La Sofrología.
Es la ciencia de relajación más nueva que existe, al menos entre las que no
utilizan elemento adicional que no sea el propio paciente, aunque en muchas
ocasiones es conveniente acudir a un profesional que nos realice las
primeras sesiones.
La
sofrología (del griego: sano de mente) parte de la idea de que el ser humano
puede estar en el mundo de tres maneras conscientes: la normal, la
patológica y la extraordinaria o sofrológica. Todos podemos entrar en cada
uno de esos estados de conciencia y pasar de uno a otro de manera voluntaria
o accidental. Además, dentro de esos tres estados se encuentran la vigilia y
el sueño, que le darán una dimensión diferente. Existe además un tercer
nivel, a caballo entre los dos y denominado sofroliminal, que es el que
pretende ser el motivo de esta ciencia de relajación.
Qué
duda cabe que durante nuestra existencia cotidiana las circunstancias nos
pueden hacer entrar en un estado de conciencia patológico, en el cual
nuestras relaciones y sensaciones están desvirtuadas y no corresponden a lo
que en realidad son. Las presiones tan altas que conlleva la vida en las
sociedades modernas, en la que solamente el hecho de lograr la comida diaria
es un duro reto para todos, conduce con frecuencia a una distorsión de la
realidad y por tanto a un comportamiento patológico.
La
persona que quiera entrar dentro del mundo de la sofrología deberá aprender
sus técnicas, de la misma manera que aprende a caminar, a realizar algún
deporte o a ejercer un trabajo manual. Todo cuanto haga para relajarse
deberá tener un sentido lógico, práctico en sí mismo, y aplicado
exclusivamente para cada caso particular.
El
profesional no se deberá limitar a aprender de memoria unos cuantos
razonamientos o teorías sobre la sofrología sino que tendrá que tener unos
conocimientos muy profundos sobre el cuerpo humano, especialmente de la
fisiología, el comportamiento y las enfermedades mentales. Ambos,
profesional y paciente, deberán tener muy presente lo que es el autocontrol,
esto es, la no dependencia en un futuro de ayuda para solucionar nuestros
propios problemas y la capacidad de absorberlos por negativos que sean.
Sería, por tanto, un método de relajación de efecto inmediato y aplicable en
situaciones de emergencia emocional o física.
Fundamentos
El
paciente, ya sea por sí mismo o con ayuda del terapeuta, debe realizar una
autocrítica constructiva de sí mismo, no tanto para averiguar por qué ha
llegado a esa situación de descontrol emocional (para eso están otras
terapias más profundas), sino para buscar una compensación psicológica y
física que le permita sobrellevar sin problemas esa anomalía.
Mediante esa crítica individual tratamos de reconocer sin problemas qué es
lo que motiva nuestra angustia, así como los trastornos físicos que ello nos
provoca. Una vez analizado el mal, pasaríamos a potenciar nuestras
facultades físicas y psíquicas para, sin ocultar la realidad del problema,
intentar fortalecer nuestro cuerpo y que sea capaz de encajar plenamente
nuestra, llamémosla así, enfermedad. No se trataría, insisto, de ignorarla y
ni siquiera de verla bajo otro punto de vista, sino de asimilarla, como
asimilamos nuestro sexo, nuestra edad o nuestra nacionalidad.
La
persona bajo tratamiento de sofrología no es fácil que sucumba rápidamente a
una recaída en su emotividad ante la menor contrariedad, ni debe acudir con
urgencia al médico para que le escuche y le dé aliento o medicamentos. Su
autocontrol y los métodos de relajación que ha aprendido serán suficientes
para que no se desmorone y no tenga ninguna dependencia afectiva o química.
Basándose en los trabajos del doctor López Ibor sobre la hipnosis, las
teorías zen y budistas, así como en la propia experiencia mística de los
yoguis del Himalaya, los doctores Binswanger y Kierkegaard descubrieron que
no solamente la mente puede influir enormemente sobre el cuerpo, sino que el
mismo cuerpo puede modificar sustancialmente el pensamiento e incluso
conducirlo a un estado de placer y relajación.
De lo
que se trata es de trabajar el consciente, aquello que percibimos con
claridad y que sabemos con certeza que nos está influyendo negativamente en
nuestra salud. Ya no se trata de sacar a relucir complejos escondidos ni
traumas de la infancia, sino de tratar de lograr que nuestro cuerpo sea
capaz de controlar los daños psíquicos y físicos que nuestros problemas
cotidianos nos producen. Mediante la sofrología podemos influir
positivamente sobre todas las áreas mentales, especialmente el consciente, y
con su potenciación soportar las adversidades.
Inspirada sensiblemente en las terapias orientales, para la mayoría de
cuales el alma no existe, y su peculiar concepción de la energía o CHI, esta
terapia elimina todo cuanto de místico y esotérico pueda existir en el
tratamiento de la mente y se concentra en lo que vemos y sabemos.
La
razón es el mejor caballo de batalla y el aprendizaje lo que hace es que
cualquier persona pueda automedicarse, por decirlo de alguna manera. Si
existe un problema no hay que enmascararlo, ni adornarlo con retóricas o
explicaciones como se hace en el psicoanálisis, sino hablar de él con
sencillez.
Muchos retractores hablan de la sofrología como un sencillo método de
concentración mental, mientras que otros lo critican diciendo que lo que en
realidad se pretende es poner en trance a las personas y pedirles que se
imaginen que están controlando a voluntad cada parte de su cuerpo. También
dicen que, aunque lo que se pretende con esta terapia es que el cuerpo
mejore la mente, en realidad el mayor esfuerzo lo realiza la mente para
conseguir la relajación del cuerpo, por lo que al final nos encontraríamos
solamente con una especie de yoga occidental.
Pero
la sofrología no quiere que sus practicantes caigan en trance místico y ni
siquiera que dejen la mente en blanco mientras se relajan, sino que tomen
pleno conocimiento de su cuerpo para ayudar a su mente a que asimile los
problemas emocionales que pudieran existir.
Más
fuertes y más conscientes
Ya
hemos explicado que la sofrología está muy alejada de cualquier técnica de
relajación, lo mismo que lo está de las teorías místicas o religiosas que
tratan de involucrar al hombre en destinos superiores al resto de especies.
Lo que se pretende con estas técnicas es simplemente estar más capacitados
para responder a las demandas de la vida diaria, sean buenas o malas, nos
gusten o no nos gusten. Para ello lo que es esencial es la conciencia de lo
que vivimos y no tratar de huir de lo que es inevitable. Las circunstancias
que nos rodean son como son y debemos estar preparados y capacitados para
absorberlas sin demora ni justificaciones.
No se
pretende tampoco hacer una raza de superhombres, serenos y eficaces ante
cualquier problema, ni tampoco hacer de una persona débil un valiente
fortachón que no se atemoriza con nada y es capaz de responder con decisión
en cualquier circunstancia.Quizá una buena explicación sería eliminar
bloqueos corporales o mentales que nos impidan ser como en realidad somos o
como podríamos ser con un entrenamiento adecuado. Por ello tampoco podemos
lograr aumentar supuestas facultades intelectuales escondidas o dormidas, ni
tratar de solucionar todos los problemas que llevemos encima. La panacea y
los milagros no tienen cabida en la sofrología. Lo que se pretende con ella
es que te puedas mirar al espejo y sentirte bien con tus emociones y tu
manera de enfocar y ver la vida.
Patologías a tratar
Ésta
sería una resumida lista de las enfermedades o aplicaciones en las cuales la
sofrología puede constituir una terapia única:
·
Como terapia conjunta en problemas psicológicos, como depresiones,
neurosis, problemas de adaptación social, anomalías del comportamiento y
psicosis poco profundas.
·
En la preparación al parto y durante éste.
·
Para ayudar a respirar en las enfermedades bronquiales y asmáticas, así
como en las alergias que influyen en el sistema respiratorio.
·
En las taquicardias, cardiopatías, riesgos de infartos y la tensión
arterial alta o descompensada.
·
En todos los deportistas de elite para ayudarles a potenciar su
organismo y mejorar su adaptación al sobreesfuerzo.
·
Para mejorar enfermedades en las cuales el componente emocional es
decisivo, como en el caso de las úlceras gástricas, la obesidad, la
psoriasis o las disfunciones tiroideas.
·
También será de ayuda para mejorar las anomalías sexuales, como la
frigidez, impotencia, vaginismo o eyaculación precoz.
·
En las contracturas musculares, tortícolis o ciáticas.
·
Como preparación a la anestesia o cuando se recomiende la anestesia
local. También para aliviar las molestias postoperatorias.
·
En los trabajos odontológicos molestos pero que no requieran anestesia
local.