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LA MANIPULACIÓN
Es necesario explorar las formas que toma la dominación
por parte del Poder, conocer las causas de su aparición y su evolución en
las sociedades. Sólo así se puede conocer hasta qué punto la dominación
moldea los pensamientos más íntimos y hasta las acciones más simples del ser
humano en la sociedad en la que vive.
El ser humano puede ser manipulado, programado y
controlado desde fuera de sí mismo. La soberanía de su dignidad y libertad
se desmorona. La manipulación es una forma de control mental y social, y
ocurre cuando falta consciencia en el ser humano. Entonces se le reduce a un
simple objeto. La manipulación es una violación de la libertad, una forma de
violencia y de deshumanización.
La manipulación se da allí donde no existe consciencia
crítica por parte del manipulado. No es una simple influencia, sino una
forma irracional de ejercer la influencia y el poder; es el ejercicio del
Poder de forma moralmente ilegítima, sin auténtica autoridad. La persona
manipulada no percibe el ataque, pues los estímulos de la manipulación
permanecen ocultos a la consciencia. Por medio de determinados arreglos,
hechos con habilidad, la manipulación permanece oculta a la consciencia. El
manipulador crea así una falsa consciencia, a partir de la cual la víctima
cree equivocadamente que vive racionalmente, y que toma decisiones
racionales.
Nos encontramos en una sociedad en donde llaman libertad
a una vida programada, manipulada, superficial, encauzada dentro del marco
de sus interesadas leyes, costumbres e intereses. Uno de los pilares que
sustentan el actual Sistema es el control, muy sutil en algunos casos y no
tanto en otros. De un modo u otro, el elevado grado de control mental que el
Poder ha logrado ejercer sobre las personas es, por lo menos, preocupante y
alarmante. El “pensamiento único” se extiende, aparentemente sin oposición,
los intereses capitalistas parecen confundirse cada vez más con los
intereses de la humanidad. El control es cada vez más amplio y abarca tanto
el ámbito privado o individual como el social. Si no se hace nada para
evitarlo, si no se es consciente de ello, “los valores del sistema” se
imponen, se instalan en la mente, en la percepción y en el sentir, en el
criterio… anulando toda muestra de sentido crítico. Y en el peor de los
casos, el “Sistema” u “orden social establecido” llega a predeterminar y
dirigir nuestras vidas. Sorprende ver como millones de personas acudimos
obedientemente, día tras día, a los puestos de trabajo que nos han asignado
–o a la escuela, o a la cola del paro. Es necesario reflexionar sobre el
hecho de que millones de personas aceptan y justifican sumisamente las
injusticias y crueldades ocasionadas por el Sistema.
El Poder y sus secuaces, utilizando recursos que parecen
venidos de la ciencia ficción, pretenden determinar cómo hemos de vivir y
como hemos de pensar. Intentan, con evidente éxito, establecer nuestros
gustos, horarios, opiniones… El significado de los términos “bueno” y “malo”
ha sido monopolizado y falseado por ellos.
El control se manifiesta en los diferentes ámbitos de la
vida en la familia, la escuela, el trabajo, el “ocio”… Sin este control
sobre el pensamiento de las personas no podrían mantener sus privilegios,
sus intereses, su poder… por eso no escatiman en recursos ni energías para
poder seguir ejerciéndolo. Las relaciones jerarquizadas o relaciones de
poder ente patrón-obrero, padres-hijo, profesor-alumno, etc. Han sido
interiorizadas hasta tal punto que parecen “normales”, inevitables, incluso
naturales. Así van generando una sociedad cada vez más obediente y pasiva.
Mediante el control que logran establecer sobre cada uno
de nosotros, consiguen eso que ellos llaman “consenso social”, “paz social”
o “sociedad democrática”, y que tiene mejor nombre: control social o
sociedad totalitaria. La imposición del control social o de “pensamiento
único” utiliza todos los medios a su alcance. Desde la escuela inculcan los
“valores” que rigen la sociedad –competitividad, productividad, respeto a la
autoridad…-, desde los medios de “comunicación” nos bombardean con noticias
que ocultan la verdad, con anuncios sobre los que debemos consumir, con
modelos o estereotipos en los que nos tenemos que basar… Los mass-media, y
quienes están detrás, producen y controlan la “información”, sin tener
reparos en manipularla o “adaptarla” a sus intereses. Hoy en día los
mass-media se han convertido en un arma muy eficaz para el Poder, y al mismo
tiempo, en un elemento a combatir y desenmascarar.
El Poder se emplea a fondo en la manipulación de la
cultura y en la comercialización del arte, pues la “cultura” es otro de los
medios que le sirven al Estado para mantener su dominio. Liberarse de la
zarpa de la “cultura” hace al ser humano menos obediente, menos pasivo y más
creativo. A unas circunstancias determinadas, a un determinado tipo de
sociedad, de relaciones sociales, de relaciones de producción corresponde
una cultura determinada. Es preciso, por tanto, colocar tras el nombre de
cultura los adjetivos que le correspondan, en este caso cultura capitalista,
consumista, mediatizada y mediática, especuladora, etc. El Poder tiene la
capacidad de fabricar la realidad a su medida, y lo hace por medio de la
cultura.
Cultura viene a ser todo ese conjunto más o menos
complejo de elementos cuya misión es legitimar esta sociedad, es la
encargada de reproducirla, de perpetuarla. La cultura es necesaria para
crear un acuerdo sobre el tipo de sociedad y una adhesión a ella. El Poder
presenta mediante la cultura su modelo de sociedad, y lo hace como la única
posible, la normal, la natural, la mejor. Así, las capas más desfavorecidas
económicamente, las que podrían cuestionar una sociedad basada en el tener,
apenas articulan contestación, cuestionamientos o protesta. Sobre aquellos
excluidos económicamente, socialmente, el Poder debe potenciar la inclusión
cultural para que no se produzca una fractura en el Sistema.
El control social afecta a todas las personas pero,
evidentemente, se ven perjudicadas en mayor medida por este control todas
aquellas que han optado por no adaptarse al Sistema, sino por enfrentarse a
él. Es entonces cuando el Estado despliega todos sus medios: cuerpos
represivos y policiales, servicios de información y bases de datos donde se
almacena información sobre los rebeldes, sistemas de vigilancia
–videovigilancia, intervención telefónica (teléfono móvil incluido),
tecnología de búsqueda (FLIR, GPS, que es un sistema de vigilancia que
detecta la posición de una persona en cualquier lugar, tecnología de
reconocimiento facial), tecnología de visión nocturna, sistema Echelon…-
infiltración de agentes en grupos disidentes, represión y criminalización de
los llamados movimientos sociales, montajes policiales y mediáticos para
detener y encarcelar a personas molestas para el orden dominante… y, en
último lugar, la mayor expresión de la represión: la muerte o la cárcel.
Es usual que se infiltren elementos policiales en los
grupos que se oponen al Sistema para sonsacar toda la información posible
acerca de quienes son, cómo funcionan, cuales son sus objetivos, sus medios…
En ocasiones, cuando disponen de la mínima información necesaria, recurren a
los montajes policiales, que son cada vez más eficaces gracias a la
inestimable ayuda y colaboración de los medios de “comunicación”. El Estado
es el que ordena que se inicie la represión, la policía crea las “pruebas” y
los medios de “comunicación” colaboran a encubrir y adornar el montaje
convirtiéndolo en realidad a los ojos de la gente de la calle.
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