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Memoria y
envejecimiento.
La memoria es una
capacidad que sufre mermas con el paso de los años. Esta es una afirmación
que se sostiene tanto a partir de los datos que ofrecen estudios
comparativos (en distintos grupos de edad), de la opinión generalizada de la
sociedad en su conjunto y de la propia aseveración de los mayores de 65 años
como directamente afectados por el problema.
A partir de los 65 años suelen producirse deterioros en la memoria, aunque
bien es cierto que las personas de edad avanzada podían aprender cosas
nuevas y, por tanto, esos déficit no son como irreversibles. Las personas
que informan del padecimiento de problemas de memoria reconocen que éste es
uno de los aspectos que les produce un mayor grado de conflictividad y para
los que no encuentran fácil solución. Así, situaciones tales como no
recordar el nombre de alguien con quien hablan o la necesidad de la
comprobación constante de la apertura o del cierre de la llave del gas, por
poner dos de los ejemplos más citados, se convierten en una fuente de
problemas para estas personas que, implícitamente, están demandando
soluciones que les ayuden a paliar las consecuencias. También suele suceder
que las personas mayores de 65 años son más sensibles y, por tanto, dan más
importancia y padecen más a los fallos de memoria que los jóvenes.
"Archivo de lo pasado, lucimiento del presente y único consuelo de la vejez,
la memoria es el don más preciado y maravilloso de la vida..." Por desdicha
nuestra, tan preciosa propiedad del cerebro flaquea lamentablemente en la
senectud. La memoria sufre sorprendentes mutilaciones, que disminuyen
nuestra capacidad mental y paralizan los esfuerzos de interacción y
expresión.
Sin embargo, "el anciano podrá, si trabaja, alcanzar, en un tema estudiado
con cariño, un rendimiento casi tan bueno como el conseguido por alguien
joven o maduro. Todo es cuestión de tiempo, interés y pasión". Quien
escribió las anteriores palabras era un hombre de 80 años. Bien es cierto
que no un hombre corriente de 80 años. Esas palabras fueron escritas por
Santiago Ramón y Cajal y en ellas están contenidas dos de las ideas
fundamentales sobre las que gravita la acción contra la amnesia en los
mayores.
Las alteraciones de la memoria relacionadas con la edad y la posibilidad de
mejorar el funcionamiento de la memoria y el rendimiento de las personas
mayores no sólo afectan a las tareas relativas al funcionamiento intelectual
en abstracto, sino también están relacionadas con las actividades concretas
de la vida diaria.
Ahora bien, frente a los problemas de memoria relacionados con procesos
degenerativos, síndrome de Korsakoff o directamente relacionados con el
padecimiento de demencias, aquí nos referimos sobre la pérdida "benigna" de
memoria que ha recibido el nombre de alteración de la memoria asociada a la
edad, que no afecta a más 30% de la capacidad mnésica de los mayores de 75
años y que, aun teniendo repercusiones en la actividad cotidiana, no llega a
provocar situaciones invalidantes.
Que la memoria es entrenable es un hecho que no admite discusión. Ahora
bien, va a hacer falta algo más que el interés y la pasión recogidos en la
cita de don Santiago Ramón y Cajal. Desde luego, el trabajo y el tiempo son
necesarios pero, además, se precisan intervenciones rigurosas y sistemáticas
desde un punto de vista técnico. La psicología ha desarrollado
procedimientos, técnicas y paquetes de entrenamiento estructurados en
programas que, normalmente, de manera modular interviene sobre aspectos
específicos de la memoria de las personas mayores.
El avance de la investigación ha permitido, por un lado, conocer qué de
realidad hay en relación al deterioro de la memoria y, por otro, qué se
puede hacer en relación a su mejora. Existe un amplio desarrollo de
procedimientos, técnicas y programas de intervención específicos. |
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