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LOS FUNDAMENTOS DE LA
ALTA MAGIA
Entramos, a partir de
este momento, en la magia como fenómeno. Pero cuidado: vamos a hablar ahora
de la verdadera Magia, de lo que se ha venido en llamar Alta Magia
para distinguirla de la otra, de la Baja Magia, esta última más
conocida del público en general porque es la formada por los curanderos,
echadores de cartas, hechiceros y brujos... los que buscan su lucro a través
de ella.
Ahora vamos a hablar
exclusivamente de la Magia en el más alto sentido de la palabra. Por eso,
nuestras afirmaciones tal vez sorprendan a muchos: ciertamente, vamos a
establecer unas nociones y a sentar unas bases que son muy poco conocidas
por el público en general. Porque, ya lo hemos dicho anteriormente (tema La
Magia) la verdadera Magia es una doctrina esotérica, oculta... y de ahí
precisamente su otro nombre de ocultismo.
Los fundamentos de la
Alta Magia.
La Alta Magia se
fundamenta en la acción del hombre (el mago) sobre un plano superior, al que
nos hemos referido ya al hablar de los Reinos de la Magia: el plano
astral. Como hemos dicho ya en aquella ocasión, el acto mágico busca sus
efectos actuando sobre este plano astral, el cual, a través de la ley de las
correspondencias, actúa como intermediario para conseguir el fin material o
espiritual propuesto.
El fin material o
espiritual propuesto. ¿Cuáles son los fines que persigue realmente el mago a
través de su acto mágico? Si consultamos cualquier grimorio, encontraremos
allí multitud de fines, la mayor parte de ellos mucho más próximos a
nosotros de lo que parecería en una ciencia tan elevada: conseguir el
engorde del ganado, el amor de una mujer, la fama y el dinero... para todos
estos fines, nos dicen los grimorios, hay formulas precisas, establecidas y
cualificadas, de muy seguro efecto, que basta recitar al pie de la letra
para obtener automáticamente los fines solicitados.
Desgraciadamente, la
cosa no es tan sencilla como esto; de otro modo, la Magia sería un arte tan
asequible que podría llevarlo a cabo cualquier hijo de vecino. La mayoría de
los grimorios y demás libros de fórmulas mágicas (aun sin tener en cuenta el
hecho de que la mayor parte de los grimorios que han llegado a nuestras
manos son copias y recopias, adulteraciones y hasta falsificaciones de los
originales) solamente nos señalan el cascarón vacío de lo que es la Magia,
la cubierta exterior formada por una serie de fórmulas que, en sí mismas, no
significan nada.
Porque no todo es
posible para la Magia, no todo es asequible. Hay, incluso para ella, cosas
que escapan por completo a su alcance.
Entonces, ¿la magia
no es omnipotente? Quien piense en la posibilidad de una omnipotencia de la
Magia demuestra poseer una maravillosa ingenuidad. La Magia, ciertamente, es
capaz de hacer muchas cosas... pero existen siempre unos límites. Pedir a la
Magia que convierta a un elefante en una pulga, por ejemplo, es algo tan
absurdo como pretender conseguir el amor de una mujer recitando simplemente,
a la luz de la luna, una "fórmula mágica" convenientemente preparada,
delante de un amuleto hecho con la lana de unas medias que haya llevado en
alguna ocasión la mujer amada. No, los fines del verdadero mago son mucho
más concretos... y mucho más reales.
Unos fines que
podríamos resumir, sustancialmente, en cuatro: la videncia, la proyección
del cuerpo astral, la evocación de los entes astrales y, finalmente, la
acción -a través del plano astral- sobre un tercero.
Veamos un poco más
detenidamente el alcance de cada una de estas cuatro finalidades, aunque
todas se definan ya suficientemente por sí mismas. La videncia - que ha sido
en parte capturada, si se nos permite la expresión, por la
parapsicología- es la cualidad, obtenida a través del acto mágico, que le
permitirá al mago ver lo que ocurre en otras partes - lo cual dentro de todo
es relativamente fácil para la Magia- o lo que ocurre en el pasado y en el
futuro... lo cual es ya un poco más difícil.
La proyección del
cuerpo astral (es decir, el abandono momentáneo y voluntario, por parte del
mago, de su cuerpo físico para entrar dentro del plano astral) es ya más
difícil de conseguir... y mucho más peligroso también, ya que desencadena
una serie de fuerzas que muchas veces pueden quedar fuera del control del
mago, y lo sumergen en un mundo completamente distinto e inhabitual para él.
La evocación de las
fuerzas astrales (dentro de la cual hemos de incluir, aunque equivocado en
sus teorías, al espiritismo), permite al mago entrar en contacto con las
fuerzas astrales, llamadas también "los elementales" (entre otros) y usarlas
incluso como mediadoras para sus otros fines.
La acción sobre un
tercero, finalmente, es la base sobre la que se asientan todos los
maleficios -aunque sus alcances puedan ser muy otros-, y su finalidad es
actuar sobre otras personas o grupos de personas... a través siempre, claro
está, del plano astral, medio eterno a través del cual se mueve (y empleamos
la palabra mover en un sentido evidentemente figurado) toda la acción del
mago.
Estos son pues, en
pocas palabras, los resultados que busca el practicante de Alta Magia al
realizar sus actos mágicos. Sin embargo, como ya hemos dicho varias veces en
otras ocasiones, estas finalidades no son, en suma, más que otro medio del
que se vale el experimentador para conseguir una nueva finalidad, superior y
última, que es siempre el resultado final de la Magia: la autoperfección del
propio operador...
Teofrasto Bombast von
Hohenheim, más conocido como Paracelso. fue uno de los más grandes magos
conocidos, y sus trabajos alquímicos son tan conocidos como sus avances en
medicina, en la que fue un precursor del magnetismo animal y uno de los
maestros en que Mesmer basó su doctrina, así como uno de los primeros
estudiosos de lo que después sería la homeopatía.
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