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Nuevo estudio sobre la sábana santa: “la vanilina”
Un nuevo estudio ha
devuelto la sábana Santa a la más rabiosa actualidad. Quince años después
de que un equipo de científicos de tres universidades de prestigio
concluyeran –tras someter el lino a una datación mediante el carbono 14-
que el sagrado lienzo es una “falsificación medieval”, un químico
vinculado a la NASA ha descubierto que aquel estudio fue erróneo. ¿La
razón? Los laboratorios implicados analizaron un fragmento de la reliquia
que fue añadido tras un incendio sufrido en 1532.
El responsable de la nueva investigación es un químico llamado Raymond N.
Rogers. A propósito de su prestigio y credibilidad no hay discusión. No
obstante forma parte del equipo de científicos del Laboratorio Nacional de
Los Álamos (Nuevo México, EEUU), una institución que habitualmente trabaja
para las misiones espaciales de la NASA y que están en la vanguardia de
todos los avances tecnológicos de la actualidad.
Gracias al raspado de impurezas y remiendos efectuados en Turín hace dos
años, el científico efectuó un complejo análisis químico de las sustancias
que están adheridas al lienzo. Tras elaborar su investigación, envió el
paper a la publicación científica de referencia, Thermochimica Acta, en
cuyo consejo de redacción se determinó crear un comité de arbitraje que
enjuició el hallazgo para certificar su credibilidad. Al fin y al cabo,
así es como trabajan las publicaciones científicas. Después de las
pesquisas, se decidió dar luz verde al informe, que se publicó en el
número correspondiente al mes de enero de 2005.
La principal aportación efectuada por Rogers consiste en el descubrimiento
de una sustancia química, denominada vanilina, que cubre algunos
fragmentos de la reliquia. Sin embargo, Rogers averiguó que la vanilina
sólo aparece en los remiendos que unas monjas colocaron en la Sábana Santa
tras el incendio que sufrió en el año 1532. El hecho es que la también
llamada Síndone se encuentra doblada en un arcón de plata que, al
fundirse, consumió los vértices de cada doblez. Las monjas utilizaron otra
tela para cubrir los “huecos”. Son esos trozos de tela los que
incorporaron esa sustancia. En cambio, la parte central de la misma, en
donde aparece la imagen, no presenta resto alguno de dicha sustancia.
Lógicamente, Rogers estableció que este componente era un rasgo distintivo
de aquellas partes de la tela que pertenecían al siglo XIV y que, por
tanto, no eran originales.
Lo más llamativo vino cuando el equipo de trabajo del Laboratorio Nacional
de Los Álamos detectó trazas de vanilina en uno de los vértices inferiores
de la Sábana. Casualmente, esa parte de la reliquia es la que fue cortada
en Turín el 21 de abril de 1988 para que los laboratorios de las
universidades de Oxford (Reino Unido), Zurcí (Suiza) y Arizona (EEUU)
aplicaran el método del carbono 14 a fin de conocer la antigüedad del
objeto. Dicho método, muy utilizado en arqueología para desvelar la
datación de piezas desenterradas, fue considerado como el definitivo para
aclarar el enigma.
Sin embargo, no ha sido la primera vez que la prueba del carbono 14 sufre
un jaque. Ya en 1988, Gabriel Vial, director del Museo de Tejidos de Lyon
(Francia), advirtió a los científicos encargados de la prueba que “el
punto seleccionado podría ser una reparación”. La advertencia cayó en saco
roto. También lo recordó en septiembre de 1989 Franco Testore, durante el
Simposio de París: “La muestra puede tener síntomas de contaminación, ya
que se encuentra a muy escasos centímetros de una de las zonas que sabemos
fue dañada por el incendio de 1532. Además, sobre este punto se han
acumulado siglos de suciedad y se ha producido lo que se conoce como
electroforesis, es decir, suciedad en la cavidad de las fibras de lino”.
Con anterioridad, el sindonólogo italiano Giovanni Riggi publicó un
trabajo, en el cual advertía que la zona señalada “presenta hilos de otra
naturaleza que, aunque en cantidad mínima, pueden conducir a variaciones
en la datación, puesto que son de incorporación tardía”. En cierto modo,
lo que estaba haciendo era anticipar el resultado del estudio publicado en
el año 2005 por el norteamericano Rogers.
Uno de los investigadores disidentes –a los que nadie tomó en
consideración en su momento- fue el británico Peter H. South, director del
Laboratorio de análisis Textil de Ambergate (Gran Bretaña). Denunció que
en las muestras utilizadas para el análisis mediante el carbono 14 había
elementos impuros: “Se detectó algodón, un algodón fino, amarillo oscuro.
Desafortunadamente, es imposible explicar cómo esas fibras acabaron en la
Síndone que, fundamentalmente, está hecha de lino. Es posible que se
utilizaran en el pasado para restauraciones”.
A sabiendas de que ya se conoce que esa contaminación era enorme, las
dudas sobre la actitud de los responsables de los laboratorios que
participaron en la prueba del carbono 14 deben activarse.
UNA TELA DEL SIGLO I
Al margen del carbono 14 se han realizado otras investigaciones que
validan la antigüedad del lienzo. Muy interesante a este respecto son
aquellos estudios efectuados por expertos textiles. En su radiografía de
la Síndone descubrieron que el tipo de confección del lienzo es muy
particular. Investigadores como Gilbert Raes encontraron trazas de algodón
de un tipo conocido como Gossypium herbaceum, propia de Oriente Medio, en
el siglo I. Los estudios demostraron que ese tipo de cosido en “saga de
pez”, y con esos materiales, sólo se efectuaron en época de Jesús. Además,
también se han continuado haciendo pruebas de datación que han tenido muy
poca publicidad. En uno de estos últimos se ha descubierto aragonito en el
lienzo, idéntico al de Palestina en el siglo I.
Bruno Cardeñosa
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