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QUÉ ES EL MIEDO
Se nos lastima desde la infancia. Está siempre la presión, siempre el
sentido de la recompensa y el castigo. Usted me dice algo que me causa
enojo y me lastima, ¿correcto? Hemos comprendido, pues, un hecho muy
simple: que se nos lastima desde la infancia y que, por el resto de
nuestra existencia, cargamos con esa herida, temerosos de que se nos
vuelva a lastimar o tratando de que no se nos lastime, lo cual es otra
forma de resistencia. ¿Nos damos cuenta, pues, de estas heridas y de que,
debido a ellas, creamos una barrera alrededor de nosotros, la barrera del
miedo? ¿Podemos investigar esta cuestión del miedo? ¿Lo haremos? No para
satisfacción mía, porque es de ustedes de quien estoy hablando. ¿Podemos
penetrar en ello muy, muy profundamente y ver por qué los seres humanos,
que son la inmensa mayoría, han tolerado el miedo durante miles de años?
Vemos las consecuencias del miedo, miedo de no ser recompensados, miedo de
fracasar, miedo de la propia debilidad, miedo del sentimiento que genera
en nosotros tener que llegar a cierto punto y no ser capaces de lograrlo.
¿Tienen interés en investigar este problema? Eso significa investigarlo
completamente hasta el fin, no limitarse a decir: "Lo siento, eso es
demasiado difícil." Nada es demasiado difícil si uno quiere hacerlo. La
palabra difícil nos impide una acción ulterior. Pero si pueden desechar
esa palabra, entonces podremos investigar este sumamente complejo
problema.
Ante todo, ¿por qué toleramos el miedo? Si tenemos un automóvil que anda
mal, acudimos, si es posible, al garaje más cercano; allí arreglan la
maquinaria y proseguimos la marcha. ¿Es que no hay nadie a quien podamos
acudir para que nos ayude a no tener miedo? ¿Comprenden la pregunta?
¿Necesitamos la ayuda de alguien para librarnos del miedo? ¿La ayuda de
psicólogos, psicoterapeutas, psiquiatras, o la del sacerdote, del guru que
dice: "Entrégame todo, incluso tu dinero, y entonces estarás perfectamente
bien"? Esto es lo que hacemos.
¿Desean ustedes ayuda para liberarse del miedo? Si desean ayuda, entonces
son los responsables de establecer una autoridad, un líder, un sacerdote.
Por lo tanto, antes de que investiguemos esta cuestión del miedo, deben
ustedes preguntarse si desean ayuda. Por supuesto, si padecen de algo, un
fuerte dolor de cabeza o de alguna enfermedad, acuden a un médico. Él conoce
mucho más sobre nuestra naturaleza orgánica, y les dirá lo que deben hacer.
No nos referimos a esa clase de ayuda. Nos preguntamos si necesitan ustedes
ayuda, alguien que los instruya, que los guíe y les diga: "Haz esto, haz
aquello día tras día, y estarás libre del miedo." Quien les habla no les
está ayudando. Eso es seguro, porque ustedes tienen docenas de ayudadores,
desde los grandes líderes religiosos -¡no lo permita Dios!- hasta el más
reciente y modesto psicólogo a la vuelta de la esquina.
Que
quede, pues, bien claro entre nosotros que quien les habla no desea
ayudarles psicológicamente de ninguna manera. ¿Aceptarían buenamente eso?
Sean honestos, ¿lo aceptarían? No digan que sí, es algo muy difícil. En toda
su vida han buscado ayuda en distintas direcciones, aunque algunos digan:
"No, yo no deseo ayuda." Ustedes piden ayuda sólo cuando están confundidos,
cuando no saben qué hacer, cuando se siente inseguros. Pero cuando observan,
cuando perciben no sólo externamente sino mucho más en lo interno, cuando
ven las cosas con gran, gran claridad, no necesitan ninguna ayuda; eso está
ahí. Y de ahí surge la acción. ¿Estamos juntos en esto? Repitámoslo, si no
les importa. Quien les habla no les dice cómo hacerlo. No pregunten nunca
cómo, porque entonces siempre habrá alguien que les tirará una cuerda. Uno
no está ayudándoles de ninguna manera, sino que juntos recorreremos la misma
senda, tal vez no a la misma velocidad. Regulen su propia velocidad y
caminaremos juntos.
¿Cuál
es la causa del miedo? Vayamos despacio. La causa. Si uno puede descubrir la
causa, entonces puede hacer algo al respecto, puede cambiar la causa, ¿no es
cierto?
Vamos, pues, a examinar juntos el miedo y a descubrir cuál es su causa, su
raíz fundamental. Y si la descubrimos por nosotros mismos, habremos
terminado con ella. Si vemos el proceso que da origen al miedo, o vemos sus
múltiples causas, entonces, esa percepción misma pone fin a la causa. ¿Están
escuchándome, escuchando a quien les habla, para dilucidar la causa? ¿O
jamás se han formulado siquiera una pregunta semejante? Yo he tolerado el
miedo, tal como lo ha hecho mi padre, mi abuelo, toda la raza en que he
nacido, toda la comunidad; la estructura completa de los dioses y los
rituales se basan en el miedo y en el deseo de alcanzar algún estado
extraordinario.
Así
que investiguemos esto. No estamos hablando de las diversas formas del
miedo: miedo a la oscuridad, miedo a la propia esposa o al marido, miedo a
la sociedad, miedo de morir, etc. El miedo es como un árbol que tiene
muchas, muchas ramas, muchas flores, muchos frutos, pero nosotros estamos
hablando acerca de la raíz misma de ese árbol -la raíz, no nuestra forma
particular de temor-. Uno puede rastrear su forma particular de temor hasta
la raíz misma. Preguntamos, pues: ¿Nos interesan nuestros miedos
particulares o estamos interesados en la totalidad del miedo? ¿Nos interesa
el árbol completo, no sólo una de sus ramas? Porque, a menos que
comprendamos cómo vive el árbol, el agua que requiere, la profundidad del
suelo y demás, el mero podar las ramas nada logrará; debemos llegar hasta la
propia raíz del miedo.
¿Cuál
es, entonces, la raíz del miedo? No esperen que yo responda a eso. No soy el
líder de ustedes, no soy su ayudador, su guru, ¡gracias a Dios! Estamos
juntos, como dos hermanos y quien les habla quiere decir exactamente eso, no
son meras palabras. Como dos buenos amigos que se han conocido el una al
otro desde el principio del tiempo y que caminan juntos por el mismo
sendero, al mismo paso y mirando todo lo que existe alrededor de ellos y
dentro de ellos, así, juntos, investigaremos esto. De lo contrario, todo se
vuelve tan sólo palabras y, al final, ustedes dirán: "Realmente, ¿qué he de
hacer con mi miedo?"
El
miedo es muy complejo. Es una reacción tremenda. Si están alerta a él, verán
que es una conmoción, no sólo biológica, orgánica, sino que es también una
conmoción para el cerebro. El cerebro tiene la capacidad, como uno lo
descubre -no por lo que dicen otros-, de permanecer sano a pesar de una
conmoción. No lo sé todo al respecto, pero la conmoción misma invita a su
propia protección. Si lo investigan en sí mismos, lo verán. El miedo es,
entonces, una conmoción; puede ser momentánea o continuar en diferentes
formas, con distintas expresiones, distintas modalidades. Vamos, pues, a
llegar a la mismísima raíz del miedo. Par comprender esta raíz tenemos que
comprender el tiempo; el tiempo como ayer, el tiempo como hoy y el tiempo
como mañana. Recuerdo algo que he hecho, y el recuerdo de eso hace que me
avergüence, que me sienta nervioso, aprensivo o temeroso, todo lo cual
prosigue hacia el futuro. He estado furioso, celoso, envidioso -eso es el
pasado-. Sigo siendo envidioso, con ligeras modificaciones; soy bastante
generoso respecto de las cosas, pero la envidia continúa. Todo este proceso
es tiempo, ¿verdad?
¿Qué
consideran ustedes que es el tiempo? ¿El tiempo del reloj, la salida y
puesta del Sol, la estrella vespertina, la Luna nueva con la Luna llena que
aparece dos semanas después? ¿Qué es el tiempo para ustedes? ¿Tiempo para
aprender un arte? ¿Tiempo para aprender un idioma, para escribir una carta,
para llegar desde donde estén a sus casas? Todo eso es tiempo como
distancia, ¿correcto? Tengo que ir desde aquí hasta allá. Ésa es una
distancia que el tiempo cubre. Pero el tiempo es también interno,
psicológico: soy esto, debo llegar a ser aquello. El llegar a ser aquello se
llama evolución. La evolución implica desde la semilla al árbol. Y también
significa: "Soy ignorante, pero aprenderé. No sé, pero sabré. Denme tiempo
para librarme de la violencia." ¿Están siguiendo todo esto? "Denme tiempo."
Denme unos cuantos días, un mes, un año, y me libraré de la violencia.
Vivimos, pues, a base de tiempo; no sólo el ir a la oficina todos los días
de nueve a seis. ¡Dios no lo permita!, sino también tiempo para llegar a ser
alguna cosa. ¿Comprenden todo esto? ¿Sí? ¿Comprenden el tiempo, el
movimiento del tiempo? Yo he tenido miedo de usted; ese miedo sigue estando
allí y yo tendré miedo de usted mañana. Espero que no, pero si no hago algo
muy drástico al respecto, mañana tendré miedo de usted. Así que vivimos a
base de tiempo. Por favor, seamos claros en esto. Vivimos a base de tiempo.
O sea: estoy vivo, moriré. Pospondré la muerte tanto como me sea posible;
estoy vivo y voy a hacerlo todo para evitar la muerte, aunque ésta sea
inevitable. De modo que, tanto psicológicamente como biológicamente, vivimos
a base de tiempo.
¿Es
el tiempo un factor del miedo? Por favor, investiguen. El tiempo: he dicho
una mentira y no quiero que el otro lo sepa; pero el otro es muy sagaz, me
mira y dice: "Me has mentido." "¡No!, no he mentido." (Me protejo
instantáneamente porque temo que el otro descubra que soy un mentiroso.)
Tengo miedo por algo que he hecho y que no quiero que el otro conozca. ¿Qué
implica eso? Pensamiento, ¿no es así? He hecho algo que recuerdo, y ese
recuerdo dice: "Ten cuidado, no dejes que él descubra que has mentido,
porque tienes una buena reputación de hombre honesto, así que debes
protegerte." De modo que el pensar y el tiempo están juntos, no hay entre
ellos división alguna. Tenga esto en claro, de lo contrario, después van a
confundirse bastante. El proceso que da origen al miedo, la raíz del miedo,
es tiempo/pensamiento.
¿Está
claro para nosotros que el tiempo -es decir, el pasado con todas las cosas
que uno ha hecho- y el pensamiento -agradable o desagradable, especialmente
si es desagradable- son la raíz del miedo? Éste es un hecho obvio;
verbalmente, es un hecho simple. Pero para ir más allá de la palabra y ver
la verdad de esto, uno deberá inevitablemente preguntarse: ¿Cómo puede
detenerse el pensamiento? Es una pregunta natural, ¿no? Si el pensamiento
crea miedo, lo cual es tan obvio, entonces, ¿cómo he de detener el pensar?
"¡Por favor!, ayúdeme a detener mi pensar". Yo sería un asno si pidiera una
cosa semejante, pero pregunto: ¿Cómo he de detener el pensar? ¿Es eso
posible? Prosigan, señores, investiguen, no dejen que sea yo el que prosiga.
El pensar... Vivimos a base del pensar. Todo lo que hacemos, lo hacemos
basados en el pensamiento.
¿Es,
entonces, posible detener el pensar? ¿Es posible no parlotear todo el día,
dar un descanso al cerebro, aunque éste tenga su propio ritmo -la sangre que
asciende hacia él-, su propia actividad? Su actividad, no la que impone el
pensamiento, ¿comprenden?
¿Puede, quien les habla, señalar que ésa es una pregunta equivocada? ¿Quién
es el que detiene el pensar? Sigue siendo el pensamiento, ¿no es así? Cuando
yo digo: "Si sólo pudiera dejar de pensar, no tendría miedo", ¿quién es el
que desea detener el pensamiento? Sigue siendo el pensamiento, ¿no es así?,
el pensamiento que desea algo más.
Entonces, ¿qué harán? Cualquier movimiento del pensar con el fin de ser otra
cosa que lo que es, sigue siendo pensamiento. Soy codicioso, pero "no debo"
ser codicioso; eso sigue siendo el pensar. El pensar a creado todos los
objetos, todas esas cosas que tienen lugar en las iglesias. Por lo visto, el
pensamiento es la raíz misma de nuestra existencia. De modo que la cuestión
que planteamos es muy seria. Vemos lo que el pensamiento ha hecho: ha
inventado las cosas más extraordinarias, la computadora, los buques de
guerra, los mísiles, la bomba de hidrógeno, la cirugía, la medicina, y
también las cosas que le han permitido hacer al hombre, como ir a la Luna,
etcétera. Y el pensamiento es la raíz misma del miedo. ¿Vemos eso? No cómo
terminar con el pensamiento, sino ver realmente que el pensar es la raíz del
miedo, el cual es tiempo. Ver, no las palabras, sino ver, de hecho. Cuando
tenemos un dolor severo, el dolor no es diferente de uno mismo y uno actúa
instantáneamente, ¿verdad? Entonces, ¿ven ustedes tan claramente como ven el
reloj, como ven la pantalla de su monitor, ven de ese modo que el
pensamiento es el factor causante del miedo? No pregunten: "¿Cómo he de
verlo?" Tan pronto preguntan "cómo", aparece alguien que está dispuesto a
ayudarles; entonces ustedes se convierten en su esclavo. Pero si ven por sí
mismos que el pensamiento y el tiempo son, realmente, la raíz del miedo,
ello no necesita deliberación ni decisión. Un escorpión es venenoso, una
serpiente es venenosa; en el instante mismo de percibirlos, uno actúa.
Nos
preguntamos, entonces: ¿Por qué no vemos? ¿Por qué no vemos que una de las
causas de la guerra son las nacionalidades? ¿Por qué no vemos que uno puede
llamarse musulmán y otro cristiano? ¿Por qué peleamos por nombres, por
propaganda? ¿Vemos eso, o sólo memorizamos o pensamos al respecto?
Comprendan, señores, que la conciencia de ustedes es la del resto de la
humanidad. La humanidad, igual que ustedes y otros, pasa por toda clase de
dificultades, experimenta pena, afán, ansiedad, soledad, depresión, dolor,
placer... todos y cada uno de los seres humanos en el mundo pasan por esto.
De modo que nuestra conciencia, nuestro ser, es toda la humanidad. Es así.
¡Cuán renuentes somos a aceptar un hecho tan simple! Es que estamos muy
acostumbrados al individualismo: yo y lo mío antes que nada. Pero si vemos
que la conciencia de cada uno de nosotros es compartida por todos los demás
seres humanos que viven en esta Tierra maravillosa, entonces cambia toda
nuestra manera de vivir. Los argumentos, la persuasión, la presión, la
propaganda son terriblemente inútiles, porque tenemos que ver esto por
nosotros mismos.
Entonces, ¿puede cada uno de nosotros, que es el resto de la humanidad,
que es la humanidad, mirar un hecho muy simple? ¿Observar, ver, que el
pensamiento y el tiempo son los factores que dan origen al miedo?
Entonces, la percepción misma es la acción. Y, a partir de ahí, uno ya no
depende de nadie. Véanlo muy claramente. Entonces uno es un ser humano
libre.
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