabiduría cósmica y la material; y por tanto puede construirse con
la inteligencia, y no sólo con instinto. Pero su sabiduría no proviene de
libros, de teorías complejas; simplemente el sacerdote obtiene su
conocimiento a través del dolor, de la experiencia, no es un mero espectador
en la vida sino un personaje clave de la misma.
El
sumo sacerdote somos nosotros mismos compartiendo momentos espirituales y
momentos animales. En un momento como en el que nos encontramos ahora es
necesario buscar qué es lo que quiere la vida de nosotros, elevándonos a un
plano espiritual, pero atrayendo el conocimiento a este plano de la materia.
Es un momento para que reflexionemos cómo van las cosas y qué esperamos de
ellas. Para que nos demos cuenta de nuestros errores pasados, para que
analicemos lo que hemos hecho hasta el momento y hacia donde nos ha llevado.
Porque sólo
conociendo nuestro pasado, entenderemos nuestro presente, y sabremos donde
nos llevará nuestro futuro.
EJERCICIOS:
El ejercicio para
esta carta es el siguiente. Intenta alcanzar un estado de relajación máxima,
y luego pide que a través de una sensación se te revele cual es tu camino en
esta etapa de tu vida. Después de recibir la sensación, pide que a través de
una idea se te comunique sobre qué deberías reflexionar. Recuerda que a
quien se lo pides es a tu sumo sacerdote, a esa parte de ti que está ahí
para ayudarte, como una herramienta para centrar tus esfuerzos en tu vida y
en tu evolución como persona. Te será siempre muy útil para obtener pistas
cuando te encuentres desorientado.
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