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La
educación del cuerpo espiritual.
Pero el futuro mago
no solamente ha de aprender a mantener una "dieta" (si es válida la palabra)
que le permita desarrollar al máximo sus aptitudes físicas y astrales, sino
que debe supeditar todo esto -tanto su cuerpo físico como el astral- a su
psique, a su voluntad... a su cuerpo espiritual. El futuro mago ha de
aprender a saber dominarse por completo. Por ello, ha de seguir desde un
principio una serie de normas que le ayudarán a mantener este dominio de su
cuerpo volitivo sobre sus demás cuerpos: ha de aprender a "gustar" de toda
clase de alimentos, aunque no sean demasiado agradables para su paladar; ha
de acostumbrar su olfato a todos los olores; no sentir repugnancia ante el
tacto de ninguna sustancia, por fría, desagradable o viscosa que sea; ha de
escuchar toda clase de música, no solamente la que le plazca a su oído; ha
de recrear su vista con las cosas hermosas, pero también habituarla a las
cosas desagradables... habituar todos sus sentidos, en fin, a todo lo que
nos rodea, y habituar también con ello a la voluntad a no reaccionar
desagradablemente ante ninguno de ellos, por repugnante que pueda parecerle.
Puesto que, así como
la comida es el alimento de nuestro cuerpo físico, y el aire que respiramos
el de nuestro cuerpo astral, las sensaciones que recogen nuestros sentidos y
son transmitidas a nuestro cerebro constituyen nuestro alimento espiritual,
nuestro alimento psíquico. Y es preciso saber dominar, dosificar y
seleccionar este alimento que llega a nuestro intelecto, para hacer uso de
él en la forma más conveniente a las necesidades del momento... lo cual sólo
puede conseguirse a través y tras una larga práctica y un cuidado proceso de
habituación.
Claro que este
alimento, como los anteriores, tiene también sus excitantes. Los
excitantes del alimento intelectual son todas las cosas que despiertan en
nuestra mente unos sentimientos más intensos de lo habitual. Nuestros
sentidos -y las sensaciones que estos sentidos transmiten a nuestro
cerebro- son susceptibles de modificaciones y perfeccionamientos, como lo
demuestra el hecho de que la pérdida de uno de estos sentidos agudice
extraordinariamente a los demás. Los excitantes de los sentidos, bien
dosificados, pueden ayudar a un extraordinario desarrollo psíquico del
cerebro: la música (que actúa en una forma triple y simultánea sobre el
cuerpo físico -instrumentos de madera- astral -instrumentos de metal- y
espiritual o psíquico -instrumentos de cuerda); la poesía; la pintura; la
escultura; todas las artes, en fin, a través de las cuales el hombre podrá
hallar siempre una elevación espiritual.
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