El Yoga.
Es la terapia relajante más difundida en el mundo entero y una de las pocas
que ha conseguido permanecer año tras año. Aunque en la actualidad está
bastante desplazada por las especialidades que potencian el cuerpo, como el
aeróbic, el culturismo o la gimnasia sueca de mantenimiento, consigue tener
su hueco en todos los gimnasios gracias precisamente a su gran diferencia
con todo lo conocido.
Desarrollada en un
país eminentemente pobre como es la India, pero donde las creencias
religiosas son mucho más firmes que en Occidente, el yoga fue en principio
una forma corporal de meditar, más que una terapia para el cuerpo. Con el
paso de los años los grandes yoguis descubrieron nuevas aplicaciones y
observaron que determinadas posturas, torsiones y estiramientos conseguían
mejorar también la salud.
Cuando los primeros
maestros de yoga llegaron a Occidente encontraron gran rechazo por las
personas, acostumbradas a mejorar su salud mediante ejercicios activos, no
entendiendo que adoptando una postura durante varios minutos se pudiera
mejorar algo más que el carácter. También hubo otro problema adicional y es
que esta gimnasia estaba elaborada para el cuerpo de los habitantes de la
India, delgados, poco musculosos, cerebralmente poco inquietos y dotados de
gran elasticidad. Lo que un principio se pregonaba como magnífico
tratamiento para el cuerpo y la mente terminaba siendo una tortura para sus
practicantes, además de algo soporífero que inducía más al sueño que a la
meditación.
Con
el paso de los años las cosas alcanzaron su punto medio y al menos un asunto
quedó claro: el yoga no era apto para todo el mundo, como tampoco lo son la
mayoría de las gimnasias. Cada cual debe elegir aquella modalidad que encaje
en su mente y cuerpo, siendo el yoga una buena opción.
Finalidad
La palabra yoga
quiere decir unión, ya sea entre nuestra alma y Dios, o entre nuestro cuerpo
y la mente. También hay quien prefiere considerarlo como la unión de nuestra
personalidad oculta con la superficial, el consciente con el inconsciente.
De ser así, mediante su práctica conseguiremos llegar a las enormes energías
que fluyen en nuestro interior y que los chinos describen como CHI, las
cuales solamente podemos movilizar mediante prácticas muy complejas de
meditación y relajación.
Sus practicantes
dicen que se puede incluso mejorar nuestra percepción extrasensorial, la
telepatía, la comunicación con los muertos, el control sobre el dolor y las
emociones, la capacidad artística, las aptitudes para la metafísica, las
elucubraciones y hasta la comprensión perfecta de los tratados filosóficos
de la antigüedad. Por supuesto también mejoraremos nuestra capacidad para
comunicarnos con el ser supremo.
En el aspecto más
real o más tangible, la práctica del yoga nos puede proporcionar una mayor
calma espiritual en momentos de tensión, un mejor control de nuestras
emociones, cierta bondad exterior para con los demás y una visión más
profunda y clara de los problemas.
Unión cuerpo-mente
Es una incógnita la
dualidad que existe entre nuestro cuerpo y nuestra mente, ya que parece que
ambos están en continua oposición o al menos son independientes. Lo que uno
necesita parece que el otro lo niega o lo aborrece. Mientras el cuerpo nos
demanda una serie de necesidades y apetitos puramente básicos o esenciales,
la mente se ocupa de frenar nuestros impulsos y nos crea numerosos
sentimientos que nos dejan perplejos. Nos crea la conciencia, los
remordimientos, la tristeza, la sensación de soledad, la solidaridad, el
amor por el prójimo, el respeto al débil y una serie interminable de
sentimientos que, en principio, están en oposición a las necesidades del
cuerpo. Éste, con un comportamiento similar a cualquier otra especie,
necesita sobrevivir y para ello no le importa quitar el alimento a otra
persona, puede que matar tampoco le resulte desagradable, le encanta
aparearse con toda hembra que se ponga a su alcance y defender su territorio
se convierte en una necesidad primaria. Afortunadamente, como ya hemos
dicho, la mente se encarga de controlar todo ello y hacernos un poco
(solamente un poco) más humanos.
Nuestros deseos
corporales son además inestables y lo que hoy se nos antoja maravilloso
mañana es desagradable y en este vaivén emocional gastamos un caudal enorme
de energía, lo que nos conduce además a fuertes tensiones y una pérdida del
remordimiento muy significativa. Con esto nuestra vida se nos malogra, la
desperdiciamos.
Según los expertos,
es en esta dualidad entre el cuerpo y la mente donde radican la mayoría de
los trastornos del carácter, la ansiedad, el estrés, la apatía, la
agresividad y la intolerancia. En la medida en que nuestra parte exterior,
nuestras necesidades básicas, estén complementadas con nuestras facultades
interiores y podamos potenciar la energía interna, llegaremos a un estado de
conciencia y equilibrio tan perfecto que nos sentiremos unas personas
distintas, más felices y por supuesto menos estresadas. Y todo ello se puede
lograr sin grandes sacrificios, sin esfuerzos físicos, de una manera fácil,
en solitario o en comunidad, todo ello gracias a la práctica del yoga.
Esta gimnasia hindú
pretende ir más lejos aún, ya que trata de unificar el espíritu, el
intelecto y el cuerpo. Mientras el cuerpo es el que nos mueve nuestra
capacidad de supervivencia y nos fuerza a la reproducción, la mente nos hace
que estemos felices en este mundo o nos traiciona haciéndonos desgraciados.
Como colofón, el espíritu es lo que nos diferencia de los animales, lo que
según los creyentes nos acerca a Dios, a la otra vida, y nos da un rayo de
esperanza para esa meta que se llama eternidad. Pues en la medida en que
potenciemos las facultades internas y hagamos menos caso de las necesidades
corporales, así podremos alcanzar la felicidad.
Filosofía o gimnasia
Pero no se asuste el
lector ante tanta filosofía, ya que lógicamente lo único que pretenden la
mayoría de las personas que hacen yoga es realizar un método de gimnasia
diferente que les relaje lo suficiente para seguir en esta complicada
sociedad en que vivimos. Si además conseguimos encontrar esa alma,
reencontrarnos con el ser supremo o entender el sentido de la vida, pues
miel sobre hojuelas; pero debe quedar claro que la práctica del yoga puede
ser tan sencilla o complicada como nosotros queramos, pero ello no implica
que debamos convertirnos en un devoto de Buda, basta con admitir que tenemos
mente y cuerpo.
Modalidades de yoga
Aunque la palabra
yoga puede hacernos creer en un tipo de gimnasia curativa o meditación,
lo cierto es que bajo ese nombre se engloban la mayoría de las filosofías
orientales, y antes de elegir una deberás saber con certeza qué es lo que te
ofrece cada una de ellas.
Éstas son las más
populares:
HATHA YOGA: Es la
gimnasia yoga propiamente dicha y la que emplea los movimientos y posturas
corporales como medio para perfeccionar la mente.
KARMA YOGA: Hace
énfasis en nuestro potencial externo, nuestras actividades, para mejorar
nuestra capacidad de trabajo y relación social. Tener buen "karma" quiere
decir que nuestra vida futura será placentera y feliz, en contraposición a
quienes han llevado una vida desordenada, que serán obligados a repetir sus
fracasos. Es el equivalente a la doctrina cristiana.
RAJA YOGA: Potencia
las cualidades internas energéticas, el CHI, así como el desarrollo de la
actividad mental. Es similar a otras terapias chinas y japonesas
desarrolladas a través de las artes marciales.
MANTRA YOGA: Emplea
los sonidos, junto con ciertas posiciones en los dedos de las manos, para
mejorar y potenciar la salud, la intuición y la integración con la
naturaleza. Se utiliza frecuentemente con la práctica del ninjutsu y se
piensa que nos da un estado superior de la conciencia y las facultades
físicas. Cada mantra nos proporciona un beneficio a nosotros mismos, aunque
también nos servirá para ayudar a los demás.
Requisitos para un
mejor aprovechamiento del yoga
Indudablemente, no
podremos obtener todos los beneficios del yoga si solamente lo consideramos
como una gimnasia oriental, algo sofisticada y mística, pero simplemente una
gimnasia más. Las siguientes indicaciones serán, pues, complementos
indispensables para mejorar en profundidad nuestro cuerpo y mente mediante
la práctica del yoga:
· Abstinencias:
Habrá que evitar cualquier actitud violenta, agresiva, mentirosa,
ambiciosa hacia los demás, manteniendo una vida sexual monógama.
· Pautas
religiosas: Es el momento de ponernos en paz con nuestro dios.
· Posiciones: En
yoga se denominan asanas y son las tradicionales posturas que tanto
hemos visto y que debemos adoptar en nuestras clases. Deberán ser
estables, cómodas, placenteras, relajantes y curativas. Una vez
dominadas físicamente, es el momento de empezar a trabajar la mente, no
antes.
· Respiración: La
forma de respirar correcta deberá formar parte desde entonces de
nuestros hábitos de vida saludables y por supuesto de una manera más
intensa durante la práctica de los asanas.
· Concentración:
La mente no puede estar ausente durante los ejercicios y uniendo ambos
podremos mejorar sensiblemente nuestras cualidades intelectuales.
Durante los asanas hay que procurar aislarse totalmente del mundo
externo, hasta el punto de no escuchar lo que ocurre a nuestro
alrededor.
· Meditación: La
diferencia con el estado anterior es que ahora no pensamos en nuestro
cuerpo sino en nuestro papel en el mundo. Analizamos el misterio de la
existencia y la razón de vivir.
· Unión: Una vez
comprendidas y analizadas todas las conclusiones anteriores, deberemos
unirlas para lograr así ese estado superior que hemos pretendido con la
práctica del yoga.
Beneficios
Aunque la mayoría de
la gente considera el yoga solamente como un ejercicio de relajación, lo
cierto es que sus utilidades son mucho mayores y pueden abarcar campos
terapéuticos en principio muy intensos. De una forma resumida, el yoga nos
puede proporcionar lo siguiente:
1. Un mejor estado de
salud en general, incluso en aquellos casos en los cuales la medicina
química ha fracasado.
2. Un binomio del
cuerpo y la mente mucho más completo que cuando no potenciamos esta
dualidad.
3. Posibilidad de
llegar a estados de conciencia y del subconsciente muy superiores.
4. Mejor comprensión
de las creencias religiosas.
5. Mejor
entendimiento del destino y de nuestra misión en este mundo.
6. Menor dependencia
de las apetencias humanas.
7. Un dominio más
completo sobre nuestras propias emociones.
8. Corrección de
nuestros problemas emocionales y de conducta.
9. Aumento de nuestra
capacidad de concentración y aislamiento del entorno.
10. Mejor dominio
sobre nuestras funciones físicas autónomas, como la respiración, los
movimientos intestinales y el ritmo cardíaco.
11. Aumento de
nuestras energías sin desgaste energético.
12. Mejor
aprovechamiento de los momentos de reposo.
13. Aumento de
nuestra percepción extrasensorial.
14. Aumento de
nuestra productividad.
Si consideramos la
enfermedad como una respuesta a nuestra personalidad, a nuestros hábitos de
vida y a la existencia de elementos hostiles en nuestro entorno, cualquier
tratamiento curativo debería ir dirigido a los tres frentes si se quiere
restablecer la salud de una manera global y definitiva.
Cómo llegar a una
relajación adecuada
Es prácticamente
imposible que durante las primeras horas de práctica podamos encontrar ese
estado de bienestar que buscamos.
Las mismas posturas
que a los veteranos le son sumamente fáciles de asimilar, se nos hacen
imposibles y hasta dolorosas los primeros días, especialmente cuando debemos
estar inmóviles durante algunos minutos. En el mismo sentido, también nos
será difícil conseguir aislarnos del entorno y concentrarnos exclusivamente
en nosotros mismos, en nuestro interior, hasta el punto en que logremos
dejar nuestras preocupaciones fuera de nuestro consciente.
Para ello debemos ser
conscientes de que la consecución de una mejora física y psíquica lleva su
tiempo y no debemos desilusionarnos con las primeras sesiones.
Los primeros días
será difícil que consigamos dejar a un lado los problemas personales,
especialmente porque la actitud de silencio y reflexión nos inclinarán
precisamente a ello, a que nos concentremos en el análisis de nuestra
situación personal. Pero ahora lo que estamos haciendo no son ejercicios
espirituales ni una terapia para mejorar nuestra relación social, sino una
forma de mejorar nosotros mismos, ya que se supone que hemos acudido al yoga
porque necesitamos mejorar. Una vez logrado esto, es cuando podemos pensar
en ayudar a los demás.
En la medida en que
aprendemos a relajarnos conseguiremos aislarnos de nuestro consciente, de
nuestro entorno, y habremos entrado en un mundo personal intenso y
placentero. Es como si dejáramos nuestros problemas aparcados en el exterior
y pudiéramos concentrarnos en nuestro interior de modo exclusivo.
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